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Subo la colina, apresurado y ella abre de repente la puerta y sale corriendo por el sendero para abalanzarse sobre mí.

— Estoy sucio, mi amor, no, espera… — pero no entiende razones y solo se abraza a mi cintura llorando.

Me rompe el corazón verla así, juré hacerla feliz y no he podido cumplir ni una de mis promesas.

Mis brazos la estrechan con fuerza al punto de desear fundirla con mi piel y que nada ni nadie le haga daño.

— No llores nena, no llores más mi amor, todo va a estar bien, todo fue mi culpa, todo ha sido mi error… — la consuelo mientras beso su cabello una y otra vez.

— No, fueron esas mujeres de la mansión, la Sra. Brooke, ella… fue como un monstruo – confiesa y me cuenta lo que sucedió.

Pienso en que esto es demasiado raro, nunca nadie había desobedecido mis órdenes y menos tan abiertamente.

Me doy cuenta de que todos piensas que Amalia es solo un desahogo para mí.

Eso se va a terminar hoy.

*****

Miro desde el escenario de la plaza hacia abajo, al circo de mentir