Trato de mantener la promesa que me hice en la mañana: estar positivo. Ya tengo claro que no cometeré una injusticia con Roberto; lo he comprobado. Así que, con base en eso, empezaré a armar la siguiente fase del plan. Es mediodía, así que busco a Isabella para ir a almorzar. No le puedo comentar detalles de nada, pues es difícil saber quién puede estar escuchando, pero le digo que todo ha sido confirmado.No importa cuánta ira tenga con Roberto, estamos en el restaurante e Isabella está sentada a mi lado. No hago más que repetirme que ya no puedo actuar por impulso; ya no puedo pensar solo en mí, debo pensar en Isabella. No me queda de otra, debo llamar a Roberto y hacer de cuenta que nada está pasando para que no sospeche y poder seguir rastreando sus movimientos.Christian tiene sus órdenes y, entre ellas, está indicarme cualquier llamada sospechosa que pueda recibir Roberto, interceptar su línea. Dejo nuevamente a Isabella en su nueva área de trabajo para que continúe con el proce
Isabella está en el celular en videollamada con su madre y, según parece, será una larga llamada, pues pudo vincular a su hermano, quien está en el extranjero, y por fin le habla. Me alegra saber eso y, tras una breve intervención en la cual me presento formalmente y dejo la casa a completa disposición para cuando quiera venir, me retiro para que sigan hablando y yo pueda hacer lo mismo con mi abuelo.Lo encuentro en su despacho tomándose una de las tantas pastillas que debe tomar en el día.—Aprovecha la vida todo lo que puedas, Alexander —dice al verme entrar y guardando el pastillero—. Casi todo de ser viejo apesta.Me ubico en la poltrona contigua a la que él está sentado. Lo miro y pienso en que tiene razón. No puede comer todo lo que quiere, en ocasiones tiene dificultad para levantarse de la silla, es esclavo de las pastillas y los horarios, y últimamente hace siestas como lo hacen los niños pequeños.—¿Casi todo? ¿Qué salvas? —no puedo evitar preguntar.—La experiencia, Alexan
Me estoy moviendo con la seguridad que me suministró Sebastián, al mismo tiempo que estoy tratando de seguir las recomendaciones que me dio. Debo admitir que me siento mucho mejor haciendo eso, pues de alguna extraña forma siento que tengo mayor control de la situación y de mi vida en general. No todo lo dejo en digital, alguna información queda en papel y otra solo está en mi cabeza. Además, no me restrinjo de hacer actividades espontáneas por estar pensando en la seguridad.—Si tú no sabías que ibas a hacer una salida, el enemigo normalmente tampoco. No tienen por qué tener algo armado en tu contra, así que solo hazlo y rápido. No lo divulgas y aprende a camuflarte; Llamas mucha la atención con tus vehículos.Esas fueron palabras de Sebastián y creo que tiene razón. Creo que si le hubiera comentado esto a Roberto, me habría dicho algo así como que le conviene a mi primo verme muerto y por eso me aconseja eso, y yo como un tonto le habría creído.Por el momento seguiré usando el esqu
Ante el nombre de Sebastián, el hombre canta mucho y de forma muy afinada.—Entiéndame, jefe, yo tengo familia, ¿qué más podía hacer?Estamos encerrados a puerta cerrada en la oficina elevada, y el infeliz llora como si le hubiera hecho algo. Fuera de un par de golpes en el rostro, ni mis hombres ni yo le hemos hecho nada.—Buscarme, eso es lo que deberías haber hecho. Lo único que no perdono es la deslealtad. Nosotros te recogimos, te dimos una oportunidad de trabajo que no te dieron en ninguna parte por ser un expresidiario y, ¿así es como nos pagas?—Perdone, jefe, pero... —el hombre me mira con una mezcla de duda y miedo.—Habla —digo en tono cortante.—Pero todos los expresidiarios que ingresamos a laborar aquí tenemos en mente que fuimos elegidos por Roberto, que es a él a quien decidió a quien contratar, y eso de alguna forma nos crea también una deuda moral con esa persona. Fuera de eso, él nos hizo creer que así como nos hizo entrar, también nos podía hacer salir.¡Idiota! Es
Pese a todo, alguna vez yo sí lo consideré mi amigo y no me encanta la idea de torturarlo para que me dé el resto de la información, así que eso es algo que dejaré en manos de Sebastián. Me ha contado el motivo de su traición y eso en realidad duele, pero quizás la razón por la cual me duele es porque alejé a mi familia debido a su dañina influencia. Roberto tiene razón, he sido un imbécil, pero ya no más.Tomo nuevamente el celular y llamo a Sebastián.—Tengo a Roberto, ¿a dónde lo llevo? —antes de que Sebastián pueda contestar, Roberto grita.—¿No tienes pantalones para matarme tú mismo? ¿Mandarás al perro de tu primo?Ahora sí hace el amague de levantarse, pero se ve algo pusilánime tratando de ponerse violento cuando su pierna no le permite levantarse de manera enérgica.—Obviamente dejaré eso en manos de un experto, tienes más información que queremos —siento cómo se refresca mi alma al ver el miedo en sus ojos—. Un imbécil como yo suele delegar esas cosas y ¿quién mejor que mi p
—Si algo le llega a pasar a mi hermana, te aseguro que no volverás a dormir tranquilo en lo que te resta de vida, Alexander.Me mantengo serio ante la evidente preocupación que muestra Yoshua por su hermana. Es bien sabido que ella es la única familia que le queda, así que la sobreprotege y a la pobre chica no le queda de otra más que escapar cada vez que puede para disfrutar un poco de la vida.—Por el momento no tienes que preocuparte por ella, está en muy buenas manos. Además, evidentemente lo está disfrutando; no está ahí en contra de su voluntad, aún —mis palabras dejan un claro mensaje que capta el hombre.—¿Qué es lo que quieres? —escupe con odio.—¿En qué consiste el trato que tenías con Roberto y qué tienen que ver los William con esto? Si tenían un trato con Roberto, ¿por qué salió lastimado en el atentado? —ante su silencio, decido presionar un poco más—. Vamos, Yoshua, no me obligues a enviar esta imagen a las redes sociales, y los dos sabemos que recuperarse de algo como
Estoy de pie frente a la habitación del abuelo. Van a ser las once de la noche, pero, pese a ello, la luz se filtra bajo su puerta, haciéndome suponer que está despierto. Golpeo tres veces y, unos segundos después, escucho un carraspeo, indicándome que necesitaba aclarar la voz antes de preguntar finalmente:—¿Quién es?—Alexander, ¿puedo pasar?—Pasa.Su voz se siente algo tambaleante. Confirmo en parte las palabras de Isabella al contarme que el abuelo estaba muy afectado por la situación de Noah. Me siento en el borde de la cama y ahora también puedo confirmar la congoja en su semblante.—Supongo que Isabella te contó sobre Noah.—Sí, lo hizo, pero solo porque está preocupada por ti —aclaro.—Lo sé, es buena chica.—¿Qué es exactamente lo que está pasando con Noah? ¿Por qué no puedes ir a verlo?—El único que puede ir por el momento es Sebastián. No estoy seguro de que se alegre al verme; posiblemente lo único que logre sea hacerlo sentir peor.La historia que me cuenta el abuelo n
Según le entendí a Alexander, Sebastián dejará unos temas listos en la oficina, al igual que "aquello otro", para poder ir a apoyar a Noah. De verdad me habría gustado ir a ayudar, pues aunque no lo conozco, es imposible que una desgracia tan grande como esa no toque mi corazón, más aún cuando está afectando también a mi nueva familia, a personas que amo.El abuelo está más tranquilo aparentemente, pero estoy segura de que es una fachada.—Claro que es una fachada —dice Cloe cuando hablamos en la oficina—. Entre más envejece una persona, más sentimental se vuelve. Al menos eso fue lo que pasó con mis abuelos, es como si poco a poco volvieran a tomar la personalidad de niños.Yo no recuerdo a mis abuelos, así que no tengo punto de comparación. Tal vez le pregunte a Sophia sobre eso, puede que ella sí los recuerde.—Me ofrezco para ir a cuidar a la bebé —dice Cloe con ojos soñadores.—No puedes, eres nueva en el trabajo. No puedes pedir permiso o vacaciones, mientras que Sophie sí. Adem