Los pequeños bebés se habían quedado dormidos en los brazos de Helen, que pese a que aún estaba con muchas dudas, las certezas de que ellos eran de ella inundaba su mente y se clavó como una estaca en su alma, ellos eran hijos de ella y de Maximus, entonces al pensar en él sus ojos azules se posan en Paolo, y el hombre de manera inmediata supo que había llegado el momento de hablar, Helen se levanta de aquella cama, los mellizos estaban profundamente dormidos, Helen sabe que ha llegado el momento de aclarar los sucesos acontecidos, necesitaba esclarecer por completo aquellos actos y lo más importante era saber dónde estaba Maximus.— Debes de darte un baño— Paolo interrumpió A Helen la mujer nada más asintió con la cabeza, el hombre le señala el cuarto de baño, después de unos cuantos minutos Helen estaba lista ya para enfrentar la realidad de este mundo que ella siente aún desconocido. Paolo se encontraba sentado por debajo del árbol la noche estrellada y cálida los abrazaba con su
— El destino muchas veces pone todo en su lugar sus hijos fueron los mismos que lo encontraron ahora es un hombre solitario quizás no esté ni cerca de lo que fue aquel hombre en Italia poderoso jefe de una organización de mafia Pero sigue siendo tan inalcanzable como esos años — fue la respuesta de Paolo.— ¿En dónde estamos Paolo? ¿Cómo que son dos? ¿Cómo han nacido? Son tantas preguntas que tengo y siento que las respuestas son pocas muy escasas diría yo. — Tampoco sabía que eran dos hasta que llegó el momento del nacimiento estamos en un país muy pobre, pero sus habitantes los pocos que tiene saben brindar mucha calidez había encontrado una mujer que te realiza el aseo día a día y se encargaba de darte los alimentos que podía, claro que todo era complicado, pero fue suficiente para que no estuvieras débil, fue todo un reto y en cierta forma todo lo que he aprendido con Albani, fue suficiente para mantenerte con ciertos medicamentos o mejor dicho con ciertas hierbas que tienen prop
El aire se vuelve densa, Helen sabe que estaba jugando con fuego, pero de algo debía de iniciar, ella ya no era aquella joven dulce, ahora era madre una madre que fue herida, puesto que le dolía en el alma no haber estado consciente en el nacimiento de sus bebés, su larga cabellera negro azabache se remueve con la brisa que azota, mientras que la mente de Maximus se agitaba como un torbellino. Había aprendido a sobrevivir en la oscuridad, a interpretar las voces, los movimientos, los silencios. No necesitaba ojos para leer a las personas; los años de amargura lo habían convertido en un maestro en detectar mentiras y verdades, claramente que la voz de Helen temblaba ligeramente, como si tuviera miedo, pero también había mucha valentía, al igual que estaba cargada de algo más: esperanza. Esperanza de que él pudiera recordar, de que reconociera en ella algo que había quedado enterrado en las ruinas de su vida pasada ¿Realmente era esperanza? Pero entonces el hombre parece reaccionar, pen
— Te diré algo. — dijo finalmente, con una voz gélida — Si realmente eres mi mujer, entonces lamento decírtelo… pero yo no soy el hombre que estás buscando. Ese hombre murió hace mucho tiempo. Lo que queda de él no vale nada, y desde luego no necesita a alguien que invente historias para sentirse mejor.Helen, incapaz de soportarlo más, se coloca más cerca de Maximus, el hombre, por su parte, permaneció inmóvil, con los músculos de su mandíbula tensos. No se permitió sentir el dolor que acechaba tras sus palabras. Para él, apartarla era un acto de misericordia, aunque su corazón, enterrado bajo capas de amargura, apenas lo reconociera.— Mira caballero con armadura impenetrable o por lo menos eso es aquello que tú quieres creer eso, pero déjame decirte algo déjame ser yo la que te aclare algo — Helen nuevamente alza la voz, Maximus seguía demostrando total indiferencia aunque la cercanía de ella y aquella tonada de voz empleada de Helen estaba generando una rara sensación que se apode
Maximus no esperaba escuchar esas palabras. Había algo en la voz de Helen que perforaba las barreras de su mente, desprovista de recuerdos, pero no de emociones. Cada palabra suya era como un golpe directo, sin titubeos, sin espacio para dudas. Y aunque no podía recordar nada sobre ella, algo en su alma y su corazón la reconocía, como si fuera una melodía olvidada, pero familiar.Sentado en aquella silla de ruedas bajo la oscuridad de sus ojos, Maximus siente cómo Helen caía de rodillas frente a él. Un nudo se formó en su garganta, y su instinto fue detenerla.—¡No! Por favor, no hagas eso — dijo, su voz quebrándose ligeramente. Extendió las manos hacia ella, impotente ante su propio cuerpo limitado, tratando de transmitir con su mirada lo que su cuerpo no podía expresar.Helen levantó la vista, con lágrimas rodando por sus mejillas. Pero él solo podía pensar en levantarla, en no permitir que se humillara de esa manera.—Ponte de pie —insistió, su tono una mezcla de urgencia y súplica
— No es orgullo, en realidad no veo la necesidad de que seas tan insistente — expuso el hombre. — No soy insistente, solo soy buena gente — el acento Inglés de Helen era cautivador — Además, Maximus Albani, tú me has convertido en esto. El hombre arruga la frente después de escuchar aquello. — ¿De qué estás hablando ahora? — Maximus sentía que tenía mucha paciencia con ella cuando en realidad no pasaba ni un minuto cerca de alguien más y a esta mujer le estaba permitiendo hablar bastante. — Soy hija de James Campbell y sé perfectamente que lo conoces Por qué dices que tienes recuerdos de tiempos más lejanos, claramente Yo estaba muy alejada de los asuntos de mi padre hasta que llegué a caer en tus redes y muchos decían, incluso tú me habías dicho, es el pensamiento de la mayoría de como un hombre como mi padre puede tener una hija como yo que solamente ama los pasteles de chocolate y perseguir mariposas, que es todo lo contrario a lo que mi padre representa, un mundo de mafia pode
Al momento que Helen abandona aquella casa observa todo a su alrededor la suave brisa fresca se lleva consigo el calor del momento antes de empezar a andar por las calles poco iluminadas vuelve a dirigir su mirada hasta la casa en donde el hombre se había quedado. Ella se lleva las manos hasta los labios acariciándose suavemente queriendo que la fragancia y el sabor de los labios de Maximus queden impregnados para siempre con los suyos. Ella avanza lentamente hasta la casa en donde Paolo y los niños estaban, se sentía tanta calma en aquel lugar todo lo contrario a lo que es New York, Londres o Roma, Helen rápidamente vuelve a dirigirse hasta el cuarto de baño en donde Paolo le había indicado, la pequeña mujer deja que el agua se lleve consigo los rastros del amor entre ella y Maximus. Helen salió del baño envuelta en una sensación agridulce, la necesidad de estar cerca de Maximus, esa necesidad de conocer más a los bebés, que ellos estén cerca de su papá, el mismo que los rechaza,
La luz del amanecer se colaba tímida entre las cortinas de lino blanco, pintando la habitación con tonos dorados y cálidos. Helen, aun con el cabello revuelto por el sueño, se desperezaba lentamente cuando escuchó un suave bostezó de uno de los mellizos.Maximiliano fue el primero en abrir los ojos, sus largas pestañas parpadeando como si intentara comprender el mundo que lo rodeaba. Un leve balbuceo salió de sus labios rosados, como si aún no estuviera feliz de que el amanecer haya llegado tan rápido, su mirada se entrelaza con los rayos del sol enalteciendo la belleza de aquel chico, como si estuviera jugando con los rayos de luz que se inclinan a favor de su excelente rostro y ojos azules. A su lado, Georgina emitió un pequeño sonido, un tono dulce y melódico, como el eco de un ave al amanecer. Sin siquiera abrir completamente los ojos, su mano buscó a tientas a su hermano, encontrando el calor que ya reconocía como suyo.Helen observaba desde la silla junto a la cama su corazón ll