Julián asintió y sacó su teléfono, allí había registrado el número de móvil de la madre biológica de Erika. Cuando la llamó, después de unos minutos de hablar, acordaron reunirse en un restaurante cercano en el centro de la ciudad en horas nocturnas. Erika se vistió de manera sencilla y elegante y se preparó para lo que sería un encuentro emocionalmente agotador. A medida que se acercaba al restaurante, su corazón latía con fuerza en su pecho. ¿Qué diría su madre biológica? ¿Cómo se sentiría al verla por primera vez? ¿Se parecería a la madre que la crio? Numerosas eran las preguntas que se agolpaban en su mente inquietándola.Finalmente, llegaron al restaurante, Erika vio a una mujer sentada en una mesa al fondo y supo que era ella su madre biológica porque, era idéntica a su madre de crianza. Julián se sentó en una mesa cerca, para darle privacidad. Al momento de ir acercándose a la mesa, Erika se dio cuenta que tenía el mismo color de pelo y ojos que ella, no podía negar que
Los dos días siguientes a la audiencia de custodia, Erika no podía dejar de estar nerviosa, no quería apartarse de la niña y curiosamente la pequeña tampoco deseaba alejarse de ella, para donde se movía su madre ella la seguía.El ambiente era tenso, todos tenían la sensación como si algo malo hubiese a ocurrir.Julián a pesar de tener todo controlado, los testigos que declararían en contra de Elisa, afirmando que maltrataba a la niña, no podía dejar de sentirse preocupado, en ese momento estaban en la cama, con Rayito durmiendo entre los dos, Erika se dio cuenta y no pudo evitar preguntarle.—No te veo tranquilo, siento que hay algo que te carga preocupado ¿Acaso piensas que mañana podemos perder la custodia de la niña? —interrogó nerviosa.—Las pruebas y todo está a nuestro favor, el juicio vamos a ganarle, no tenemos porqué preocuparnos —dijo Julián tratando de tranquilizarla. —Pero a pesar de saber eso estamos inquietos, preocupados, y la verdad es que nunca he sentido tanto mie
Antes de la audienciaRayito aprovechó que sus padres estaban hablando con los abogados y sus hermanos estaban entretenidos con sus tablets, y salió de allí, se fue por la puerta trasera, que daba por un pasillo de muchas puertas, miró a todos los lados, para ver si alguien la estaba viendo, pero al no ver a nadie respiró aliviada.Caminó tratando de hacer el menor ruido posible, sabía que si sus padres se daban cuenta de su escape e incluso los gemelos la llevarían de vuelta a la sala donde estaban todos. Comenzó a leer los porta nombres ubicados en la parte superior de las puertas, escritas con letras doradas, donde aparecían los nombres del juez y tribunal.La niña esbozó una sonrisa contenta cuando se detuvo frente a una puerta cerrada con el nombre del juez que estaba buscando.—Elías Fer… nández. Juez qui… quinto de Me…nores —leyó y sonrió contenta ¡Había encontrado lo que buscaba! Sabía que ese era el juez que tomaría la decisión sobre su custodia, necesitaba ayuda… porque deb
Cuando Rayito vio la ira de Elisa, y que corría detrás de ella para atraparla, decidió huir y el lugar que se le ocurrió fue en el piso superior, así que corrió escaleras arriba, pero se dio cuenta de que no sabía cuál habitación ocupar, así que fue abriendo las puertas una por una, para ver cuál le gustaba más, dejando un rastro de lodo por toda la casa.Como escuchó los pasos de Elisa, tuvo miedo que la alcanzara, por nada del mundo le permitiría que la maltratara, ya era una niña que sabía defenderse y mientras más Elisa la lastimara ella se portaría peor. Así que entró en la habitación más bonita que encontró, cerró la puerta y se escondió debajo de la cama.Respiró pausadamente y trató de mantenerse en silencio para no ser descubierta.Pero no pasó mucho tiempo antes de que Elisa llegara a la puerta, miró al suelo y se dio cuenta por el barro que la niña había huido, allí, con una sonrisa maliciosa, volvió a cerrar la puerta y le pasó seguro dejando a Rayito encerrada.—Te vas a
Elisa nunca se imaginó que la pequeña demonia, terminaría con sus ganas de hacer sufrir a Erika, el dolor era insoportable, no la sorprendería que se le haya fracturado la columna.La subieron en la ambulancia, y le inyectaron un analgésico para el dolor que pidió en tono suplicante, pero se quedó sorprendida, cuando vio a dos hombres de traje negro elegantemente vestidos, que subieron con ella.—¿Quiénes son ustedes? —protestó conteniendo el dolor.—Somos los abogados del señor Julián, venimos porque necesitamos que nos firme unos documentos donde renuncia a la custodia y la patria potestad de Kaire, porque si no lo hace, entonces cuando regrese usted a su casa, deberá recibir de nuevo a la niña y cuidarla.La mujer puso una expresión de terror en su cara, ni loca aceptaría a esa niña en su casa, si le había fracturado la columna en unas horas, capaz que si la dejaba más tiempo la terminaría haciendo rodar por las escaleras.—¡Deme ese papel! ¿En qué parte firmo? Es que ni loca acept
Aníbal besó a Alena con una pasión desbordante, no había parte de su cuerpo que no recorriera no solo con sus manos, sino también con su lengua. Estaba tan enamorado de ella que no podía resistirse a sus encantos, esa mujer se había filtrado en lo más profundo de su corazón, no supo cómo, solo sabía que había llegado allí para quedarse.La pasión que sentía entre sus brazos era aún más fuerte y ardiente que el fuego que ardía en su corazón. La besó con fuerza y profundidad, como si su vida dependiera de ello. Besaba cada lugar de su cuerpo con una absoluta pasión y devoción, de sus mejillas a sus labios, de sus orejas a su cuello, sus cabellos, estaba totalmente volcado a ella a hacerla sentir las más excelsas de emociones.Sus manos se movían con dulzura por su cuerpo, acariciando suavemente su piel. Deslizaba sus dedos por sus piernas, su espalda, sus hombros y su cuello. Se sentía encantado de la suavidad de su piel y no podía dejar de besarla. Sus besos eran cálidos y tiernos, ll
Julián y Erika, a pesar de estar deseosos por estar juntos, decidieron pasar antes por las habitaciones de sus hijos, fueron primero a la de Salva, se pararon de manera silenciosa en la puerta del dormitorio, tomados del brazo, mirando el mundo resplandeciente que había dentro y allí encontraron a Santiago y a Nataniel, estaban profundamente dormidos.—Creo que la velada los agotó por completo, están en coma —dijo Julián sonriendo, refiriéndose a que estaban totalmente dormidos.—Viéndolos así, cualquiera creería que son unos angelitos, pero nosotros sabemos los diablitos que pueden llegar a ser estas criaturas —habló Erika sin dejar de observarlos orgullosa. La luz de la lamparilla de noche proyectaba sutiles sombras en las paredes, apenas iluminando los brillantes colores y formas que llenaban la habitación. Los juguetes brillaban suavemente en una esquina.—Como estos pequeños están bien, veamos ahora a nuestra pequeña, Rayito.Salieron de la habitación apagando las luces y entra
Alena se miró por última vez en el espejo, se arregló un mechón rebelde que había caído de su peinado, con cuidado se la acomodó, procurando no estropear la trenza ornamentada en la coronilla que se entrecruzaban en la circunferencia de su cabeza. Satisfecha, se volvió y sonrió a su reflejo. De pronto escuchó una risita detrás de ella y su hijo estaba sentado allí, en la silla de ruedas, aunque ya caminaba, solo daba pocos pasos. Llevaba ropa de etiqueta, parecía un hermoso y elegante caballero, sostenía entre sus manos una almohada sobre la que había dos anillos de boda. —Mi hermoso hombrecito —dijo, con una voz llena de amor y orgullo. Sabía que para él también sería un día especial, así que le tomó las manos y se las besó. Él la miró con adoración y ella cogió su almohada y lo abrazó con fuerza. —Vamos mami, ¡Apúrate! Ya quiero que te cases con mi padre rápido, ¿vale? —susurró.Ella asintió y le dio un último beso en la coronilla antes de soltarlo. Cogió el velo, se lo puso sob