El doctor les indicó que podían pasar a ver a Nataniel, pero que debían ser cuidadosos debido a su delicado estado de salud. Al entrar a la habitación donde estaba su hijo, el corazón de Alena se partió en dos y sintió que el mundo le caíaencima. Era doloroso ver a su pequeño conectado a un sinfín de tubos y cables, su cuerpo tan inmóvil que parecía no estar vivo, no pudo evitar un leve gemido de desesperación salir de sus labios y gruesas lágrimas recorrieron su rostro. —¡Oh por Dios! —exclamó Alena llevando la mano a su boca para contener los sollozos—, mi niño precioso. Aníbal se acercó con ella, la tomó por la mano y juntos observaron a su hijo. Miles de pensamientos pasaban por la mente del hombre, se negaba a que la vida fuera tan cruel con ellos para perder a su niño justo ahora cuando lo acababa de conocer y cuando habían comenzado a vivir como una familia.Las horas fueron pasando, y la condición de Nataniel seguía empeorando. Los doctores hacían todo lo posible por mant
Aníbal sintió una renovada esperanza en su corazón al verlo.Daba la impresión de que Nataniel estaba más conectado con el mundo exterior de lo que todos habían pensado. Le apretaba la mano a Rayito mientras ella hablaba. De repente, Nataniel abrió los ojos y miró directamente a los ojos de la niña.Ella se sorprendió por un momento, pero luego sonrió dulcemente.—Hola, Natán. Soy yo, Rayito. Vine a visitarte porque te extrañé mucho —dijo ella con ternura.Nataniel intentó hablar, pero no podía encontrar las palabras. Sin embargo, su padre Aníbal notó una pequeña lágrima en la comisura de sus ojos y le pasó su mano con suavidad para limpiársela.—Creo que le hiciste bien, Rayito. Él sabe que lo quieres y que estás aquí para estar a su lado y eso lo hace muy feliz —dijo Aníbal mientras acariciaba con suavidad la frente de su hijo sin dejar de sonreír.Rayito se sintió abrumada por la emoción del momento. Tenía tantas cosas que quería decirle a Nataniel, pero no sabía cómo expresarlas c
Julián firmó la notificación justo cuando Erika apareció y no tardó en preguntarle.—¿Qué pasa mi amor? ¿Qué es eso? —inquirió la mujer.—No te preocupes, no es nada —dijo para tratar de tranquilizarla, temiendo una nueva crisis en ella.Sin embargo, Erika no se detuvo y se acercó donde él estaba firmando, tomó el documento y comenzó a leer, pero antes de que terminara de hacerlo a él no le quedó más alternativa que contarle lo que estaba ocurriendo.—Es Elisa, está demandando pidiendo la custodia de Rayito —soltó mientras el rostro de Erika palidecía.Por un momento no dijo nada, es como si estuviera analizando sus palabras, hasta que finalmente habló.—Te lo dije, ella no se iba a quedar tranquila… tú no puedes permitir que se quede con la custodia de nuestra niña —dijo Erika sin poder ocultar si desesperación.Julián se pasó la mano por la cabeza con preocupación.—No lo hará, el juicio en su contra por lo que te hizo empieza pronto.—Sí, pero el suyo por la custodia de Rayito empi
Julián frunció el ceño, confundido por las palabras de la mujer. ¿Qué era lo que ella tenía que decirle que necesitaba un trago fuerte para poder hablar? Sin embargo, no podía negar que estaba curioso por saber más acerca de esta mujer misteriosa y cómo era eso, que era la madre de Erika.Con resignación, Julián se levantó de su asiento y fue a su mini bar. Sirvió dos vasos de whisky, uno para ella y otro para él, porque tal vez lo iba a necesitar. Regresó a su silla y se lo ofreció a Evelina, quien lo tomó agradecida y le dio un sorbo antes de comenzar a hablar.—Yo soy la madre biológica de Erika—, empezó a explicar Evelina—, pero no la crie yo. Después de que ella nació, no estaba preparada para ser madre, sentía que me ataba, que estaba muy joven para esa responsabilidad, y me fui dejando a mi marido y a mi hija. Dos meses después de irme de su lado, le pedí el divorcio a su padre. Él intentó persuadirme para que por lo menos la visitara unas tres veces al año y yo me negué, quer
Erika sintió que el mundo se le caía encima al escuchar las palabras de Elisa, su despreciable hermana. No podía creer que estuviera haciendo tal petición. Jamás permitiría que eso sucediera.—No puedes ser tan despiadada y despreciable, existen límites y hasta tú deberías conocerlos —dijo en voz baja, intentando contener esa mezcla de rabia y tristeza que se agitaba en su interior.Elisa se levantó de la silla y se acercó a Erika. La miró a los ojos fijamente con prepotencia y dijo: —Sí, puedo. Y si no aceptas mi propuesta no verás más a Kaire, tendrás que decidir dejarme pasar una noche con tu marido y tu hija será tuya para siempre, o no me acuesto con él, pero me llevo a la mocosa para siempre y jamás volverás a verla. Así que piensa bien lo que vas a hacer. Tienes cuarenta y ocho horas para decidir que es cuando comienza el juicio. Escoge bien.—¿Por qué me odias tanto? Somos hermanas, toda la vida te he cuidado, protegido, incluso siempre he puesto tus intereses por encima de l
Erika se giró con un gesto de disgusto en su rostro, pero mantuvo la compostura.—No te preocupes, Julián. Ella ya se va —dijo y se dirigió hacia Elisa—¡Vete! No tienes porque seguir aquí, ya hablamos y solo tienes que esperar mi respuesta —expuso con firmeza.—¿Qué hace ella aquí? ¿Acaso no di la orden en la entrada que no la dejaran pasar? —preguntó Julián con autoridad.Elisa soltó una risa malvada y se acercó a Julián con una mirada desafiante.—Oh, mi querido Julián, Erika y yo teníamos una conversación interesante… cosas que se quedan entre familia ¿Verdad hermanita? Y es que tú no sabes, pero las mujeres en nuestra familia siempre buscan la forma de conseguir lo que quieren ¿Y qué crees esposito? —inquirió con una sonrisa pícara—, te quiero a ti desde que éramos jóvenes y te vi por primera vez, y creo que estoy muy cerca de lograrlo.Erika sintió un nudo en la garganta, mientras su corazón latía con fuerza.—¡Sácala! —ordenó de nuevo a la chica de servicio.Por un momento Erika
Julián asintió y sacó su teléfono, allí había registrado el número de móvil de la madre biológica de Erika. Cuando la llamó, después de unos minutos de hablar, acordaron reunirse en un restaurante cercano en el centro de la ciudad en horas nocturnas. Erika se vistió de manera sencilla y elegante y se preparó para lo que sería un encuentro emocionalmente agotador. A medida que se acercaba al restaurante, su corazón latía con fuerza en su pecho. ¿Qué diría su madre biológica? ¿Cómo se sentiría al verla por primera vez? ¿Se parecería a la madre que la crio? Numerosas eran las preguntas que se agolpaban en su mente inquietándola.Finalmente, llegaron al restaurante, Erika vio a una mujer sentada en una mesa al fondo y supo que era ella su madre biológica porque, era idéntica a su madre de crianza. Julián se sentó en una mesa cerca, para darle privacidad. Al momento de ir acercándose a la mesa, Erika se dio cuenta que tenía el mismo color de pelo y ojos que ella, no podía negar que
Los dos días siguientes a la audiencia de custodia, Erika no podía dejar de estar nerviosa, no quería apartarse de la niña y curiosamente la pequeña tampoco deseaba alejarse de ella, para donde se movía su madre ella la seguía.El ambiente era tenso, todos tenían la sensación como si algo malo hubiese a ocurrir.Julián a pesar de tener todo controlado, los testigos que declararían en contra de Elisa, afirmando que maltrataba a la niña, no podía dejar de sentirse preocupado, en ese momento estaban en la cama, con Rayito durmiendo entre los dos, Erika se dio cuenta y no pudo evitar preguntarle.—No te veo tranquilo, siento que hay algo que te carga preocupado ¿Acaso piensas que mañana podemos perder la custodia de la niña? —interrogó nerviosa.—Las pruebas y todo está a nuestro favor, el juicio vamos a ganarle, no tenemos porqué preocuparnos —dijo Julián tratando de tranquilizarla. —Pero a pesar de saber eso estamos inquietos, preocupados, y la verdad es que nunca he sentido tanto mie