Alpha Ikender
•Ira•
—¡No, haz algo! — Su corazón se había detenido por completo. El vampiro pelirrojo permanecía de pie en el umbral de la puerta. Examinó con una mirada a la humana y se aproximó a su velocidad.
—Oh tesoro, ¿qué te hicieron? —estaba por golpearlo para que la ayudara y dejase de hablar, cuando mordió su muñeca dejando caer sangre dentro de su boca, posteriormente volvió ha hacerse una herida más, dejando caer el mismo líquido frío sobre su herida. Gruñí cuando rompió su vestido o lo que quedaba de él.
Me acerqué, tratando de escuchar de nuevo su corazón. Las manos me empezaban ha temblar.
—Vamos tesorito, si te mueres me muero yo— el vampiro se cruzó de brazos, inclinó su cuerpo hasta que su oreja quedara pegada al pecho de mi mate. Mantenía una expresión seria.
—¡Quítate de en...
—Regresó.
*Late, la revivió, no la perdimos*
Mi lobo aulló de felicidad y sentí que la vida se me regresaba, sus pulmones se llenaron de oxígeno.
—Tienen que atenderla, cerré su herida, mi sangre hizo que su corazón latiera pero aún se encuentra muy delicada — musitó alargando la palabra "muy" exageradamente.
—¿Cuál será mi habitación?— Preguntó aquel vampiro.
—¿Qué?
—Lort Ashton me ordenó que me quedara hasta que la humana se sintiese completamente bien, seré su protector desde ahora en adelante. No lo repetiré dos veces, ¿cuál será mi habitación?
Abrí mi boca y apreté los puños estaba furioso iba a atacarlo cuando Matías se interpuso.
—Le salvó la vida a nuestra Luna, ella es tu prioridad ahora, olvida tu odio hacía los de su especie— mi beta tenía razón. Solo ella me importaba.
—La que esté más alejada de está, ahora largo, váyanse todos, déjenos a Cristina y a mí solos.
—Qué carácter, veo que eso de genio de perros, es real— el vampiro desapareció de la habitación. Y que bueno porque lo hubiese matado.
—¿Dónde la encontraste?.ñ
—Cristina, ella, estaba frente a las vías del tren, la iba ha matar, solo, la salvé.
—Ikender, es una humana, está muy débil hay una ligera posibilidad de que...
—No, no quiero escucharlo, no quiero escuchar que me dirás qué puedo perderla. Se que es humana, que es débil pero, también es mi fortaleza. Nunca había sentido algo así Cristina es como, como sí...
Ella caminó hacía mí y colocó una de sus manos en mi hombro.
—Desde el momento en el que sus ojos se conectaron entre sí, tu alma y la suya se juntaron.
Cristina continuó curando sus heridas, sus pies estaban muy mal. Ella estaba mal y sentía que si la dejaba, moriría.
Tomé una de sus pálidas y frías manos acariciándola suavemente.
Ya no estaría solo, pero no sé si me agradaría la idea de compartir mi vida con ella, tantos siglos resignado.
—Lo mejor será que le dé un baño caliente, podrías buscar algo de ropa, quizá algo tuyo Ikender— asentí con la cabeza. Mientras la doctora preparaba todo, yo me encargué de buscar algo que pudiese usar.
Cristina salió del baño y se acercó a la humana. Hice ademán de cargarla pero ella negó. Estaba seria, preocupada, dejé que la llevara al baño y se hiciese cargo, confiaba ciegamente en ella. Cuando mi madre murió mi padre me cedió el mando como Alpha, para poder marcharse y estar en paz consigo mismo, han pasado siglos desde la última vez que nos vimos. El peso que cayó en mis hombros ese día, cambió por completo mi vida.
Después de algunos minutos Cristina salió del baño trayendo ha la humana consigo, la acomodó en la cama y empezó a colocar cremas en los raspones de sus brazos y el hematoma de su rostro.
—Debes saber algo —susurra caminando hacía mí, sus ojos están acuosos, retiene las lágrimas.
—Ella tenía rastros de sangre, mordidas, moretones— suspiró—. Iken...
—No, dime qué no es lo que pienso—. Un nudo se formó en mi garganta.
—Lo lamento mi niño, es muy probable de que, hayan abusado de ella.
La ira me llenó en ese momento, la miré, ¿por qué?, ¿por qué ella? Mataría al maldito que la tocó, que le hizo todo esto, juro que no descansaré hasta descuartizarlo pedazo a pedazo. Hasta que mis manos se tiñan del rojo de la sangre.
—Cuídala, necesito un momento
a solas— salí de la habitación, salí de la mansión incluso salí de mi mismo.
Me convertí sin dejar que Hagret me controlará totalmente.
Pasé toda una pequeña eternidad en las sombras de la soledad, preguntándome cada noche cuando sería el momento de conocerla, de saber el nombre de la mujer que pasaría todos los días a mi lado. Corrí como si mis problemas fuesen detrás de mí y quisiera huir de ellos en lugar de enfrentarlos.
Le aullé ha la luna, le lloré y gruñí a mi diosa. Volví a convertirme en mi mismo, ya no andaba en cuatro patas si no dos.
—¡¿Por qué?! —grité tan fuerte que mi garganta dolió.
—Porbque ambos están rotos, y necesitan su fuerza para curar los pedazos rotos de sus corazones.
Me dí la vuelta tratando de ver de dónde venía esa voz.
—Esto no debió pasar —susurré en un suspiro cansado.
—Te equivocas Ikender, debió haber pasado desde hace mucho.
De nuevo esas palabras entraban en mis oídos, no podía ver, pero si sentir, levanté mi cabeza viendo hacia la luna sabiendo bien que ella me había escuchado.
—Gracias— muy pocas veces había agradecido a alguien por algo. Me dejé caer de rodillas. Apreté las manos en puño. La máscara del hombre frío y arrogante cayó al piso.
Puse mi cuerpo de pie, mis ojos se encontraban de un color amarillo brillante.
—Voy a matar a quien te lastimó, y después, seré la fuerza que necesitas para reunir cada pedazo roto de tu corazón.
Alpha Ikender •Despertar•Sentía un calor, pero no un calor molesto si no, un calor agradable como cuando hace demasiado frío y frotas tus manos sobre el fuego. Empecé ha recobrar un poco la consciencia, mi garganta la tenía seca y rasposa. Los recuerdos de lo que pasó llegaron a mi mente, lo último que recordaba era, eran esos ojos azules y profundos. Traté de moverme pero solté un jadeo de dolor, mis pies dolían demasiado al igual que los huesos.—Trata de no moverte—. Esa voz me hizo abrir los ojos con temor. Había un hombre en la esquina de la habitación. Estaba cubierta por mantas realmente calientes.—¿Quie... Quién
Alpha Ikender•Desolación•¿Han sentido la muerte alguna vez?, ¿la han imaginado? El cómo se impregna de su esencia tan lentamente... que parece solo una caricia. Yo sentí la muerte muchas veces, la toqué, inclusive la sentí arrebatarme parte de mi alma. Y sin embargo la muerte parecía nada, comparado con lo que sentía por ella en este instante.-¿Sientes su dolor cierto? Yo también lo siento, es algo fuerte. Te sofoca.-¿Qué haces aquí?- le gruñí al vampiro. Me había encontrado observando dormir ha Eider.-Los vampiros no duermen querido, al menos los de mi especie no. Y digamos que el olor a perro mojado es... curiosamente repugnante.Me acerqué a él con intenciones de sacarlo de la habitaci&o
Alpha Ikender•Sed de sangre•Caminaba ha lado de un río, escuchando el sonido del agua acariciar violentamente las rocas a su paso. Creía que estaba sola, sin embargo ningún ser viviente en la tierra lo estaba. Algunos de ellos tenían el nombre de espíritus, para otros solo eran almas, almas destinadas a la soledad, al dolor de sus recuerdos. El viento pasó de ser suave y cálido, a un azote desgarrador, fuerte, frío, pareciese enojado, furioso. Miró a su alrededor, poco a poco todo se fue envolviendo en una oscuridad casi palpable. La niebla negra cubrió sus piernas por completo hasta llegar a su cintura. Era asfixiante, sin embargo una luz cegadora emergió desde el cielo.Y entonces, supo que nada sería igual.—Ikender, no encontramos a nadie en esa casa, dejamos ha guardias custodiando e
El viento embistió con fuerza los alrededores creando fuertes remolinos de viento.-No es verdad- . El aire apenas entraba en mis pulmones, lo que mis ojos observaban no podía ser cierto, no podía. Era un monstruo, una bestia, medía más de un metro de altura, su pelaje de un color oscuro, casi negro. Sus ojos, esos ojos capaces de matarme con su sola mirada estaban ahí, repasándome una y otra vez, esperando mi reacción. De una u otra forma quería poder tener la capacidad de hablar, de entender. Pero simplemente las palabras no llegaban a mí, ahora entendía tantas cosas. El como su velocidad no era como ningún otro humano, y es porque, no era un humano, joder que no.-¡No te acerques!- grité desesperada, mi cuerpo temblaba completamente pero aún así tomé todas mis fuerzas para ponerme de pie y empezar a cor
“Somos estrellas brillantes en un infinito de oscuridad”.Su seriedad, su miedo, cada rasgo que ella podía tener era hasta cierto punto impredecible. Había sufrido demasiado, pero era poseedora de una fuerza interna increíble.Yacía dormida sobre el sofá, después de comer y ver un poco el televisor, no me atreví a indagar aún más sobre su vida. La había encontrado a pesar de todos estos años, peleé en tantas guerras, vi a la muerte acariciarme el cabello, teñir de rojo el alma de personas que amaba. Y ni aún así, llegué a tener tanto miedo como el que siento ahora.Es dulce, tierna y delicada, su olor me vuelve loco, Hagret jamás pensó que esto pasaría, sin embargo fue el único que no desistió de esa pequeña chispa de esperanz
•Desventajas“¿Complicado no?. La vida es complicada, de lo contrario dejaría de ser vida”Todo esto era una situación verdaderamente difícil de entender, esa mujer, ¿Quién realmente era para Ikender?, ¿Por qué dijo que esa mujer era su hermana? Mil preguntas rondaban por mi mente, ¿que sería de mi vida ahora que él está en ella?—¿Todo bien?, ¿por qué tan pensativa?—Ikender salió del cuarto de baño con tan solo una toalla envolviendo su cintura, lo cual me puso un tanto nerviosa. Bajé la mirada y continúe observando el suelo desde la ventanilla, está noche era fría, tan fría como aquellas noches que solía pasar en esa habitación, un viejo cuarto, con una triste historia. Un largo y abatido suspiro salió de
•Viento efímero.De noche, es cuando la soledad más te abraza, más se impregna en tu piel. Habían pasado un par de días después de la llegada de la mujer de cabellos rubios y opacos. En las últimas horas, eran muy pocas las veces que miraba o hablaba con Ikender, él estaba ocupado y entendía eso a la perfección, ni siquiera llegaba a dormir, el chico de cabellos castaños, Mathías, me dijo que irían ha visitar a un tal Lort Ashton. Escuché hablar de ese hombre varias veces, aunque siempre que se mencionaba no era de una muy buena manera.En la cena solo estuvimos el pelirrojo y yo, Lorein, nunca salía de su habitación, supongo que no deseaba verme. Aún no entendía porque ese odio tan exagerado hacía mí.Un pequeño trueno me hizo fijar la mirada en la ventana de la habitaci&o
Alpha Ikender •Hilos del pasado•¿Qué es el amor? En ocasiones, en aquellas noches oscuras y frías, solía hacerme esa pregunta. Mi mente daba tantas pero, tantas vueltas entre recuerdos, momentos que había visto, y me preguntaba, ¿qué diablos era ese sentimiento? ¿Mi padre lo habrá sentido por mí alguna vez? Sé que mi madre me amó hasta sus últimos días de vida, y yo a ella pero, hay amores diferentes, algunos son con el alma, otros con el corazón, y los más bajos, con la mente. Amas a tu familia con el corazón. ¿Entonces? ¿El amor que sientes hacía alguien es con el alma? ¿Por qué?