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Capítulo 89.  El agua estaba divina.

Ella lo miró angustiada, con dudas, porque no quería entregarle la cartera, una parte de ella le decía que si lo hacía se iría y era muy probable que no lo viera más.

—Te dije que me entregaras la cartera, apenas me la des, salgo de tu vida —dijo con firmeza.

Alena se quedó en silencio, sorprendida ante sus palabras, él mantenía la mano extendida hacia ella esperando que le entregara la cartera, pero ella se negaba.

—Por favor —repitió Aníbal.

Alena lo miró en tono suplicante, pero por muchas palabras que quisiera decir en ese momento para evitar que se fuera, estas al parecer se quedaron atragantadas en su garganta y de su boca no salió nada.

Ella no sabía qué hacer para detenerlo, por eso cedió, le entregó la cartera. Él la tomó y levantó su vista hacia ella, se miraron por varios segundos, pero el orgullo era más fuerte que las ganas de hablarse.

—Gracias —dijo Aníbal antes de cerrar la puerta y marcharse.

Alena se dejó caer en la cama abrazándose mientras las palabras de Aníbal
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