Adam, estaba sentado en aquello cómoda silla de la sala de espera, había tenido que quitarse la corbata y la chaqueta, pues sentía tantos nervios que no soportaba sentirse sofocado por el traje.
¿Acaso debía ponerse de pie y marcharse? Se sentía demasiado nervioso, había prometido asistir, pero ahora que se encontraba allí, los nervios estaban haciendo mella en su decisión. —Señor Withe. —¿Si?— se giró hacia la mujer que le hablaba. —Es su turno, adelante— Adam tragó saliva y asintió para luego ponerse de pie y caminar. Entrar allí le generó extrañas sensaciones, el lugar era cálido, como si buscara dar comodidad a quien le visitaba. —Adelante señor Withe, tome asiento dónde usted lo desee. — Adam no entendió bien aquello, aunque una rápida barrida al lugar le indico varios lugares donde podía estar cómodo, pero siguiendo su impulso, tomó asiento frente al escritorio, el hombre sonrió— bienvenido, es un gusto recibirlo. —Gracias. —El señor Bentzell me habló mucho de usted — le dijo con voz tranquila. —A mi también me habló sobre usted... es por él que estoy aquí. —Me agradaría más que está visita fuese porque usted desea venir y no para dar gusto a un tercero. —Seré sincero Doctor, he visitado muchos como usted y ninguno ha podido hacer nada por mi, comienzo a creer que soy un caso perdido. —Nunca pierdo un caso sin haber hecho todo lo humanamente posible— le sonrió— cuénteme de usted. —¿Que quiere que le diga? —Lo que quiera contarme, señor Withe... ¿Puedo llamarle Adam? —Por supuesto. —asintió con tranquilidad. —Bien... cuénteme, ¿Por qué vino aquí? —Yo...— se removió inquieto— tengo un par de asuntos que... son de mi pasado y no he logrado resolver. —De acuerdo. ¿Quieres hablarme de ello?— Adam lo miró frunciendo el ceño— bien, ¿ que te parece si me cuentas de tu infancia? —Tuve una infancia lo que yo diría normal, mis padres no pudieron tener más hijos, y cualquiera pensaría que fui un niño triste y solitario, pero no fue así, mis padres siempre estuvieron allí para mi, compartía mucho con mis primos. Fui un niño muy feliz, nunca tuve ningún problema significativo, tuve muy buenos padres, aunque... —¿Si? —Me da miedo tener un hijo y... no ser un buen padre, no tan buenos como los que tuve. —¿Y por qué crees eso? —Porque no soy una buena persona — dijo con la mirada llena de dolor. —Nadie es completamente bueno ó completamente malo, Adam. Todos los seres humanos tenemos matices, que nos hacen ser quienes somos. ¿Por qué crees que no eres bueno?— Adam lo miró en silencio por largos minutos, no parecía querer avanzar en la conversación, era como si realmente le costara muchi hablar. —Yo soy una mala persona Doctor, debería estar muerto — dijo con los ojos llenos de lágrimas. ************************** Liam estaba nervioso, tenía todo listo para recibir a Connie, su ansiedad nacía de no saber qué querría decirle Connie, pero esperaba realmente que no se retractara de lo ocurrido. Hacía mucho que no sentía algo tan fuerte por nadie, ninguna mujer había vuelto a despertar esa pasión que sentía por Connie, le gustaba no solo que era alegre, con una personalidad vibrante que parecía llenar de vida a todo el que estuviese cerca, además era preciosa, con un enorme nivel de lealtad y compromiso con las personas que amaba. ¿Podía ser más perfecta?, ¡No lo creía! Un llamado a la puerta le hizo sonreír, se apresuró a abrirla, y allí estaba ella... hermosa, con una linda sonrisa. Llevaba unos jeans ajustados, zapatos de tacón alto y una preciosa blusa, su rubio cabello suelto y sus preciosos ojos grises le miraban atentos, como esperando su reacción. —¡He traído vino!— dijo elevando una mano y mostrando la botella. —Maravilloso— respondió Liam inclinándose y depositando un beso en su mejilla— por favor sigue adelante. —Muchas gracias, Liam— respondió entrando al lugar. —Con un poco de ayuda he logrado que tengamos un espléndida cena está noche— le sonrió. —Eso es muy considerado de tu parte. La cena fue tranquila y extrañamente cada fibra del cuerpo de Connie se fue relajando, Liam la hacía reír mucho con esa personalidad vivaz y con ese sentido del humor. Liam observaba como Connie reía y estaba dichoso, hacía mucho que parecía no reír tanto. —¿Otra copa de vino?— preguntó Liam. —Nunca digo que no a un buen tinto. — tomaron sus copas y salieron al balcón, estaban muy alto, y aquello le daba una buena visión de la ciudad. —Es un lugar precioso. —Sin duda lo es, y estoy realmente agradecido con mi hermano y con Rita. —Son una dupla increíble —admitió Connie bebiendo de su copa y luego guardando un largo silencio mientras observaba la ciudad. —¡Vamos, dilo ya, me está matando la angustia!— le dijo él riendo. Ella se giró para verlo de frente. —solo te advierto que acordamos en no hablar de un "error". —Lo sé — le sonrió y luego suspiró con pesar.— mi vida es un desastre Liam — sus ojos se humedecieron— no sé que estoy haciendo, ni a dónde voy, me siento como una hoja llevada por el viento. — Liam le quitó la copa y la dejo en el suelo juntas, para luego invitarla a sentarse junto a él, en un pequeño espacio que tenía cojines y una linda alfombra. —Últimamente te noto muy triste, no eres así. No soy idiota Connie, sé que todo esto es debido a Adam, no se que pasa entre ustedes pero resulta obvio que no está funcionando. —¿Es tan evidente?— preguntó ella con una sonrisa irónica y Liam asintió— solo... no quiero hacerte daño Liam, soy volátil, impulsiva, sentimental y ... —¿Estás esforzándote para que solo vea tus defectos?— le preguntó con una enorme sonrisa— ni los defectos más horribles podrían espantarme, asi que deja de resaltar lo que crees que esta mal en ti. —Estoy siendo realista... Liam, estoy enamorada de Adam. —Lo sé — sonrió con tristeza— pero también se que no deberías quedarte toda la vida esperando por él, no me malinterpretes, le tengo cariño, es el mejor amigo de mi hermano, pero... no quiero que te siga lastimando. —Liam... lo que pasó entre nosotros... —Fue increíble, al menos yo lo disfruté muchísimo. — le regaló una amplia sonrisa. —No quiero prometer nada que no pueda darte. —Entonces no lo hagas— le sonrió, esos hermoso ojos se iluminaron— no nos hagamos promesas, no le pongamos etiquetas, al menos no por ahora, no nos sentamos comprometidos, solo deja que las cosas fluyan...— y como si fuese una orden inmediata, las lágrimas que bailaban en los grises ojos de la rubia fluyeron, deslizándose libremente por sus mejillas. Liam la elevó trayendola sobre su regazo, la sentó a horcajadas sobre él, Connie pasó las piernas sobre los muslos de Liam y con los brazos le rodeó el cuello, escondiendo su rostro en el hueco de su cuello y se abrazó a él, llorando con fuerza, mientras Liam acariciaba su cabello y su espalda, dejándola llorar libremente. —¿Y si te lastimo?— dijo entre llantos. —Soy un adulto, no debes cuidar mis sentimientos Connie, sé donde me estoy metiendo y a lo que me enfrento. —¿Y si nunca puedo dejar de amarlo?— preguntó angustiada— no sería justo contigo y no quiero mentirte. —No tienes por qué hacerlo, se lo mucho que lo quieres Connie, no se que vaya a pasar mañana o dentro de unos meses, pero déjame permanecer a tu lado y brindarte mi apoyo, y si es posible déjame quererte, enseñarte a que me quieras. —No sé si puedo hacerlo, Liam— gimoteó abrazada a su cuello.— lo que siento por Adam es muy fuerte. —Solo debes tomar mi mano, te guiaré en el camino. Quizás tenga una posibilidad, por pequeña que sea. —Pero... ¿estás enamorado de mi? —No te mentiré, no creo que sea amor, al menos no aún, pero si me gustas demasiado, tengo sentimientos hacia ti, muy fuertes y estoy dispuesto a jugarmelo todo por ellos. Quizás podamos tener un futuro juntos, rubia. Y si no es así, al menos lo habré intentado — Connie se alejó un poco, aún sentada a horcajadas sobre él, lo miró directamente a los ojos. —Es peligroso Liam... podemos terminar con el corazón más roto. —Deja de pensar en el futuro, rubia. Vive el ahora.—¿Tiene que ver con tu salida con Liam?— preguntó Rita— Hugh me dijo que Liam estaba feliz porque habías aceptado ir de fiesta con él, aunque él no ama mucho las fiestas quería invitarte a algo que fuese muy tú, creo que realmente le gustas mucho. —Si...estuvimos en una fiesta, y si, tiene que ver con Liam. — dijo perturbada. —¿Qué sucedió?— la pelirroja se mostraba bastante angustiada, ante la turbación en la mirada de Connie. —No sé cómo comportarme con él— declaró — no sé que hacer. —¿A qué te refieres, rubia?— preguntó Rita. —¡Carajo, me acosté con Liam! Rita y Gilliam, se quedaron frías, por una instante observaron a la rubia en silencio, aquello realmente las había sorprendido, luego se miraron entre ellas... —Connie...—inició Gil— ¿Acaso has dicho, lo que creemos que dijiste? —Me acosté con Liam—repitió y suspiró— realmente no diré que no sé cómo sucedió, sé perfectamente cómo ocurrió, pero me temo que ha sido un error. ¡Sólo intento olvidarme de Adam a co
—Pareces muy contento hoy— le dijo su hermano mientras lo observaba con el entrecejo fruncido, para él era evidente que Liam se traía algo entre manos, si bien era cierto que por lo general tenía muy buen humor siempre, aquella mañana le resultaba particularmente feliz, era como si no pudiese ocultar que algo estaba sucediendo. —¿Acaso es un pecado o un crimen estar feliz?— le preguntó de manera evasiva pero con una enorme sonrisa dibujada en su rostro. —Por supuesto que no, a ver, algo está pasando y aparentemente es bueno así que supongo que no debo preocuparme, ¿se trata del negocio que estás emprendiendo o es acaso que tu nuevo departamento te causa tanta alegría? — Es cierto que estoy feliz con mi nuevo espacio hermano y te agradezco mucho todo el apoyo que me estás dando y me has dado desde que llegué a esta ciudad. Es evidente que si no fuese por ti y por Rita nada de esto sería posible, también estoy feliz con el negocio que estoy emprendiendo, sé que es algo pequeño pero
Connie se encontraba en su habitación no podía dejar de mirar la pantalla de su celular, había recibido dos llamadas de Liam, sin embargo no se había atrevido a atender ninguna, no sabía exactamente qué hacer con él o qué decirle, pero era obvio que no podía seguirle dando largas al asunto, así como les habían dicho sus amigas, tendría que hablar con él. Así que sintiéndose decidida buscó entre sus contactos el número de Liam y marcó, a la espera de escuchar su voz al otro lado del artefacto. —Hola, guapa— le respondió Liam con cariño— he estado tratando comunicarme contigo todo el día. —Lo sé y te ofrezco una disculpa, anoche estuve con la morena y la pelirroja, en nuestra noche de chicas y hoy he tenido el día bastante ocupado.— mintió. —Lo supuse cuando no atendiste mi llamada, pero no te preocupes. Cuéntame, ¿está todo bien? —Sí— le dijo un poco nervioso— está todo bien o al menos una parte de mi vida está bien, aunque todavía no sé cuál— le dijo con amarga ironía—
Decidió llamar a la pelirroja necesitaba alguien que la convenciera de que estaba haciendo lo mejor al mantenerse alejada de Adam. Tras el segundo repique se escuchó la alegre voz de la pelirroja que quién después de haberle abierto las puertas de su vida al amor verdadero se encontraba más feliz y relajada quizás se sentía mal al admitir aquello, pero en el fondo sentía un poco de envidia por la pelirroja, pero no una envidia mal sana de esas que te obligan a hacer cosas malas en contra de la persona por la que lo sientes, su envidia nacía de la necesidad de que Adam al igual que Sebastián se animara a tomar acciones y hacer algo para no perderla sin embargo, con cada día que pasaba Adam estaba más distante lo cual le hacía entender a Connie que realmente no estaba dispuesto a hacer algo por no perderla y tal como había dicho la pelirroja Adam carecía de ese valor que había tenido Sebàstian. Rita constantemente argumentaba a favor de su amigo; que tenía un turbio pasado, que Ada