Erika se puso de pie, su expresión seria mientras observaba a Elisa, sus ojos chispeantes de la rabia. Rayito se levantó corriendo y escondió detrás del sofá acurrucándose como una bolita, su hermano Salva la vio y corrió tras de ella y la abrazó, lo mismo hizo Salva, cada uno se puso de un lado estando ambos dispuesto a protegerla.El ambiente era tenso, pero Erika, tenía muchas cuentas pendientes con su hermana y quería cobrarse la factura, la miró con desprecio.—¡La ignorancia es atrevida! ¿De qué hija estás hablando? Porque sabes muy bien de que Kaire es mi hija… y tú no tienes nada que ver con ella —respondió Erika con fiereza, caminando lentamente hacia Elisa.Elisa soltó una risa burlona, caminando hacia el sofá y sentándose con desdén.—Oh, por favor. Sabes que yo soy la madre de Rayito, la cargué nueve meses, mi cuerpo se deformó mientras ella crecía en mi vientre, fui yo quien la sintió por primera vez, la que la di a luz ¿Tú que hiciste? ¿Poner tus óvulos? Eso no te hace m
Julián se quedó en silencio por un momento, tratando de procesar lo que su hijo le acababa de decir. —No entiendo, ¿Dónde va? —preguntó Julián con preocupación— ¿Qué quieres decir con que no recuerda nada de lo que hizo? —tratando de sonar calmado. —Bueno, exactamente eso, en Estados Unidos, le pasó un par de veces, se fue a una fiesta, pero en esa oportunidad mi tío Aníbal la recogió, la llevó a la casa y la acostó, cuando despertó al día siguiente y le preguntamos qué había pasado, ella dijo que no recordaba nada de lo que había sucedido durante esa hora. Mi tío intentó convencerla para que la llevara a un médico, pero ella se negó de manera categórica, le quitó importancia al asunto diciendo que no era nada. —¿Y luego cuando se perdió aquí? —interrogó frunciendo el ceño. —Fue el día de tu boda, ella desapareció por unas horas y luego apareció, con la diferencia que esa vez llegó sola, y estaba bien, le pregunté que dónde había estado y no me respondió. Julián se quedó en silen
Erika se quedó en silencio pensando en lo ocurrido, mientras él hablaba tenía mucho miedo de lo que pudiera suceder, la primera vez que sufrió un episodio y lo supo, creyó que era algo casual, que era sonámbula, se inventó cualquier cantidad de cosas con tal de no asumir la realidad.Y las otras dos veces que le había dado ni siquiera quiso pensar en eso y ahora le había vuelto a ocurrir, no pudo evitar las gruesas lágrimas saliendo de sus ojos, los cerró tratando de contener esa tristeza que la invadió.—Tengo miedo… no quiero estar loca, ¡¿Qué va a hacer de mis hijos?! —sollozó.—No estás loca, a lo mejor es un desorden, quien sabe, pero si nunca vas a un médico no lo sabrás, además aquí estaré junto a ti, nunca te dejaré sola mi hermosa muñeca —pronunció con voz ronca mientras besaba la frente con ternura.—¿Los niños saben de mi escapada? —preguntó con preocupación.—Solo Salva, sabes que ese niño es demasiado inteligente para poder ocultarle la verdad y está muy preocupado. Creo
Julián se detuvo en seco, sorprendido por la petición de Erika. Por varios segundos se quedó sin habla, por completo congelado. No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Cómo podría pedirle el divorcio después de esa noticia? ¿Acaso no entendía que estaban en esto juntos, para apoyarse mutuamente en las buenas y en las malas? ¿Cómo podía estar pensando en el divorcio en un momento como ese?—¿Qué estás diciendo, Erika? —preguntó, tratando de mantener la calma.Ella lo miró con una expresión de dolor, podía intentar ocultarle la verdad, pero sabía que él no era tonto, que si lo intentaba engañar se daría cuenta.—No quiero que tú y los niños tengan que lidiar con esto, no merecen tener una esposa y madre enferma que se va a parar a media noche sin saber ni quién es —respondió Erika con determinación.Julián la miró con tristeza y compasión. Sabía que su esposa estaba pasando por un momento difícil, pero nunca se había imaginado que llegaría a esto.—Erika, cuando nos casamos juramos qu
Julián se dirigió a la estación policial donde estaba Loretto, había conversado con sus abogados antes, para establecer un acuerdo, ahora se lo iban a presentar, solo esperaba que el hombre accediera, lo único que quería es que Elisa pagara por todo lo que hizo.Entró a una pequeña sala, donde ya estaba el hombre sentado en una mesa.Julián se acercó sin decir nada y tomó asiento, antes de que hablara lo hizo Loretto.—Tengo las pruebas que necesita en contra de Elisa ¿Qué me ofreces a cambio? —interrogó mirándolo con interés.—Eso depende de la información que tengas… aunque no me gustan los traidores, un día lo traicionan a uno y al otro, traicionan al siguiente, no son dignos de confianza —expresó molesto Julián.—Hay muchas cosas que uno es capaz de hacer por amor… Elisa fue el amor de mi vida, quien me ayudó a conseguir el empleo.—¿Eran amantes? —preguntó más por curiosidad que porque lo interesara.—Nunca tuvo más ojos, si no para usted, está obsesionada… ella no me dio lo que
Alena se quedó paralizada, sin embargo, segundos después, disfrutó de sus besos, sintió esa calidez que solo él la había hecho experimentar, cerró los ojos para tratar de llevar aire a sus pulmones, porque tenía la sensación de que colapsaría en ese momento.Se apartó de él, colocando su mano en el pecho y lo miró con incredulidad.—Eso… eso fue… —tartamudeó.—Era para demostrarte que no tienes razones para estar celosa, y para que te des cuenta de que me importas —dijo Aníbal con un brillo divertido en sus ojos—. ¿Crees que si no me importaras estaría aquí?Sintió la boca de Aníbal descender por su cuello, y tuvo la sensación de que cada una de las terminaciones nerviosas de su cuerpo vibraba, para segundos después sentir que cayó en un vacío, y un golpe del impacto de la cabeza cuando aterrizó con el piso.Alena se despertó sobresaltada, no podía creer que se hubiera quedado dormida en el sofá después de haberlo curado, y lo del beso solo había sido producto de su sueño, suspiró con
En ese momento, Aníbal llamó a Erika.—Hola pioja —le dijo cariñosamente.“Hola, piojoso” respondió la mujer en un tono de tristeza y las alarmas de Aníbal se activaron.—¿Qué ocurre Erika? —preguntó con preocupación, se escuchó un suspiro al otro lado de la línea.“¿Te recuerdas de esos extraños episodios que me dieron en Estados Unidos?”—Claro que recuerdo ¿Te volvieron a dar? —preguntó preocupado.“Sí, me han diagnosticado una enfermedad y…”—Te llamaba para pedirte un favor, pero mejor voy a tu casa y me cuentas en persona lo que ocurre, eso no es algo que podamos hablar telefónicamente.Sin dudarlo, agarró el bastón, su cartera y a su hijo, paró un taxi y se dirigió a casa de Erika.Cuando llegaron a la casa, Nataniel le pidió su teléfono a su padre.—¿Me puedes prestar el teléfono para llamar a Rayito? —interrogó y Aníbal frunció el ceño.—No entiendo hijo, si ya la vas a ver, no tiene sentido —le dijo Aníbal, pero al ver la expresión de su hijo supo cuáles eran sus intenciones
Úrsula se enfureció y le lanzó una mirada fría a Alena. Aníbal se sintió incómodo ante la tensión que había surgido entre las dos mujeres.—Lo siento, Úrsula, así me mires de esa manera, la respuesta será la misma, él es mi pareja para esta noche y no voy a dejar que te lo lleves —pronunció Alena de manera enfática, aunque con una sonrisa en sus labios.Úrsula arqueó una ceja detrás de su máscara y le lanzó una sonrisa desafiante a Alena. Aníbal se dio cuenta de que las dos mujeres no se llevaban bien.—Vaya, vaya, Alena, no sabía que estabas acompañada, como siempre vienes sola, estás y llegas sola, pensé que los hombres no te interesaban, pero si llegaste con él ¿Por qué no lo dijiste antes? —dijo Úrsula con un tono burlón, no creyendo en sus palabras.Aníbal notó la tensión en el aire y decidió intervenir para calmar las cosas o eso creyó que hacía.—No se preocupen, chicas. No tengo ningún problema en bailar con las dos, puede ser divertido, que bailemos los tres —propuso.Alena l