──────⊰·☆·⊱──────«¡Esto es una mierda! No era lo que tenía en mente», se dijo apretando la mandíbula. A pesar de que ambos tenían sus rostros cubiertos, se miraron como rivales, aunque Arthur sabía muy que no lo era en realidad, porque al final de cuentas la mujer que estaba ahí con ellos no era suya… Y nunca lo sería. En ese momento entendió el plan de Jennifer, sabía perfectamente que no le gustaba compartir. Trajo a un hombre creyendo que sentiría celos, qué equivocada estaba. Daría lo que no tenía para que fuese a ese recién llegado a quien invitara a Hawái. Así sería él quien estuviera de vacaciones de ella. Al verle caminar hacia ellos, Jennifer esbozó una sonrisa traviesa. Dándole a entender de que sabía que la sorpresa no le había caído del todo bien. No había duda que ella pensaba que lo conocía bien.«¡Te equivocas si piensas que me provoca celos tu actitud de creída!»—Me alegro de que hayas venido —le ofreció
──────⊰·☆·⊱──────No había duda de que Jennifer sabía como complacerlo, lo chupaba de una manera lenta, pero experta. Con la lengua le daba golpecitos a la cabeza de su virilidad en forma de seta. El placer era innegable, Arthur se inclinó un poco hacia ella para con sus manos entrecerrar su rostro, y marcar el ritmo de las penetraciones a su boca de una manera tan completa que apenas le daba espacio para respirar.Estaba seguro de que ella también sentía placer, porque los gemidos por su parte eran cada vez más fuertes. La manera en que lo devoraba, también se lo confirmaba. Una vez más, la mujer alzó el rostro. Para encontrarse con la mirada ardiente de Arthur detrás del pasamontañas que ocultaba sus emociones. Su sangre comenzaba a hervir, se estaba quemando viva. Lo lamía con codicia, haciéndole sentir que él era lo único en que podía pensar. En ese momento a él le asustó el sentido de posesividad que Jennifer le t
──────⊰·☆·⊱──────Estaba a punto de correrse de nuevo, sentir tal placer debería estar completamente prohibido. Arthur y el invitado se movían con tal sincronización, que parecían uno solo. Cuando uno empujaba dentro de los delicados pliegues de su sexo, el otro se detenía para retroceder lentamente, estirando y quemando aquel agujero que para muchos era tema tabú. Haciendo que el vaivén de los dos hombres, la llevara de nuevo por una montaña rusa de emociones, y sensaciones. Si el placer era un pecado, entonces ella se quemaría en el infierno. Porque en ese momento, se había entregado completamente al deseo de ser poseída. Y cuando la intensidad del orgasmo la arroyó, acabó con cualquier pensamiento razonable. Hasta la habilidad para habar la perdió en ese instante. Ya que no articulaba palabra alguna, solo emitía monosílabos con la respiración entrecortada. No quedó duda de que sus compañeros eran buenos amantes, la hab
──────⊰·☆·⊱──────Después de la visita indeseada de Joe a la casa de sus padres, Morgana estaba evitando quedarse a solas con su madre, puesto que la conocía y sabía muy bien no iba a dejar pasar cuando llegara el momento de preguntarle, que era lo que había pasado en la entrada. —Estuvo bien la comida, cariño —su padre comenzó la conversación.—Sí, deliciosa como siempre —agregó Morgana. —Lo más aburrido fueron los vegetales —expresó su hermano arrugando la nariz—, pero el postre que trajo Nana no se compara. —Oh, gracias por tu comentario, jovencito —la voz de su madre era de indignación fingida.El niño se sonrojó un paco, miró a su padre pidiendo auxilio.—Ya que hemos terminado aquí, creo que lo mejor es que vayamos por nuestro partido regular de ajedrez, Xavier.—¡Por supuesto! —exclamó el niño tratando por todos los medios de salir rápido de la vista de su madre. Miró a su hermana, y esta le guiñó un ojo. —No te preo
──────⊰·☆·⊱──────En el instante en que encendió el motor del auto, Morgana supo que había cometido un error al invitar a Arthur a su casa. Sus padres hicieron de su visita un circo, ya que era increíble la manera en que habían atacado al recién llegado. Parecía que hasta su hermano se hubiera puesto de acuerdo. Apretó los dedos alrededor del volante, movió la cabeza de un lado a otro en contrariedad. —¡Qué tonta, Morgana! —se reclamó en voz alta— ¡Qué tonta has sido!Se pasó la mano por la cabeza, tenía que pensar rápido. Además, sentía que Arthur estaba molesto con ella, y tenía razón. Prácticamente, lo había echado de la casa de sus padres. Así que no le quedaba de otra, él parecía ser todo un caballero y estaba naciendo en ellos una bonita amistad.A pocos minutos estaban entrando al estacionamiento subterráneo del edificio en donde Morgana vivía, no sin antes darle instrucciones al vigilante que el BMW que la seguía er
──────⊰·☆·⊱──────Arthur salía de la cama, como Dios lo había traído al mundo directamente al cuarto de baño. Habían pasado seis días después de aquel encuentro entre tres, y todavía no había podido convencer a Jennifer de su insistencia de que él fuera a Hawái. Esa tarde habían quedado para almorzar, pero ella lo había persuadido para que la cita fuera en su ático de soltero.—¿Qué tienes pensado hacer esta tarde? —Jennifer se apoyó con sus codos sobre el colchón para observarlo.De manera descarada posaba sus ojos sobre él de arriba hasta abajo, dio un suspiro y se relamió los labios sin importarle que Arthur se sintiera un poco incómodo.Algo que sí sucedía, él sabía como disimularlo muy bien. Puesto que ni siquiera le contestó, solo cerró la puerta detrás de él.—Te hice una pregunta —ella insistió. Arthur apretó los dientes al darse cuenta de que, sin pedir permiso, Jennifer abrió la puerta y estaba adentro.—¡Q
──────⊰·☆·⊱──────Una semana después… Morgana chequeaba todo por quinta vez, quería que todo fuera perfecto. Industrias Centauro & Co había sido todo un reto, ya que por vez primera incursionaban en el tequila, y si todo salía según ella lo había planeado, tendría ya ganada la campaña publicitaria del nuevo producto, que consistía en un vodka en el que estaba la empresa trabajando en la última semana. Para nadie era un secreto que en SM Busines Inc, Morgana era una de las ejecutivas más prometedoras, sobre todo por ser una de las más efectivas. Tenía la habilidad de llegar a las necesidades de los clientes de una manera espontánea y profesional. Su cartera de clientes lo respaldaba, y eso era algo de lo que se enorgullecía. Sin embargo; no pretendía quedarse para siempre en esa empresa. Ya que el escalón más alto que podía tener era el de socia de la firma, y eso no pasaría. Por esa razón quería tener trabajar en su sueño
──────⊰·☆·⊱──────Morgana salió prácticamente corriendo, no quería darle tiempo a Joe de que le dijera nada más. Esa noche no toleraría sus amenazas, pero tenía muchas cosas que perder en caso de que él decidiera armar un escándalo. Lo cierto era que estaba cansada de siempre estar justificándose ante los demás su actitud con él. «Recuerda una cosa, nena y no lo olvides nunca: Tú eres tu propio dueño».Las palabras de Arthur resonaban en su cabeza, su amistad había avanzado tanto en las últimas semanas, que había decidido explicarle su relación con Joe cuando se lo preguntó. Pero todavía no tenía el valor suficiente para enfrentarlo, por eso una vez más fue al baño para esconderse. Dándole tiempo a que se enfriara un poco las cosas, también quería aprovechar retocar su maquillaje y hacer sus necesidades. No sabía si tendría tiempo más adelante, puesto que era la anfitriona esa noche. Se disponía a salir de su cubículo, cuando entraron dos mujeres. Por el olor de su perfume, Morgana s