Cuando vio llevarse al médico el rostro de Pierina palideció.—¿Vas a ser capaz de meterme en la cárcel? ¿A mí a tu propia madre? —interrogó sintiendo temor, porque aunque siempre había sabido que Julián era un hombre correcto, no lo creyó capaz de accionar en contra de ella, pero ahora viendo la forma en que estaba actuando ya no estaba tan segura.Enseguida el centro de salud se llenó de periodistas, policías, funcionarios de organismos del estado interviniendo, la gente corría de un lado a otro, la mujer veía el escenario, por completo preocupada por el futuro, no podía creer que su hijo hubiera provocado esa escena frente a ella. Habían bajado del auto y estaban observando todo lo que estaba ocurriendo.—No había necesidad de crear este escándalo Julián ¿Qué ganas con esto?—¿Qué gano con esto? ¿Aún me lo preguntas?—Lo único que ganarás es que el doctor Arzola me denuncie a mí y a Elisa, a tu propia madre y a la mamá de tu hija ¿Quieres vernos arrastradas como unas vulgares deli
Julián y el comandante se vieron la cara, sin poder creer el descaro de Elisa, ambos negaron con la cabeza. Justo en ese momento, otro agente buscó a doña Pierina, mientas los otros dos observaban lo que ocurría en la sala de interrogación.El oficial que la estaba entrevistando cambió de estrategia porque necesitaba que hablara, suspiró y se rascó la cabeza con impaciencia.Desde que el agente la había visto se dio cuenta de que Elisa era una persona complicada, que aparentemente quería dar una imagen, de no saber nada, pero estaba seguro de que sabía más de lo que decía, había algo más allá de las apariencias.Miró a su compañero y asintió con la cabeza antes de volver a hablar.—Mire, señora Elisa, yo sé qué está pasando por un momento difícil, pero necesito su colaboración para resolver este caso. Si no es por mí, hágalo por su hermana, por el amor que dice haberle tenido. Ayúdenos a desenmascarar a los responsables de suministrarles medicamento a su hermana diferente a los que
—Vamos dentro, ¿Está tu mamá? —interrogó Julián.—No, ella salió hace poco tiempo con Aníbal —respondió Santi, quien vio cómo la expresión de su padre cambió en segundos.—¿Papá estás molesto por qué mamá salió con tío Aníbal? —interrogó el niño con curiosidad.—¿Yo? ¡No! ¡Para nada! ¿Por qué tendría que ponerme celoso? —dijo con tranquilidad, sin embargo, en su semblante era evidente su molestia—, vamos Kaire, por favor, entra.—Quiero quedarme jugando un poco más —pidió la niña en un tono de súplica. —¿Vas a jugar sola? —preguntó con preocupación.—Sí, ya va, ya los alcanzo —respondió la niña mientras planificaba qué hacer.“No quiero que mi Titi deje a mi papá porque yo le recuerde la traición… él la ama mucho y ha sufrido… en cambio, no sufrirá por mí, porque no me quería antes, y puede dejar de quererme pronto”, se dijo internamente convencida de sus pensamientos.Entretanto el otro par entró a la casa y Julián se esforzó por mantener una conversación casual con su hijo, pero su
Corrieron por el camino que habían tomado Salva y Santi durante su fuga, buscando cualquier rastro de la pequeña Kaire. La noche ya había caído, la preocupación y el miedo se apoderó de ellos. —¡Kaire! —gritó Erika corriendo desesperada, lo mismo hizo Julián y los niños. Caminaron hacia el patio de la casa, se dirigieron hacia la parte lateral de la propiedad, pero no la encontraron, Aníbal llamó a los guardias de seguridad y pidió a uno de ellos que llevara el auto.—Erika, yo iré a dar un recorrido con Aníbal para ver si la encontramos —informó deseando que se calmara, porque se veía demasiado angustiada y temía que le ocurriera algo.—Yo quiero ir con ustedes —pidió ella.—Lo mejor es que te quedes aquí y estés pendiente por si aparece, nos avisaremos cualquier novedad.Subieron al auto e hicieron el recorrido buscándola, primero hacia arriba de la calle y luego regresaron hacia abajo, pero lamentablemente no la encontraron, no apareció por ningún lado.—No se vino caminando, es
Elisa al cortar la comunicación con Julián se quedó pensando sobre todo en sus palabras sobre la inseminación artificial. —¿Por qué me dijo que me habían inseminado con su esperma y óvulos de otra mujer? —interrogó en voz alta, mientras los engranajes de su cerebro no dejaban de funcionar. Decenas de hipótesis surgieron en su mente, doña Pierina, que no había tenido más remedio que ir en el mismo auto con ella, la miraba susurrando y la veía con recelo mientras se mantenía atenta a sus palabras, había empezado a desconfiar de ella. —Eso no puede ser ¿Será posible fue una inseminación artificial, no una fecundación o sí? —la mujer no podía creer que eso fuera cierto. Aunque habían pasado varios minutos desde que salió de la estación policial, decidió volver. —¡Deténgase! —ordenó. —Lo siento, pero no puedo hacerlo, las instrucciones que tengo es llevarla a la casa —dijo el hombre, sin embargo, las palabras de la mujer lo hicieron detenerse. —Te detienes o me lanzó del vehículo ¿Tú
Kaire reconoció la voz del hombre, la había escuchado antes en la casa de su padre, estaba segura de que era uno de los guardias de seguridad, por un momento estuvo tratando de recordar su nombre hasta que por fin lo logró. “Se llama Loretto”, pensó, aunque no entendía por qué la había secuestrado. Se quedó tranquila en completo silencio, aunque sin poder evitar estar asustada, sin poder contener los sollozos, no quería que terminaran metiéndola en un closet, porque poco le gustaban los lugares cerrados y la oscuridad y estar donde coincidieran dos cosas que no le gustaban, le causaba un profundo temor. —Así está mejor mocosa, más te vale que me hagas caso, voy a soltarte, pero si vuelves a portarte mal, nadie podrá salvarte —expresó mirándola con molestia, al mismo tiempo que la liberaba y la dejaba sentada en la silla. La niña montó los pies en el asiento, se abrazó, a sí misma y cerró los ojos apretándolos con fuerza. “¿Será posible que le importe a alguien?, seguro mi papá va
El hombre se inclinó sobre el borde de la roca, miró hacia abajo y alumbró con la lámpara, allí vio a Kaire tendida en el suelo, con la cabeza sangrando y un brazo doblado en un ángulo extraño.Un escalofrío recorrió el cuerpo del hombre al darse cuenta de lo que había hecho. No había sido su intención provocar esa situación, solo quería llevarla de vuelta con Elisa.Se pasó la mano por la cabeza en un gesto desesperado, descendió de la roca y al llegar junto a ella se agachó. Loretto se quedó allí, inmóvil, mirando el cuerpo de Kaire tendido.El miedo había desaparecido del rostro de la pequeña y había sido reemplazado por una expresión que no podía definirse: algo entre la tristeza, aunque la vez una mueca de sonrisa, la levantó en sus brazos con cuidado.Kaire estaba inconsciente, su cabeza había golpeado fuertemente contra una roca. No se movió, su cuerpo estaba inerte y no se le sentía su respiración. El hombre estaba claro que tenía que hacer algo rápido, pero no sabía qué. No e
Erika se irguió, en todo lo que le daba su estatura, mirándola fijamente, tenía tantas ganas de restregarle la verdad en la cara, por un momento pensó en hacerlo, pero la leve negativa de Aníbal con la cabeza la hizo desistir de la idea. —No creo que me conozca —dijo cambiando la voz—, aunque desde ahora en lo adelante sí —pronunció con una sonrisa—, es un placer conocerla señora Del Pino —mencionó arrastrando las palabras y extendiendo la mano al mismo tiempo—, soy la madre de un par de compañeros amigos de Rayito. Elisa estiró la mano, se sintió demasiado inquieta ante la presencia de esa mujer. —¿Rayito? ¿Quién es ese? —interrogó sin ocultar su creciente desconfianza. . —Disculpe, es que así le decimos a Kaire, lo hacemos de cariño —respondió Erika. —No sé… de verdad que tengo la impresión de conocerla ¿Cómo se llama? —preguntó. —No creo que. me conozca, señora. Soy Cata —dijo con frialdad. —Vayamos y sentémonos a esperar —propuso Julián tratando de quitar la atención de Elis