Julián se dirigió a la estación policial donde estaba Loretto, había conversado con sus abogados antes, para establecer un acuerdo, ahora se lo iban a presentar, solo esperaba que el hombre accediera, lo único que quería es que Elisa pagara por todo lo que hizo.Entró a una pequeña sala, donde ya estaba el hombre sentado en una mesa.Julián se acercó sin decir nada y tomó asiento, antes de que hablara lo hizo Loretto.—Tengo las pruebas que necesita en contra de Elisa ¿Qué me ofreces a cambio? —interrogó mirándolo con interés.—Eso depende de la información que tengas… aunque no me gustan los traidores, un día lo traicionan a uno y al otro, traicionan al siguiente, no son dignos de confianza —expresó molesto Julián.—Hay muchas cosas que uno es capaz de hacer por amor… Elisa fue el amor de mi vida, quien me ayudó a conseguir el empleo.—¿Eran amantes? —preguntó más por curiosidad que porque lo interesara.—Nunca tuvo más ojos, si no para usted, está obsesionada… ella no me dio lo que
Alena se quedó paralizada, sin embargo, segundos después, disfrutó de sus besos, sintió esa calidez que solo él la había hecho experimentar, cerró los ojos para tratar de llevar aire a sus pulmones, porque tenía la sensación de que colapsaría en ese momento.Se apartó de él, colocando su mano en el pecho y lo miró con incredulidad.—Eso… eso fue… —tartamudeó.—Era para demostrarte que no tienes razones para estar celosa, y para que te des cuenta de que me importas —dijo Aníbal con un brillo divertido en sus ojos—. ¿Crees que si no me importaras estaría aquí?Sintió la boca de Aníbal descender por su cuello, y tuvo la sensación de que cada una de las terminaciones nerviosas de su cuerpo vibraba, para segundos después sentir que cayó en un vacío, y un golpe del impacto de la cabeza cuando aterrizó con el piso.Alena se despertó sobresaltada, no podía creer que se hubiera quedado dormida en el sofá después de haberlo curado, y lo del beso solo había sido producto de su sueño, suspiró con
En ese momento, Aníbal llamó a Erika.—Hola pioja —le dijo cariñosamente.“Hola, piojoso” respondió la mujer en un tono de tristeza y las alarmas de Aníbal se activaron.—¿Qué ocurre Erika? —preguntó con preocupación, se escuchó un suspiro al otro lado de la línea.“¿Te recuerdas de esos extraños episodios que me dieron en Estados Unidos?”—Claro que recuerdo ¿Te volvieron a dar? —preguntó preocupado.“Sí, me han diagnosticado una enfermedad y…”—Te llamaba para pedirte un favor, pero mejor voy a tu casa y me cuentas en persona lo que ocurre, eso no es algo que podamos hablar telefónicamente.Sin dudarlo, agarró el bastón, su cartera y a su hijo, paró un taxi y se dirigió a casa de Erika.Cuando llegaron a la casa, Nataniel le pidió su teléfono a su padre.—¿Me puedes prestar el teléfono para llamar a Rayito? —interrogó y Aníbal frunció el ceño.—No entiendo hijo, si ya la vas a ver, no tiene sentido —le dijo Aníbal, pero al ver la expresión de su hijo supo cuáles eran sus intenciones
Úrsula se enfureció y le lanzó una mirada fría a Alena. Aníbal se sintió incómodo ante la tensión que había surgido entre las dos mujeres.—Lo siento, Úrsula, así me mires de esa manera, la respuesta será la misma, él es mi pareja para esta noche y no voy a dejar que te lo lleves —pronunció Alena de manera enfática, aunque con una sonrisa en sus labios.Úrsula arqueó una ceja detrás de su máscara y le lanzó una sonrisa desafiante a Alena. Aníbal se dio cuenta de que las dos mujeres no se llevaban bien.—Vaya, vaya, Alena, no sabía que estabas acompañada, como siempre vienes sola, estás y llegas sola, pensé que los hombres no te interesaban, pero si llegaste con él ¿Por qué no lo dijiste antes? —dijo Úrsula con un tono burlón, no creyendo en sus palabras.Aníbal notó la tensión en el aire y decidió intervenir para calmar las cosas o eso creyó que hacía.—No se preocupen, chicas. No tengo ningún problema en bailar con las dos, puede ser divertido, que bailemos los tres —propuso.Alena l
Aníbal no quería moverse, si por él fuera se quedaría con ella así para siempre, pero sabía que si lo hacía, corría el riesgo de ser descubierto, aunque a decir verdad, él estaba seguro de que ella conocía su identidad, pero si quería fingir demencia y que él no era Aníbal, no era quién para contradecirla. Así que se levantó con cuidado y la acostó en el sofá con cuidado, ver su cuerpo desnudo y provocativo, causo una nueva corriente de excitación en él, no quiso dejarla descubierta, y le acomodó la ropa, colocándole encima el saco de su traje, dándole un beso con suavidad en sus labios.Se levantó con dificultad, porque durante el momento de pasión, estaba tan feliz y deseoso de estar con Alena, que hasta se olvidó del dolor de su pierna, pero ahora que todo se había enfriado no dejaba de dolerle. Tomó el bastón, la observó una vez más y salió de allí, antes de volver a tomarla.Cuando llegó a la planta baja, la mujer que lo había abordado cuando llegó salió a su encuentro. —Si ya
Alena decidió que no iba a dejar pasar la oportunidad de vengarse de Aníbal, por eso al día siguiente, Alena planificó su estrategia, mientras él preparaba comida con Nataniel, ella se duchó, se vistió, y salió a donde ellos estaban.—¿Tienen algo de comer para mí? Es que estoy muy apurada —declaró de manera acelerada.—¿Vas a salir? Pensé que como era domingo pasarías el día con nosotros —dijo Aníbal sin dejar de observarla.—Lo siento, no puede ser, anoche conocí a alguien en el club donde fui y me invitó a salir hoy a pasar el día con él y como tú estás cuidando al niño, porque tienes toda su vida sin pasar los domingos juntos —pronunció con una sonrisa.—¿Quién es? ¿A qué hora lo conociste? Antes de que yo… —se quedó callado al darse cuenta de lo que estaba a punto de salir de sus labios.Alena observó con satisfacción como la expresión de Aníbal cambiaba, sabía que decir eso le causaría molestia, pero precisamente quería que confesara que era el hombre del club.—¿Antes de qué, A
Aníbal se sorprendió ante la respuesta de ella. No esperaba que fuera tan astuta como para haberse dado cuenta de su juego. Sin embargo, no pudo evitar sentir una extraña excitación ante su confesión, porque durante todo ese tiempo ella había pensado en él. No creyó que ella se hubiera dado cuenta tan pronto que el hombre con quien había estado haciendo el amor esa noche y la anterior en el club era él. La miró con un brillo de deseo en los ojos mientras ella se acercaba lentamente a él. Pese a todo se sintió aliviado. Había sido difícil mantener el engaño, pero valió la pena para ver la reacción en su rostro. —¿En serio lo sabías? —preguntó él, sintiendo cómo su corazón latía más rápido, acercándose a ella, la tomó por la cintura, atrayéndola hacia él. Alena lo rodeó con sus brazos y asintió con una sonrisa seductora en los labios. —Desde el primer momento supe que eras tú. Nadie me hace sentir como tú lo haces —dijo ella, acariciando suavemente la mejilla de Aníbal. Aníbal la
Nataniel se quedó parado observando a Rayito alejarse, fue Santi quien se acercó poniéndole una mano en el hombro. —Lo siento mucho, creo que malinterpretó todo, aunque pienso que no deberías darle importancia, ignórala, y habla con otras niñas, así ella creerá que no te afecta y tratará de buscarte. —¿Será? ¿Estás seguro? —preguntó el niño con incredulidad y con una expresión de preocupación en su rostro. —Claro, sabes que yo no voy a mal aconsejarte, hazme caso, ni siquiera la busques para darle explicaciones, que crea lo que ella quiere —dijo Santi mirando a su hermano con suspicacia mientras Salva negaba con la cabeza con reprobación, sin embargo, esos gestos pasaron desapercibido para Natán. —Gracias por los consejos —habló el niño, corriendo para su salón, mientras Rayito lo miraba apartada con una expresión triste, porque pensó que Natán correría para explicarle y no lo hizo, de hecho corrió para el otro lado de donde ella estaba ignorándolo por completo. Santiago la vio y