Úrsula se enfureció y le lanzó una mirada fría a Alena. Aníbal se sintió incómodo ante la tensión que había surgido entre las dos mujeres.—Lo siento, Úrsula, así me mires de esa manera, la respuesta será la misma, él es mi pareja para esta noche y no voy a dejar que te lo lleves —pronunció Alena de manera enfática, aunque con una sonrisa en sus labios.Úrsula arqueó una ceja detrás de su máscara y le lanzó una sonrisa desafiante a Alena. Aníbal se dio cuenta de que las dos mujeres no se llevaban bien.—Vaya, vaya, Alena, no sabía que estabas acompañada, como siempre vienes sola, estás y llegas sola, pensé que los hombres no te interesaban, pero si llegaste con él ¿Por qué no lo dijiste antes? —dijo Úrsula con un tono burlón, no creyendo en sus palabras.Aníbal notó la tensión en el aire y decidió intervenir para calmar las cosas o eso creyó que hacía.—No se preocupen, chicas. No tengo ningún problema en bailar con las dos, puede ser divertido, que bailemos los tres —propuso.Alena l
Aníbal no quería moverse, si por él fuera se quedaría con ella así para siempre, pero sabía que si lo hacía, corría el riesgo de ser descubierto, aunque a decir verdad, él estaba seguro de que ella conocía su identidad, pero si quería fingir demencia y que él no era Aníbal, no era quién para contradecirla. Así que se levantó con cuidado y la acostó en el sofá con cuidado, ver su cuerpo desnudo y provocativo, causo una nueva corriente de excitación en él, no quiso dejarla descubierta, y le acomodó la ropa, colocándole encima el saco de su traje, dándole un beso con suavidad en sus labios.Se levantó con dificultad, porque durante el momento de pasión, estaba tan feliz y deseoso de estar con Alena, que hasta se olvidó del dolor de su pierna, pero ahora que todo se había enfriado no dejaba de dolerle. Tomó el bastón, la observó una vez más y salió de allí, antes de volver a tomarla.Cuando llegó a la planta baja, la mujer que lo había abordado cuando llegó salió a su encuentro. —Si ya
Alena decidió que no iba a dejar pasar la oportunidad de vengarse de Aníbal, por eso al día siguiente, Alena planificó su estrategia, mientras él preparaba comida con Nataniel, ella se duchó, se vistió, y salió a donde ellos estaban.—¿Tienen algo de comer para mí? Es que estoy muy apurada —declaró de manera acelerada.—¿Vas a salir? Pensé que como era domingo pasarías el día con nosotros —dijo Aníbal sin dejar de observarla.—Lo siento, no puede ser, anoche conocí a alguien en el club donde fui y me invitó a salir hoy a pasar el día con él y como tú estás cuidando al niño, porque tienes toda su vida sin pasar los domingos juntos —pronunció con una sonrisa.—¿Quién es? ¿A qué hora lo conociste? Antes de que yo… —se quedó callado al darse cuenta de lo que estaba a punto de salir de sus labios.Alena observó con satisfacción como la expresión de Aníbal cambiaba, sabía que decir eso le causaría molestia, pero precisamente quería que confesara que era el hombre del club.—¿Antes de qué, A
Aníbal se sorprendió ante la respuesta de ella. No esperaba que fuera tan astuta como para haberse dado cuenta de su juego. Sin embargo, no pudo evitar sentir una extraña excitación ante su confesión, porque durante todo ese tiempo ella había pensado en él. No creyó que ella se hubiera dado cuenta tan pronto que el hombre con quien había estado haciendo el amor esa noche y la anterior en el club era él. La miró con un brillo de deseo en los ojos mientras ella se acercaba lentamente a él. Pese a todo se sintió aliviado. Había sido difícil mantener el engaño, pero valió la pena para ver la reacción en su rostro. —¿En serio lo sabías? —preguntó él, sintiendo cómo su corazón latía más rápido, acercándose a ella, la tomó por la cintura, atrayéndola hacia él. Alena lo rodeó con sus brazos y asintió con una sonrisa seductora en los labios. —Desde el primer momento supe que eras tú. Nadie me hace sentir como tú lo haces —dijo ella, acariciando suavemente la mejilla de Aníbal. Aníbal la
Nataniel se quedó parado observando a Rayito alejarse, fue Santi quien se acercó poniéndole una mano en el hombro. —Lo siento mucho, creo que malinterpretó todo, aunque pienso que no deberías darle importancia, ignórala, y habla con otras niñas, así ella creerá que no te afecta y tratará de buscarte. —¿Será? ¿Estás seguro? —preguntó el niño con incredulidad y con una expresión de preocupación en su rostro. —Claro, sabes que yo no voy a mal aconsejarte, hazme caso, ni siquiera la busques para darle explicaciones, que crea lo que ella quiere —dijo Santi mirando a su hermano con suspicacia mientras Salva negaba con la cabeza con reprobación, sin embargo, esos gestos pasaron desapercibido para Natán. —Gracias por los consejos —habló el niño, corriendo para su salón, mientras Rayito lo miraba apartada con una expresión triste, porque pensó que Natán correría para explicarle y no lo hizo, de hecho corrió para el otro lado de donde ella estaba ignorándolo por completo. Santiago la vio y
Rayito se quedó paralizada por un momento, observando el cuerpo inmóvil de Natán en el suelo, mientras las lágrimas se agolpaban en sus ojos.Su corazón latió con fuerza mientras comenzó a gritar y a llorar al mismo tiempo. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia el niño y se arrodilló a su lado.—¡Auxilio! ¡Ayuda! —gritó la niña con todas sus fuerzas tomando la mano fría del niño, mientras sentía el miedo instalarse en sus pequeños huesos—, abre los ojos Natán, perdóname… tú eres mi mejor amigo y nadie será cómo tú, yo te quiero mucho… no quiero que te pase nada malo —dijo con voz entrecortada sin dejar de llorar, poniendo su carita en el pecho del niño, mientras un hilo de sangre le corría por la frente.Un grupo de personas se había reunido alrededor de ellos y comenzaron a llamar a una ambulancia. Los maestros salieron corriendo del colegio y hasta el portero, que se había ido por tan solo segundos, salió con las manos en la cabeza lamentando no haber estado allí y sintiéndose culpab
El doctor les indicó que podían pasar a ver a Nataniel, pero que debían ser cuidadosos debido a su delicado estado de salud. Al entrar a la habitación donde estaba su hijo, el corazón de Alena se partió en dos y sintió que el mundo le caíaencima. Era doloroso ver a su pequeño conectado a un sinfín de tubos y cables, su cuerpo tan inmóvil que parecía no estar vivo, no pudo evitar un leve gemido de desesperación salir de sus labios y gruesas lágrimas recorrieron su rostro. —¡Oh por Dios! —exclamó Alena llevando la mano a su boca para contener los sollozos—, mi niño precioso. Aníbal se acercó con ella, la tomó por la mano y juntos observaron a su hijo. Miles de pensamientos pasaban por la mente del hombre, se negaba a que la vida fuera tan cruel con ellos para perder a su niño justo ahora cuando lo acababa de conocer y cuando habían comenzado a vivir como una familia.Las horas fueron pasando, y la condición de Nataniel seguía empeorando. Los doctores hacían todo lo posible por mant
Aníbal sintió una renovada esperanza en su corazón al verlo.Daba la impresión de que Nataniel estaba más conectado con el mundo exterior de lo que todos habían pensado. Le apretaba la mano a Rayito mientras ella hablaba. De repente, Nataniel abrió los ojos y miró directamente a los ojos de la niña.Ella se sorprendió por un momento, pero luego sonrió dulcemente.—Hola, Natán. Soy yo, Rayito. Vine a visitarte porque te extrañé mucho —dijo ella con ternura.Nataniel intentó hablar, pero no podía encontrar las palabras. Sin embargo, su padre Aníbal notó una pequeña lágrima en la comisura de sus ojos y le pasó su mano con suavidad para limpiársela.—Creo que le hiciste bien, Rayito. Él sabe que lo quieres y que estás aquí para estar a su lado y eso lo hace muy feliz —dijo Aníbal mientras acariciaba con suavidad la frente de su hijo sin dejar de sonreír.Rayito se sintió abrumada por la emoción del momento. Tenía tantas cosas que quería decirle a Nataniel, pero no sabía cómo expresarlas c