Erika sintió que se le partía el corazón. Había oído la súplica desesperada de la niña, rogándole que no enviara a su padre a la cárcel, porque estaba enfermo. El llanto de la niña estaba lleno de emoción y dolor, y Erika se vio incapaz de ignorarlo. Nunca había oído a alguien llorar con tanta pena en su vida; era desgarrador. —Él es un buen papá, me canta canciones aunque con su voz gruesa, me cuenta cuentos, juega con mis muñecas y me deja pintarlo bonito, me monta en sus hombros para que me vea alta… nunca me regaña y me tiene paciencia. Mi papá es el único que me ama… no lo envíes a la cárcel, por favor. Además, yo quiero que él sea feliz en sus últimos días de vida —mientras más hablaba más lloraba la niña, sumiendo a Erika en una profunda tristeza.—¡No llores mi rayito! Por favor, me parte el alma, verte tan triste… te prometo que lo voy a pensar.Erika trataba por todos los medios de tranquilizar a la niña, mientras asimilaba la noticia de la enfermedad de Julián sin poder c
Erika no tenía idea de qué hacer frente a la visita que había llegado, su ex no podía verla, si lo hacía estaba pérdida y descubriría que estaba viva, las manos le sudaban, por un momento no supo cómo llegó hasta ahí, hasta que miró a sus hijos.—Ustedes son los culpables que el infiel esté en la puerta de mi casa, díganme ¿Se dejaron ver por las cámaras de seguridad? —preguntó Erika sin poder creer que sus hijos le hayan llevado al león a la puerta de la casa.Aníbal los vio y salió en su defensa.—No creo, yo enseñé muy bien a Salvador a cubrir sus huellas y le dije que debía eliminar el rastro ¿Si los borraste? —le preguntó el hombre y el niño bajó la cabeza, por completo apenado. —Allí tienes tu respuesta, eso pasa porque te crees un adulto Salva, por más que tengas la mente desarrollada, sigues siendo un niño, muy tremendo, por cierto.—¡Perdón! —dijo en un sollozo bajando la cabeza—, yo no quería que el infiel te encontrara.—¡Ay, Dios mío! Esto de manipular debe ser de familia
—Claro hermano, los demonios son los hijos del diablo —dijo Salva mirando fijamente a Julián, quien aún no salía de su impresión.Negó con la cabeza al ver a los niños, parecían como de siete u ocho años, pero algo le decía que quizás no tuvieran esa edad, por eso preguntó.—¿Qué edad tienen los niños? —interrogó sin dejar de mirarlos con curiosidad.—Casi cinco años, los cumplimos dentro de cuatro meses —respondió Salva con sinceridad.Su respuesta hizo que tanto Aníbal como Erika, soltaran el aire que estaban reteniendo, mientras Julián, en ese mimo momento comenzó a hacer cálculos en su interior, giró la vista hacia la mujer, pero la mirada de ella era serena, como si no temiera a nada, pero era tan parecida a su esposa, que era imposible pensar que no fuera ella y ahora al ver a los niños, la poca duda que pudiera tener se dilucidó, porque eran una copia exacta de él, y eso solo podía significar que su sospecha era cierta.“Ella es Erika, estoy seguro, quizás en el accidente perdi
Julián se dio cuenta de que Erika lo odiaba, sabía que no era para menos después de lo ocurrido, pero él necesitaba explicarle la verdad.—Erika, las cosas no sucedieron como crees… algo pasó ese día, que no te sé explicar… —antes de poder continuar ella lo interrumpió.—¡No Julián! No quiero que me expliques nada… ahora no, no quiero hablar del tema.Él la miró e insistió en hablar, sentía que si no era ahora, no lo haría nunca, y aún tenía mucho que decirle.—Está bien, si no quieres hablar del tema, entonces escúchame tú a mí... —dijo en tono suplicante.Erika lo pensó por varios minutos y terminó asintiendo, se dejó caer en uno de los sofás, no sabía por qué, pero una parte de ella deseaba escucharlo. Julián mandó a salir a sus hombres y se quedó esperando que ella le diera una oportunidad de explicarle.—Habla, tienes cinco minutos para decirme lo que desees —sentenció Erika.—Necesitaré más de cinco minutos.Fue lo primero que dijo, pero ella no lo debatió y se quedó mirándolo
—¿Si decidimos seguir adelante sin ti? —repitió el niño, y su pregunta dejó la habitación de silencio.—No puedes tomar una decisión sin conocerme —expresó Julián con humildad.—Créeme lo que conozco de ti hasta ahora, no me resulta atractivo, ni me hace tener buena impresión de ti —respondió el niño como si se tratara de un adulto.Julián se quedó sorprendido al escuchar al niño, una expresión de tristeza se cruzó en su rostro. Se acercó a él, exhalando profundamente. Sabía que cualquier palabra que saliera de él podría alejarlo definitivamente de sus hijos, así que decidió pensar muy bien lo que iba a decirle.Se agachó para estar a la altura de Salvador y le miró a los ojos con toda la dulzura del mundo. Estaba consciente del daño e impotencia que sentía aquel pequeño, pero también sabía que era el único modo en el cual podrían construir puentes para llegar al punto deseado por ellos dos. —Entiendo lo que sientes mi niño, yo lamento haberme comportado de esa manera, estaba tan mol
Julián se quedó en silencio durante un largo momento, sus ojos se posaron primero en los niños y luego en Kaire, ellos intercambiaron miradas cómplices, sabían que no se habían puesto de acuerdo para hablar de ello.Sin embargo, ante el prolongado silencio, Kaire intervino para defender a su padre.—No es bueno hacer preguntas tan personales a alguien que no conoces —dijo la niña con firmeza.Aníbal asintió en silencio, comprendiendo la situación, o no querían hablar del tema o todo era mentira y él se inclinaba más por esto último. Erika siguió limpiando la herida de Julián mientras él se sentía mortificado, preocupado porque no debió dejarse convencer por Kaire, “¿En qué carajo estabas pensando? ¿Acaso ya olvidaste las consecuencias de ocultarle las cosas a tu esposa?” se dijo indignado consigo mismo, sospechando que esa situación no les iba a traer nada bueno.“¡¡¡Idiota!!!” exclamó, no se dio cuenta de que había pronunciado las palabras en voz alta, si no hasta ver a todos los pr
Elisa caminaba de un lado a otro, esperando que su informante la llamara para darle información, quería saber dónde había ido Julián, con quien se había visto, todo, no le permitiría que se alejara de ella, era su esposo y tenía que responderle como tal.También necesitaba saber de la niña, temía que terminara diciéndole a Julián lo que le hacía cuando ella la molestaba, sabía que era su hija que debía cuidarla, pero era tan condenadamente igual a su hermana que eso no le permitía darle todo el afecto que le hubiera gustado darle. A veces paraba y se sentaba en un sillón del salón, con los ojos cerrados, esperando que el teléfono sonara. Otras veces, se colocaba detrás de las puertas de las habitaciones para ver si escuchaba alguna información de los empleados, sobre Julián, pero las horas pasaban y no sabía nada.Marcó al celular del hombre, repicaba una y otra vez y no respondía, dejó un nuevo mensaje.—¿Dónde carajos estás? ¿Encontraste a mi hija? ¿Por qué no me respondes? ¿Acaso
Julián se acercó enfurecido, entrando al salón atronadoramente. Miró a su madre con una expresión acusadora, sus ojos brillaban de furia. Su madre, asustada, se levantó con rapidez y se volteó para mirarlo bien, visiblemente atemorizada.Las dos mujeres, quienes habían estado sentadas en la sala, se dieron cuenta de la presencia de Julián y sus rostros palidecieron. No habían notado que el hombre había escuchado parte de la conversación. El aire era pesado, tanto que les parecía que podrían sentir sus palabras en la piel.—¿Así que fuiste tú junto con Elisa quienes conspiraron en contra mía para que le fuera infiel a mi esposa y ella lo viera? ¿Qué hicieron? ¿Me drogaron? —preguntó el hombre con voz fría, mientras las miraba con atención, no podía decirle lo que descubrió de los mensajes, porque podrían sospechar que Erika estaba viva, pero esa conversación les serviría para ver hasta dónde estaban dispuestas a llegar.Los ojos de la madre de Julián se llenaron de lágrimas. Se detuvo