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Capítulo 32. La caretas se empiezan  a caer.

Cuando vio llevarse al médico el rostro de Pierina palideció.

—¿Vas a ser capaz de meterme en la cárcel? ¿A mí a tu propia madre? —interrogó sintiendo temor, porque aunque siempre había sabido que Julián era un hombre correcto, no lo creyó capaz de accionar en contra de ella, pero ahora viendo la forma en que estaba actuando ya no estaba tan segura.

Enseguida el centro de salud se llenó de periodistas, policías, funcionarios de organismos del estado interviniendo, la gente corría de un lado a otro, la mujer veía el escenario, por completo preocupada por el futuro, no podía creer que su hijo hubiera provocado esa escena frente a ella.

Habían bajado del auto y estaban observando todo lo que estaba ocurriendo.

—No había necesidad de crear este escándalo Julián ¿Qué ganas con esto?

—¿Qué gano con esto? ¿Aún me lo preguntas?

—Lo único que ganarás es que el doctor Arzola me denuncie a mí y a Elisa, a tu propia madre y a la mamá de tu hija ¿Quieres vernos arrastradas como unas vulgares deli
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