AMALIA

Era, como si nada más necesitaran una orden de mis labios para abalanzarse a la lucha y a la vez, probaban de qué estaba hecha.

— La decisión es tuya, Amalia, ¿deseas el poder de obtener el respeto de la manada o seguirás siendo para siempre la humana reprimida?

Sus palabras sonaban duras, me empujaba a hacer algo que nunca me hubiese atrevido.

Bajé la vista a esas mujeres, se veían inocentes y lastimosas, deseaban hacerme sentir cruel y despiadada, pero cuando yo les supliqué, ¿alguna de ellas se apiadó de mí?

— Hagan lo que su Alfa les ordenó – saqué mi voz más segura y les dije a las lobas que aguardaban para vengarme.

No más la Amalia infeliz y sufrida, quiero ser fuerte, deseo estar a su lado y si él me reconoció delante de su gente como suya, no lo puedo defraudar.

Lo que sucedió a continuación fue una masacre.

Todos se apartaron dejando un círculo vacío en el medio de la plaza.

Entonces comenzó una pelea de lobas, se tuvieron que transformar, ya sea para atacar o defend