Erika se quedó fría ante las exigencias de su hijo, parecía que en vez de ella ser la madre, él era el padre ¿Acaso se había vuelto loco? ¿De verdad pensaban que ella les daría explicaciones de sus actos?, se dijo, sin poder creer el atrevimiento de Salvador.—¡Epa jovencito! —le dijo girándose, y con la voz enredada—¿Desde cuándo los pájaros… le tiran a las escopetas? ¿A cuenta de qué… me vienes a pedir explicaciones de dónde estaba? El niño se encogió de hombros y retrocedió.—A propósito… creo que aquí las explicaciones las pido yo, ¿De dónde vienes? ¿Por qué sacaste a tu hermano de la casa tan oscuro? —inquirió.—Yo no saqué a mi hermano, él está plácidamente dormido en su habitación —trató de justificar el niño y Erika soltó una carcajada.—Eres muy malo mintiendo… así era él —dijo con un sollozo—, yo siempre le creí, confié tanto que si me decía que el sol salía por el oeste y se ocultaba por el oriente… le habría creído no importa que fuera contrario a lo que aprendí… por eso m
—¿Qué has encontrado? —interrogó con voz severa.“Señor me llamó hace un minuto, estamos revisando las grabaciones de las diferentes cámaras, por favor espere”.—Necesito que le den prisa a eso, quiero saber dónde está mi hija, puede estar en peligro y todos por culpa de ustedes que al parecer sus conocimientos en esta área lo sacaron de una caja de detergentes —dijo apretando los dientes para contener la furia que amenazaba con desbordarse.Al cortar la llamada el hombre no podía con la impaciencia. Los segundos se sentían como horas mientras esperaba que el jefe de seguridad apareciera con alguna novedad. Parecía un animal enjaulado, caminando de un lado a otro, había pensado que podría tener un poco de tranquilidad ese día, porque a pesar del acoso de los periodistas se había sentido con una buena energía que tenía mucho tiempo que no sentía. Haber estado con esa mujer, le había regresado un poco las energías y las ganas de vivir “¿Quién sería ella?”, se dijo, “No puede ser mi Er
—¿Viste nuestra madre te ha aceptado? ¡Ya hasta te está peinando! —dijo Salvador, sin ocultar el tono celoso de su voz.—Pero al principio no me quería, creí que me echaría… si no le dicen del maltrato, ella quizás me habría corrido, odia a papá y a su hermana… me da tristeza porque papá la ama y nunca la ha olvidado —pronunció Kaire con un suspiro.—Él le hizo mucho daño, mamá siempre ha sido solitaria, sin amigos solo mi tía Claudia, una amiga que tiene en los Estados Unidos y mi tío Aníbal —explicó Santiago.—Ese Aníbal ¿Es el señor que vino a buscarla y con quien está hablando? ¿Él es su novio?Salva y Santi se miraron a los ojos con una expresión de confusión en su rostro, la niña entendió que ellos no sabían a qué se estaba refiriendo y aclaró.—¿Está enamorado de ella? ¿Le ven alguna intención de querer casarse con su madre? —preguntaba la niña con curiosidad.—Sí, nos ha preguntado algunas veces si queremos ser sus hijos, creo que si la ama y desea casarse con ella —respondió
Erika sintió que se le partía el corazón. Había oído la súplica desesperada de la niña, rogándole que no enviara a su padre a la cárcel, porque estaba enfermo. El llanto de la niña estaba lleno de emoción y dolor, y Erika se vio incapaz de ignorarlo. Nunca había oído a alguien llorar con tanta pena en su vida; era desgarrador. —Él es un buen papá, me canta canciones aunque con su voz gruesa, me cuenta cuentos, juega con mis muñecas y me deja pintarlo bonito, me monta en sus hombros para que me vea alta… nunca me regaña y me tiene paciencia. Mi papá es el único que me ama… no lo envíes a la cárcel, por favor. Además, yo quiero que él sea feliz en sus últimos días de vida —mientras más hablaba más lloraba la niña, sumiendo a Erika en una profunda tristeza.—¡No llores mi rayito! Por favor, me parte el alma, verte tan triste… te prometo que lo voy a pensar.Erika trataba por todos los medios de tranquilizar a la niña, mientras asimilaba la noticia de la enfermedad de Julián sin poder c
Erika no tenía idea de qué hacer frente a la visita que había llegado, su ex no podía verla, si lo hacía estaba pérdida y descubriría que estaba viva, las manos le sudaban, por un momento no supo cómo llegó hasta ahí, hasta que miró a sus hijos.—Ustedes son los culpables que el infiel esté en la puerta de mi casa, díganme ¿Se dejaron ver por las cámaras de seguridad? —preguntó Erika sin poder creer que sus hijos le hayan llevado al león a la puerta de la casa.Aníbal los vio y salió en su defensa.—No creo, yo enseñé muy bien a Salvador a cubrir sus huellas y le dije que debía eliminar el rastro ¿Si los borraste? —le preguntó el hombre y el niño bajó la cabeza, por completo apenado. —Allí tienes tu respuesta, eso pasa porque te crees un adulto Salva, por más que tengas la mente desarrollada, sigues siendo un niño, muy tremendo, por cierto.—¡Perdón! —dijo en un sollozo bajando la cabeza—, yo no quería que el infiel te encontrara.—¡Ay, Dios mío! Esto de manipular debe ser de familia
—Claro hermano, los demonios son los hijos del diablo —dijo Salva mirando fijamente a Julián, quien aún no salía de su impresión.Negó con la cabeza al ver a los niños, parecían como de siete u ocho años, pero algo le decía que quizás no tuvieran esa edad, por eso preguntó.—¿Qué edad tienen los niños? —interrogó sin dejar de mirarlos con curiosidad.—Casi cinco años, los cumplimos dentro de cuatro meses —respondió Salva con sinceridad.Su respuesta hizo que tanto Aníbal como Erika, soltaran el aire que estaban reteniendo, mientras Julián, en ese mimo momento comenzó a hacer cálculos en su interior, giró la vista hacia la mujer, pero la mirada de ella era serena, como si no temiera a nada, pero era tan parecida a su esposa, que era imposible pensar que no fuera ella y ahora al ver a los niños, la poca duda que pudiera tener se dilucidó, porque eran una copia exacta de él, y eso solo podía significar que su sospecha era cierta.“Ella es Erika, estoy seguro, quizás en el accidente perdi
Julián se dio cuenta de que Erika lo odiaba, sabía que no era para menos después de lo ocurrido, pero él necesitaba explicarle la verdad.—Erika, las cosas no sucedieron como crees… algo pasó ese día, que no te sé explicar… —antes de poder continuar ella lo interrumpió.—¡No Julián! No quiero que me expliques nada… ahora no, no quiero hablar del tema.Él la miró e insistió en hablar, sentía que si no era ahora, no lo haría nunca, y aún tenía mucho que decirle.—Está bien, si no quieres hablar del tema, entonces escúchame tú a mí... —dijo en tono suplicante.Erika lo pensó por varios minutos y terminó asintiendo, se dejó caer en uno de los sofás, no sabía por qué, pero una parte de ella deseaba escucharlo. Julián mandó a salir a sus hombres y se quedó esperando que ella le diera una oportunidad de explicarle.—Habla, tienes cinco minutos para decirme lo que desees —sentenció Erika.—Necesitaré más de cinco minutos.Fue lo primero que dijo, pero ella no lo debatió y se quedó mirándolo
—¿Si decidimos seguir adelante sin ti? —repitió el niño, y su pregunta dejó la habitación de silencio.—No puedes tomar una decisión sin conocerme —expresó Julián con humildad.—Créeme lo que conozco de ti hasta ahora, no me resulta atractivo, ni me hace tener buena impresión de ti —respondió el niño como si se tratara de un adulto.Julián se quedó sorprendido al escuchar al niño, una expresión de tristeza se cruzó en su rostro. Se acercó a él, exhalando profundamente. Sabía que cualquier palabra que saliera de él podría alejarlo definitivamente de sus hijos, así que decidió pensar muy bien lo que iba a decirle.Se agachó para estar a la altura de Salvador y le miró a los ojos con toda la dulzura del mundo. Estaba consciente del daño e impotencia que sentía aquel pequeño, pero también sabía que era el único modo en el cual podrían construir puentes para llegar al punto deseado por ellos dos. —Entiendo lo que sientes mi niño, yo lamento haberme comportado de esa manera, estaba tan mol