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──────⊰·☆·⊱──────Cuando Morgana abrió los ojos aquella mañana, lo primero que hizo con la excusa de saber la hora, fue chequear su teléfono celular. La vergüenza que había pasado ante Arthur, no tenía nombre. ¡Eres una idiota, Morgana! —dijo en voz alta. Buscó de nuevo aquel jodido mensaje:Número desconocido: ¿En dónde estás?Número desconocido: ¿Con quién estás? Número desconocido: No piensas contestarme, ¿verdad?Número desconocido: ¿Quién sabe con qué imbécil te estás revolcando en estos momentos?Número desconocido: Eres una basura, te atreves a no contestarme el teléfono. Todos sabrán que eres una zorra vividora. Cómo pudo haber olvidado su aparato encima de la mesa, no lo sabía. Quizá eran cosas del destino. El rostro de Arthur, completamente furioso, llegó a su memoria una vez más. —¿Por qué permites que ese tipejo te trate de esa manera? —le preguntó él. —Es algo complejo —Morgana respondió quitándole su teléfono celular de las manos. Lo mejor era buscar una confront
──────⊰·☆·⊱──────Arthur estaba un poco fastidiado de lo mismo. Las exigencias de Jennifer eran cada día más absurdas, esa tarde se encontraba manejando el nuevo automóvil que su esposo le había obsequiado. Muchas veces ponía en tela de juicio la procedencia de la fortuna del congresista, pero prefería no estar enterado. —¿En dónde está tu marido? —quiso saber él mientras hacía el cambio y se movía en zigzag por la gran autopista. —Como siempre, trabajando —Jennifer respondió con un tono aburrido—. Pero como puedes ver, tengo a los sabuesos detrás, las cosas no pintan bien. —¿A qué te refieres? —Arthur frunció el ceño. —Joe Carson —respondió con una mueca de disgusto.—¿Qué pasa con ese infeliz? —apretó los dientes, pues recordó lo que había pasado la noche anterior. —Con su comportamiento absurdo en la gala benéfica ha puesto sobre aviso a Charles —hizo un gesto ridículo en la cara— Me ha preguntado cuantas de mis amigas se han acostado con él. Arthur dio un silbido por la sorpr
──────⊰·☆·⊱──────Morgana dio un trago a su bebida, mientras miraba a Arthur alejarse. Todavía su corazón palpitaba rápidamente de la emoción de encontrarlo. Dio un profundo suspiro, porque aunque Sergio no decía nada por el momento, y solo la miraba de soslayo. Sabía que no iba a pasar mucho tiempo cuando hiciera su interrogatorio. —¿Qué relación tienes con ese hombre? —preguntó su amigo con tono de curiosidad. —No hay relación —de nuevo suspiró, y luego agregó negando con la cabeza: —Nos conocimos en un evento, y nos hemos vuelto cercanos.—¿Estás segura de que no me ocultas algo? —fue el turno de Sergio de darle un trago a su bebida—. No sé el porqué presiento que hay algo más. Muchas veces le molestaba la intuición de su amigo.—No estoy ocultando nada —respondió con voz firme—. Arthur se ha convertido en un buen amigo.—Es obvio que te gusta —Sergio dijo con picardía, y después le guiñó el ojo—, y también que tú le gustas a él. —¡Oh, por Dios! —exclamó Morgana dando un trago
──────⊰·☆·⊱──────La primera vez que Morgana probó los labios de Arthur, fue una experiencia que no tenía precedente. Nunca se había sentido de esa forma al punto de anhelar, más. Por esa razón, cuando sintió de nuevo su boca sobre la suya, se encendió una chispa eléctrica en ella que estaba segura de que no se apagaría tan fácilmente. Arthur la atrajo más a su cuerpo, mientras que ella se puso de puntillas y entrelazó sus manos alrededor de su cuello. Al principio él solo le estaba tentando, hasta que gruñó en sus labios y profundizó el beso, volviéndolo más apasionado. Sus corazones comenzaron a latir con fuerza en sincronización. Fue en ese instante cuando todos sus problemas, y las personas que los atormentaban quedaron atrás, solo existían ellos dos. La conexión que tenía en ese momento los envolvió en una burbuja. Como si no pesara nada, Arthur la tomó de la cintura de manera automática, Morgana se aferró a las caderas masculinas con sus piernas, caminó con ella en brazos has
──────⊰·☆·⊱──────Arthur necesitaba en ese momento hacerla arder, y la mejor manera de lograrlo era sumergiéndola una y otra vez en la lujuria. Por eso no le permitió a que sus pensamientos se activaran. Esa noche sería suya, y eso era lo que más le importaba. Por esa razón mordisqueaba su labio inferior y luego lo lamía, para de nuevo apoderarse de su lengua.Morgana de forma automática se aferró a su hombro, y en puño arrugó el algodón de la camiseta. La fricción de la tela que los separaba era una sensación placentera, aunque en ese momento se dio cuenta de que Arthur no se había quitado la ropa, y ella estaba desnuda sobre él, algo que nunca pensó que resultaría tan erótico. Y fue cuando entonces convulsionó en sus brazos, y una ráfaga de placer se apoderó de su vientre.Esperó unos segundos a que sus espasmos se calmaran, y con movimientos torpes comenzó a tratar de sacarle la camiseta por arriba de la cabeza. Lo que hizo que él sonriera por ver su desesperación, ya que tenía que
──────⊰·☆·⊱──────Al abrir los ojos, Arthur tuvo una sensación de paz de la cual no había disfrutado desde hacía mucho tiempo. Había roto una de sus normas, no dormir en casa de una de sus amantes. Pero no se arrepentía, su cuerpo estaba descansado a pesar de que la cama era más pequeña que la suya, era muy cómoda. El aroma sutil de sexo estaba en el aire. Giró la cabeza, y con un suspiro acarició uno de los mechones de los cabellos de la mujer a su lado. La cual le mostraba sin ninguna vergüenza, la espalda decorada con algunas pecas que él se moría por besar, y un poco más. La sábana arremolinada entre su fina cintura, y sus piernas torneadas. Lo que más le gustaba de Morgana era que no tenía idea de la sensualidad que transmitía, y eso era algo que lo dejaba sin palabras. Dio una sonrisa ladeada, ya que le dio la razón a lo que decían acerca de las buenas esencias. “Que venían en envases pequeños”, así era ella. La vio removerse lentamente, pero todavía dormía profundamente, así qu
──────⊰·☆·⊱──────—¿Qué ha sido eso? —le preguntó él tratando de comenzar un tema de conversación. —No le hagas caso, Sergio a veces actúa un poco extraño —respondió ella al mismo tiempo que entornaba los ojos, diciendo con ese gesto que el tema estaba terminado, le dio la espalda y dijo: —Huele bien, me muero de hambre. —Sí, deberías de comer, Morgana —se colocó detrás de ella, poniendo cada una de las manos en la encimera, rozando su espalda con el pecho descubierto, encerrándola con sus brazos, y con doble sentido agregó: —Es cierto, esto huele delicioso. Ella se giró de golpe, lo miró fijamente hasta que sus ojos se deslizaron por sus labios. En ese momento, Morgana dejó claro que él no le era indiferente. La delató cuando cambió su forma de respirar, y un suave rubor apareció en sus mejillas. —¡Por supuesto que lo comeré! —exclamó, esperando que Arthur le diera un poco más de espacio, pero eso nunca pasó—. Sería una lástima desperdiciar toda esta comida.—¡Venga, Morgana! —s
──────⊰·☆·⊱──────Cualquier pensamiento coherente desapareció cuando, Arthur la atrajo a su cuerpo y la alzó para devorarla en un beso. No le quedó de otra que poner sus manos detrás de su cuello y disfrutar de aquel cálido contacto del cual parecía haberse vuelto adicta. Su olor a hombre, mezclado con su perfume y al jabón que ella usaba. —Vamos, es por allá —Arthur dijo con voz entrecortada después de separarse de sus labios, era obvio que estaba tan afectado como ella. Como el caballero que era, abrió una de las puertas de atrás del auto y sacó lo que había comprado en la tienda de la estación de servicio como aperitivo, luego la tomó de la mano y juntos caminaron por el muelle. Su intención era hacer ese domingo, inolvidable. Mientras sus pasos iban sincronizados, la mente de Arthur iba creando imágenes de cómo quería que terminara su fin de semana. Aunque lo único que le apetecía era que al llegar la puesta del sol, estar hundido en el dulce calor del cuerpo de Morgana, y de al