Cuando Rayito vio que Alena comenzó a caminar hacia la salida, se acercó a Nataniel.—Estamos a punto de perder, ahora el plan está en tus manos —le dijo en un susurro.—¿Y qué voy a hacer yo? —preguntó el niño en el mismo tono, con una expresión de angustia en su rostro.—Llama a tu mamá y llora, solo llora como si tu vida dependiera de eso.Enseguida, Nataniel comenzó a llorar.—Mamá, no te vayas... por favor.—Ponle más lágrimas Natán, tienes los ojos más secos que los míos —agregó la niña en tono bajito.Y como lo vio que no estaba siendo convincente, le pegó un pellizco en la barriga tan fuerte que terminó lastimándolo, mientras el niño, pegaba un grito.—¡Eres muy mala! —le dijo en voz baja, mientras soportaba el dolor —, no te quiero.Fue allí cuando Alena se giró, vio a Nataniel privado llorando y corrió hacia él, Aníbal también hizo amago de levantarse, pero por un momento, olvidó el problema en su pierna y terminó perdiendo el equilibrio y cayendo al suelo tratando de conten
Mientras Julián y Aníbal hablaban en la habitación, Erika y Alena se habían puesto a cocinar juntas, porque los niños tenían hambre.—Me mentiste —la acusó Erika— dijiste que no tenías comida porque no habías hecho mercado y si tienes de todo, pensé que te caía bien.—Y lo haces, pero tú me mentiste a mí también, porque tu auto nunca se dañó y todo fue una trampa para obligarme a traer Aníbal aquí, y eso esta malo, porque deberías apoyarme a mí, soy de tu mismo género.—Y Aníbal es mi amigo… ¿Sabes? Si no fuera por él seguramente esa gente me habría matado… él me rescató cuando me lancé del auto, me llevó al médico y luego me sacó en un jet privado a Estados Unidos, allí me dio techo, cobijo, lo ayudé con varias empresas que estaba empezando, sobre todo a relacionarme con socios y demás colegas empresarios… él no es muy dado a las relaciones personales con otras personas, es desconfiado, tímido, aunque leal… Alena date la oportunidad de conocerlo, es un buen hombre y vale la pena.—¿C
Aníbal frunció el ceño, inseguro de si quería involucrarse en algo así. Pero su hijo lo miraba con esperanza y confianza, y no podía dejarlo a un lado.—Bueno, ¿qué sugieres? —preguntó finalmente, tratando de mantener una mente abierta.Nataniel sonrió ampliamente, demasiado emocionado por la idea de tener un cómplice en su plan.—Déjame pensar en un plan infalible como los de Rayito —dijo entrecerrando los ojos, mientras se colocaba una mano en el mentón.—¿No crees que lo mejor es que la llames y le pidas ayuda? Ella es muy inteligente y ocurrente —propuso y el niño lo miró con una expresión de angustia mientras negaba.—No puedo hacer eso —dijo esbozando una expresión huraña en su rostro, lo que hizo fruncir el ceño a Aníbal.—¿Por qué no puedes? ¿Acaso Rayito no es tu amiga? —interrogó Aníbal con curiosidad.—Claro que lo es, pero tuvimos un desencuentro, y nos peleamos —pronunció el niño avergonzado.—¿Un desencuentro? —siguió investigando, mientras el niño asentía.“¡Válgame Dio
Aníbal y Nataniel se pusieron de pie, el primero con lentitud y un poco de dificultad, tratando de esconder la pantalla de la computadora mientras Alena se acercaba; para su buena suerte, Aníbal logró quitar de la pantalla la ficha de Mauricio, por lo cual ella no podía saber a quién estaban investigando.La mujer parecía estar enojada, su mirada estaba fija en la pantalla, viendo a ver que estaban haciendo. El hombre y el niño se veían nerviosos, Aníbal intentó explicarse, pero las palabras se atascaron en su garganta, y de su boca no salió nada.Finalmente, Alena habló.—¿Qué están haciendo? ¿Acaso estás hackeando la base de datos de la policía de tránsito? —le reclamó a Aníbal mientras en el rostro del hombre se dibujaba una expresión de culpabilidad.Aníbal y Nataniel intercambiaron una mirada, decididos a no mentir. —Sí, lo estamos haciendo —dijo Aníbal—. Pero no es lo que estás pensando. Estamos tratando de encontrar a un hombre peligroso que ha estado causando muchos problemas
Ella lo miró angustiada, con dudas, porque no quería entregarle la cartera, una parte de ella le decía que si lo hacía se iría y era muy probable que no lo viera más.—Te dije que me entregaras la cartera, apenas me la des, salgo de tu vida —dijo con firmeza.Alena se quedó en silencio, sorprendida ante sus palabras, él mantenía la mano extendida hacia ella esperando que le entregara la cartera, pero ella se negaba.—Por favor —repitió Aníbal.Alena lo miró en tono suplicante, pero por muchas palabras que quisiera decir en ese momento para evitar que se fuera, estas al parecer se quedaron atragantadas en su garganta y de su boca no salió nada. Ella no sabía qué hacer para detenerlo, por eso cedió, le entregó la cartera. Él la tomó y levantó su vista hacia ella, se miraron por varios segundos, pero el orgullo era más fuerte que las ganas de hablarse.—Gracias —dijo Aníbal antes de cerrar la puerta y marcharse. Alena se dejó caer en la cama abrazándose mientras las palabras de Aníbal
El médico apretó la boca en un gesto de desagrado, y se quedó mirando con molestia a Alena.—Me hubieses avisado por teléfono que habías vuelto con tu ex y yo me ahorraba la pérdida de tiempo en venir y hacer el ridículo —dijo con seriedad.Por un par de segundos Alena se quedó en silencio desconcertada, porque no había entendido sus palabras, hasta que luego de entenderla intentó aclararle.—¿De qué estás hablando? —interrogó ella frunciendo el ceño.—¿Aún me lo preguntas? Cuando hasta un ciego puede ver que estás saliendo de bañarte con el padre de tu hijo —expresó el hombre con molestia.Ella recorrió su vista de Aníbal a ella, él con sus cabellos mojados y las gotas de agua bajándole por su bien torneado pecho, debió tragar con dificultad, ella con el cabello también húmedo con una bata; entendió su punto, porque al verlos nadie dudaría que habían estado juntos, se apretó el puente de la nariz con impotencia.—Hay una equivocación, por favor controla tus palabras… no es lo que est
Alena vio el teléfono mientras conversaba con Mauricio, apenas vio la llamada de la casa, se asustó y la atendió.—¿Qué pasa mi amor estás bien? —preguntó y al otro lado de la línea escuchó la voz de su hijo.No pudo evitar emitir un suspiro de alivio, porque oír su voz significaba que estaba bien y sonrío cuando le dijo el motivo de su llamada, era para preguntarle si podía ver una película de guerra.—No mi amor, sabes que no me gusta que veas eso, busca otra más acorde para tu edad.Cuando su hijo cortó la llamada, fijo la atención en su acompañante, quien la miraba con impaciencia.—¿Listo? —preguntó Mauricio y ella asintió.Siguieron conversando, pero cinco minutos después una nueva llamada entró a su celular, ambos se quedaron viendo el móvil.—¿Qué vas a hacer? —interrogó el hombre mirando en la pantalla la palabra casa.—Lo siento, pero tengo que responder, se trata de mi hijo. Aló Nataniel ¿Qué se te ofrece?“Mamá, mi papá me quiere dar jugo de naranja antes de acostarme, per
Aníbal se acostó con su hijo en la cama pequeña, pero, era demasiado angosta y apenas si podían moverse porque estaba inquieto; después de la última llamada que le hicieron a Alena, decidió que lo mejor era dejarla tranquila, ella debía llegar a sus propias conclusiones y si no quería nada con él, tal vez no debería obligarla y dejar que hiciera su vida con otro hombre, así le desagradara la idea.—Papá —dijo Nataniel entre dormido y despierto, debemos irnos a la cama de mamá, es grande y estaremos más cómodos allí, cuando ella llegue puedes cambiarte de nuevo.—Está bien, vayamos allá.Aníbal se acostó con su hijo en la cama, el olor floral del champú de Alena, lo tenía embriagado, no podía evitar estar inquieto, pensando en que estaría haciendo ella, “¿Se estaría besando con Mauricio? ¿O tal vez bailando?”, se preguntaba, sin poder contener su inquietud.Observaba el reloj cada momento, mientras los minutos y las horas le parecía que transcurrían demasiado lento, y finalmente sin ha