Antes de que Máximus y Helen tomarán la decisión de abandonar España habían elegido un día para pasar en familia con los mellizos. Aquella era una mañana soleada en el campo, donde la familia de Maximus y Helen había decidido pasar un tiempo lejos de los problemas y responsabilidades que parecían amenazar su tranquilidad en cualquier momento, pero también era evidente que debían de tomar cartas en el asunto no podían estar ocultos durante todo el resto de la vida. Los rayos del sol iluminaban la cabaña de piedra, y el aire fresco llevaba consigo el aroma de las flores silvestres. Maximiliano y Georgina, habían despertado antes que sus padres, llenos de energía, listos para explorar el mundo que los rodeaba así como un mundo que para ellos parecía desconocido teniendo en cuenta las adversidades por las que tuvieron que pasar estando en Madagascar pasando por necesidades y desconociendo La otra cara de la moneda ellos no conocían un momento familiar no conocían más allá de la casa vieja
Enclavada en lo alto de las colinas de la isla, respiraba la quietud de la tarde. El sol se estaba poniendo lentamente, bañando las terrazas con una luz cálida que abrazaba las paredes de la antigua residencia. El aire salino del mar llegaba suavemente, mezclándose con el aroma de los jazmines y las flores de azotea que adornaban los patios. Dentro de la villa, en el despacho principal, la atmósfera estaba cargada de expectación, un peso invisible flotaba en el aire. Helen estaba sentada en el cómodo sofá de terciopelo azul, mirando a sus mellizos, Maximiliano y Georgina, quienes jugaban a sus pies. Los dos niños, con los ojos llenos de curiosidad y risueños como si todo fuera una nueva aventura, levantaban la vista ocasionalmente hacia su madre. El sonido de sus risas pequeñas y las palabras incomprensibles que intercambiaban llenaban la estancia, creando una sensación de calma y hogar. A pesar de la serenidad de la escena, Helen sentía cómo su corazón latía más rápido de lo habitu
Estar en Roma se sentía raro, pero tenían que estar allí, habían acordado estar allí, puesto que tendría una venta importante de armas. La sala de reuniones del cuartel general en Roma de la Organización Triángulo, ubicada en una fortaleza subterránea del Inframundo Italiano después de la caída Maximus, había perdido el brillo de tiempos pasados bajo el poder y dominio absoluto de un Albani. La penumbra envolvía las paredes adornadas con símbolos de poder que ahora parecían opacos. Mohamed Vahan, golpeaba la mesa con gesto nervioso mientras observaba a sus acompañantes. Frente a él, la Dama Negra permanecía en silencio, con su enigmática máscara cubriendo sus emociones. A su derecha, Kenso Zhai, el estratega implacable, tamborileaba los dedos contra la mesa, rompiendo la tensa calma, aquel día el ambiente se sentía pesado.—Cuatro años —dijo Mohamed finalmente, rompiendo el silencio con un tono grave y cargado de frustración—. Cuatro años y no hemos avanzado un milímetro. Ni rastro de
Tiene 1 oportunidad(es) de modificar este capítulo. Los cambios se han guardado, espere a que los revisemos. 4641 palabra(s) Publicado El aire en el cuartel subterráneo estaba denso, cargado de tensión. Durante años, el FBI había seguido los rastros de Kenso Zhai y Mohamed Vahan, dos de los líderes del Triángulo de la Muerte , aquellos que siempre habían logrado escabullirse entre las sombras. Aquel día, sin embargo, el destino les jugaba una última carta, y finalmente, la trampa había sido tendida, cuando Alessio Caruso había irrumpido en la cabaña en donde Maximus y Helen estaban, Alessio Caruso los había estado observando desde la casa en la cual Helen decía sentirse observada, el Italiano nada más estaba esperando el momento oportuno para hacer acto de Presencia y entregarle a Maximus el control de Sicilia, la máxima oposición del Triángulo. Días atrás España.- Baja el arma, Maximus Albani - Aquella voz era conocida para Albani, pero no había bajado el arma.- Tienes suerte de q
La iglesia estaba iluminada por miles de luces, reflejando la majestuosidad de una boda que se esperaba solo en los sueños de aquellos que alguna vez creyeron en el verdadero amor. El altar, en el corazón de Roma, era testigo de la unión de dos almas que habían pasado por los peores oscuros de la vida para llegar a este momento. Maximus esperaba, erguido y firme, con la mirada fija en el pasillo. El hombre que una vez fue un hombre sin esperanza, sin amor, ahora se encontraba listo para recibir a la mujer que lo había transformado. A su lado, James, con una emoción evidente, abrazaba a su hija Helen, entregándola a la espera de Maximus. En sus ojos, la promesa de un futuro mejor era clara: un futuro lleno de amor, lealtad y, sobre todo, de familia, rodeado de Legados e Imperios. Maximiliano y Georgina, caminaban por el pasillo con el delicado velo de su madre, un gesto cargado de simbolismo y amor. A cada paso que daban, las sombras del pasado se desvanecían, como si la maldad que ta
— No significas nada para mí nunca te he amado - Aquellas palabras fueron expresadas por Andrés Park esposo de Susan Lefebvre mientras que la mujer no pudo contener las lágrimas el hombre agarró su chaqueta y se preparó para salir - No te quiero ver cuándo este de regreso porque voy a pasar la noche con mi mujer aquí y por tu bien y por el de tu hermana te recomiendo que firmes los papeles del divorcio - La voz de Andrés y su mirada reflejan el desprecio que siente por Susan.— Cuando la puerta se cerró la mujer cayó al piso las lágrimas no paraban ella sabía que él nunca la quiso y si se casó con ella fue por la exigencia de la familia Park para qué heredará la Presidencia de la Empresa Familiar, pero ella no perdía las esperanzas de que logrará enamorarlo aunque descubrió que aquello sería difícil cuándo se enteró de que Andrés tenía a otra mujer en su vida, una que si era la dueña de sus besos, sus caricias de toda sus atenciones, entendió el porqué de las llegadas tardías o simple
Susan bebía copas tras copas hasta que perdió la cuenta, el joven se había compadecido de ella así que decidió buscar el móvil de ella, al encontrarlo sin contraseña buscó el nombre de alguien, el primer nombre que se había aparecido fue el de Marido, el barman marcó el número y por supuesto tuvo contestación de manera inmediata.— ¿Hola? - La voz de una mujer se escuchaba al otro lado de la Línea - Susan deja de molestar a mi hombre ya firmaron el divorcio y esperó que el show erótico que te dimos fuera suficiente para que entiendas que él nunca fue tuyo - La llamada había terminado sin que ni siquiera el Barman expresará algunas palabras o dijera el motivo de aquella llamada, pero segundos después alguien ha llegado junto a él.— Dame el teléfono - Una voz grave y escalofriante erizo la piel del joven cuándo se dio la vuelta se encontró con un hombre vestido totalmente de negro con unos ojos oscuros que podrían penetrar incluso el alma - No me hagas repetirlo yo la llevaré conmigo -
— ¿Pero cómo mamá? No tiene sentido - La rubia se llevó las manos en la cabeza, expresando en voz alta su pensamiento.— Tampoco entiendo, me preocupa tu hermana, ella es lo único que me preocupa - Dijo Gabriela bastante agitada.— No te preocupes mamá, no vamos a perder la casa veré que hago, pero tú y Bianca no perderán la casa dime algo ¿Has localizado a Sandra? — Es imposible localizarla tampoco tengo la menor idea de donde puede estar - Respondió Gabriela frunciendo el ceño llevaba 3 días sin saber nada de su hija mayor.— No importa mamá, te habló luego— Susan suspiró con pesar, cuándo se trataba de solucionar una necesidad, su madre siempre era amable con ella.— ¿Qué pasa? - Andrea se había dado cuenta del cambio de actitud de su acompañante.— Era mamá diciéndome que la casa estaba embargada - Susan se oía bastante preocupada, pero a la vez confundida.— Si necesitas ayuda, solamente tienes que decirlo.— No, estoy segura de que encontraré una salida me puedes acercar al Ho