Mi despertador personal entra como todos los días para hacerme la vida un infierno.
—Despierta Diana, debes ir a trabajar —Mi hermana Vir, entra a mi habitación y me quita la sábana que cubre mi hermoso, sexy, escultural y sabroso cuerpo, estoy exagerando, hoy me pasé de ego, pero si no me levanta ella, nadie más lo hará.
Me acurruco más y aprieto mi almohada, como si la vida dependiera de ello.
—Cinco minutos más, por favor —imploro sin abrir mis ojos.
—Si te quedas cinco minutos más no querrás despertar, y anoche te dije que no te quedaras más tiempo leyendo ese libro nuevo que compraste en descuento —hace un gesto tratando de recordar— ese, de esa autora que encontraste en W*****d.
—He encontrado muchos libros —digo levantándome de un tirón y al hacerlo tan rápido, me mareo cayendo de nalgas justo al lado de la cama, golpeando mi espalda y mi ímpetu matutino—. ¡Auch! —me quejo.
Ella rueda sus ojos, y se va sacudiendo sus manos.
—Apresúrate o te dejaré —se detiene y se vuelve hacia mí—, o dile a tu chico literario Arnulfo, que te lleve —se burla.
—Su nombre es Armando, Ar-man-do —le grito el nombre correcto para que no le quede dudas y ni se le ocurra cambiarlo.
Aun no entiendo, ¿Cómo hace para tener tantas energías? ¡Oh, sí!, se acuesta temprano para dormir sus justas ocho horas. Yo apenas si logré dormir cinco, ¡cinco horas!
Me ducho con agua fría para terminar de despertarme, y seco mi cabello para dejarlo en una coleta alta, lo tengo largo, me llega a la cintura, debo cortarlo tan solo un poco, coloco labial y listo, no voy a disimular mis ojeras, no me importa.
—¡Vamos, Di! Se me hará tarde, debo revisar muchas cosas nena.
Mi hermana Virginia, es muy trabajadora, ambas lo somos; yo trabajo para Fontaine Company, llevo ahí casi tres años, su presidente es el hijo del dueño, Valentino Fontaine, el chico tiene mi edad y ya es exitoso, y me consta porque es mi amigo, fue uno de los mejores en la carrera de economía en la Universidad.
Su compañía es la encargada de distribuir los materiales de todo tipo, que utilizan las marcas reconocidas, entre ellas la de Many Company, que tiene una variedad enorme de productos, tanto de ropa para todas las tallas y estilos, como materiales para algunos de los mejores hoteles.
No veo ningún cliente de esa compañía, pero los que están a cargo, trabajan en otra sucursal de Fontaine, fuera de la ciudad.
Llego a recepción después de despedirme de mi hermana y saludo a Andrea, la recepcionista.
—Hola Chucky. —se adelanta ella al verme, sí, ella me dice Chucky.
—¡Hola Andreíta de mi corazón!
—¿Es que acaso tienes? —finge sorpresa, la veo con los ojos entrecerrados y me subo al ascensor, subiendo mis dedos índice y medio a mis ojos y viceversa, como diciendo te estoy vigilando, ella solo se carcajea.
Salgo del ascensor abriéndome paso, saludo con una media sonrisa a boca cerrada a los demás. No soy muy sociable que digamos ¿Por qué? No lo sé.
Si lo sabes, bruta.
—Mi mezcla favorita de Edna Moda, Merlina Adams y Cruella de Vil, acaba de llegar. —veo a mi compañera Valeria, de manera seria, ni siquiera sonrío y si las miradas mataran pues ya no estaría sentada tan feliz.
—Ja, ja, ja, qué graciosa, deberías de trabajar de comediante, no sé qué haces aquí, mira cómo me revuelco de la risa ja, ja, ja. —digo con toda la pesadez posible.
Ella se carcajea y me ofrece un café con su cara de angelito, sabe cómo sacarme una enorme sonrisa de niña buena
—Te amo —suelto con tanta ternura, que hasta yo misma me la creo, dejo mi bolso en la gaveta del escritorio, y tomo asiento mientras ella me observa.
—Tenemos que hablar. —eso llama mucho mi atención y la miro con sumo interés.
—Ese bebé no es mío. —exclamo, a lo que ella niega sonriendo.
—No tienes remedio, ¿recuerdas que Many ampliará sus productos en Fontaine? —Asiento intrigada—, el encargado tendrá que irse a la otra sucursal de Fontaine —asiento de nuevo, con el entrecejo fruncido—, este encargado, pues… —rasca su cuello en nerviosismo— soy yo.
Soy yo.
Siento que dejo de respirar por unos segundos, me quedo callada tratando de digerir la noticia, ella ha sido mi compañera y amiga, entramos juntas a Fontaine, y somos muy cercanas. Es como mi otra hermana, a decir verdad, no sé cómo hace, pero me ha soportado mucho.
—¿Y la buena noticia? —pregunto como si ella me hubiese dicho que había una buena y otra mala.
Aprieta sus labios unos segundos y habla
—Samuel Murphy, será tu nuevo compañero de trabajo.
Golpeo mi cabeza contra el escritorio varias veces, esto no puede estar pasándome, ella me detiene.
—Primero mátenme, ¡¿por qué a mí?!
¿Por qué prefiero que me maten a que Samuel, trabaje conmigo? ¿o más bien que yo trabaje para él? Es sencillo, es de los que se coge a sus asistentes o secretarias y hace el menor trabajo posible, además de ganar mucho más que Valeria, y yo juntas. Al menos esa es la reputación que el hombre se ha ganado.
Es un hecho que no me acostaré con él, ni en mis peores pesadillas, pero ya tenerlo cerca y ordenándome que hacer, me va a llevar a considerar muy en serio que, voy a necesitar una pala y una bolsa negra extragrande para cubrir sus uno punto ochenta y nueve metros de estatura, porque estoy muy segura de que, si me quedo, lo voy a asesinar y lo disfrutaré.
La observo y se rasca el cuello, nerviosa.
—Él viene hoy.
—¡Maldita sea! —Doy un golpe seco sobre el escritorio— ¿Dónde puedo conseguir una bolsa negra de su tamaño? O mejor más grande para no hacerlo pedacitos, es que la sangre me da asco. —hago una mueca de desagrado.
Ella niega, tiene una sonrisa un tanto triste
—Amiga por favor cálmate, no puede ser tan malo, lo que hemos escuchado son solo rumores.
—Sí, rumores —el sarcasmo emerge de mi interior—, esos “rumores”—hago énfasis entre comillas con mis manos—, como tú le llamas, pueden ser muy ciertos, ha despedido a todas sus asistentes, ninguna ha durado mucho trabajando con él, o se van por que después de usarlas como juguetes sexuales, las bota cuando se aburre, o las trata mal para que ellas mismas se larguen.
—No exageres —responde, a lo que ruedo los ojos.
—¿Qué tanto lo defiendes? —todo lo hablamos en susurro por las chismosas.
El personal que se encarga de otras marcas son unas chismosas, las que más murmuran son doña Adília y su Marianita. Esa tal Mariana, parece una princesa, pero no, detrás de esa cara inocente, alberga dentro a una zorra traidora.
—Eres una profesional y experta en tu trabajo, además no querrás dejarlo y quedarte sin empleo y depender del trabajo de tu padre, ¿o sí? —tiene una sonrisa de victoria, sabe que me dio en la llaga.
—¡Claro que no! ¡Tú y yo lo sabemos!
—¡Excelente! Entonces, felices los cuatro.
—¿Cuáles cuatro? ¿Tú, Fernando —me refiero a su esposo— y tu amante?
—¿Cuál amante, m*****a?
—El de exportación, Lord Farquaad —a lo que me carcajeo. En realidad, su nombre es Kevin, pero es muy parecido al personaje que sale en la primera película de Shrek.
—No tengo nada con ese enano cabezón, es verdad que coqueteé con él para divertirme, pero no pasó a más.
No pasó a más porque yo se lo quité de encima, ni al baño la dejaba ir sola a petición de ella para que él por fin la dejara en paz.
—Sí, pero cuando Fernando, miró los mensajes te pusiste muy nerviosa, no puedo creer que te hayas atrevido, se te salió lo Marianita. —me burlo.
—¡Cállate! Mejor trabaja antes que nos llame el jefe para darnos la buena nueva.
Buena nueva, no le veo el lado bueno por ningún lado.
Nos dedicamos a nuestras labores, algunas compañeras realizan sus tareas sin la información adecuada, es más algunos documentos están incompletos y por desgracia la única que puede ayudarme es Mariana, así que para mí infortunio, le dirijo la palabra.
Si es cuestión de trabajo, soy muy profesional pero fuera de ahí mejor que no se interponga en mi camino. No me gusta la violencia, no golpeo a nadie fuera de un ring de boxeo, Virginia siempre me ha dicho que no lo haga, sin embargo, desde hace un tiempo ha sido parte de mi vida desquitarme tras una bolsa de boxeo o en algún cuadrilátero de entrenamientos.
Tengo un poco más de un año de no hacerlo, mi padre de forma inconsciente me ha llevado a esa situación. No logró hacer más que pedir ayuda en ese local para que de alguna forma yo pudiese desahogarme
Con mi hermana visitamos a nuestros padres siempre, somos una familia unida, mas, cuando decidí no formar parte del negocio familiar, no los visito tan a menudo, porque siempre sale el tema a relucir, para él es importante que me haga cargo de su compañía. Este año mi padre ha estado presionando más que nunca.
Me mudé cuando encontré trabajo en Fontaine, y desde entonces mi tío Edmundo, junto con sus hijos gemelos, ayudan a mi padre ya que él se encarga de su puesto como asesor del actual general del ejército, él lo llama trabajo de escritorio, aunque no deja de ser una figura pública, fue general del ejército.
Tengo un carácter fuerte, no obstante, siempre por más fuerte que seamos alguien encuentra una debilidad, o alguien es nuestra debilidad, la mía es alguien llamado, Rodrigo.
¿Quién es Rodrigo? Mejor les digo quien soy yo, mi nombre es Diana Gales Cordozo, soy hija de un ex-General del ejército, una madre con mucha creatividad y ánimos para hacerme pasar un poco de vergüenza, y una hermana que no es sanguínea, ¿cómo es eso? ya lo verán.
Además, guardo conmigo un pequeño pasado no tan feliz que digamos, con mi debilidad que estará siempre latente.
Tengo que lidiar con mi nuevo compañero de trabajo quien seguro hará que me despidan, porque no pienso seguir sus órdenes.
Les invito a conocerme un poco mejor, para que disfruten de mis penas y porque no decirlo, de mis meteduras de pata.
Las presentaciones estaban demás desde que vimos a Samuel salir del ascensor. Mariana, me hizo rodar los ojos cuando se toparon de manera accidental tirando unos documentos que llevaba en sus manos, y él la ayudó con una sonrisa digno de anuncio de pasta dental, juro que el tiempo casi se detuvo o más bien, pasó en cámara lenta cuando los dos tocaron sus manos al recoger las carpetas. Asco. —Voy al baño a vomitar —Valeria, se ríe de mi expresión al verme salir despabilada hacia el baño. —Las muestras de cariño no son lo tuyo —dice cuando llego de lavarme la cara. No, porque eres una amargada. Mi subconsciente aparece cuando menos me lo espero. —Tú sabes mejor que nadie que eso es una realidad. —¿Cuándo dejarás esa coraza? —¿Qué coraza? No sé de qué me hablas —La ignoro y doy gracias a Odín, que somos interrumpidas por la llamada de la secretaria de presidencia, llamada Sammy. —El señor Valentino las espera en su oficina —Nos informa Sammy. Tomamos el ascensor hacia el siguient
Me remuevo al sentir que alguien toca mi pie, tomo mi sabana para cubrirme de pies a cabeza. —Levántate Diana. —Cinco minutos más —protesto al sentir que me quita la sábana de encima. —Diana, debemos trabajar, Virginia ya se fue y no quiero llegar tarde, hoy es importante para nosotros estar temprano. Compadezco a tu hermana por hacer esto todos los días. Valentino, se quedó conmigo acompañándome y me desperté en pijama. No, él no me cambió, lo hizo mi hermana, se quedó durmiendo conmigo porque me sentía muy mal, al final, si pude quedarme dormida. —¿Cómo conseguiste ese traje tan rápido? —Me desperezo. —Henry, el chofer de papá me lo trajo. —¡Genial! Ahora pensarán que su sueño se les cumplió y que tengo mal gusto en hombres. —bufo fingiendo molestia. Toma una almohada y me la lanza. —Ya quisieras, ve a bañarte con agua fría y maquíllate, te ves fatal. —Sí, señor Grey. —Me burlo, y él sale rumbo a la cocina. Me meto al baño y antes de meterme a la ducha miro mi reflejo en el
Mi celular suena a las 4:30 am, y solo una persona es capaz de arriesgarse a hacerlo, sin temer que rompa de unas patadas su hombría.—¡Valentino, voy a asesinarte! —una carcajada ronca se escucha del otro lado de la línea.—Vamos a correr, apresúrate, llegamos en quince.—¡Maldito!Me levanto con todo el sueño del mundo, ¡oh! Morfeo, perdóname.Me pongo mi ropa deportiva, leggins negros con violeta, un sportbras a juego y una chaqueta, un conjunto completo y mis deportivos negros.Lo espero en la puerta de la casa, medito en la llamada que me hizo mi amigo acaso ¿dijo “llegamos” o solo fue mi imaginación? No le doy mucha importancia, seguro es por el sueño, pero eso se fue aclarando porque resulta que, cuando aparca el auto y me acerco, Fabrizio está sentado en el asiento del copiloto con llevando ropa deportiva.Así que ese era el “llegamos”.Fabrizio me ve de pies a cabeza descaradamente, llevo mi chaqueta abierta sin subir el cierre y puede ver mi abdomen descubierto, enarco una ce
—Definitivamente yo, no voy a salir así. —miro con recelo mi reflejo en el espejo. —¿Por qué no? Se te mira un muy buen trasero. —Virginia me da una fuerte nalgada que hace que pegue un brinco. Y es que el vestido que me compró según ella de mi talla es demasiado ceñido y corto, sin mangas, por lo que se ve mi incompleto tatuaje en el hombro. —¿Cómo no se me va a ver? Si por gracia y obra de Dios, no se me mira el hígado y el páncreas con esta pequeña tela. —hago una mueca. —No le sigas poniendo peros y vámonos, o te irás en taxi. —me advierte. Bufo algo molesta y camino con mis tacones resonando por donde paso, me subo al auto y bajo un poco más el ajustado vestido. —Tú vas decente a como irán muchas, ya lo verás. Si claro, con este vestido me meten la mano y ya me ponen un hijo. Subimos al auto, arranca y el viaje es acompañado por la música de la radio, el viaje se nos hace corto al llegar estaciona el auto. Al bajarnos, mi hermana me da una palmada en las manos para que de
A la mañana siguiente, camino a nuestro desfile hacia la esclavitud, con un dolor un poco agudo en mi estómago, esa punzada incómoda la reconozco desde hace un tiempo, pero como toda vieja terca, no quise decirle nada a mi hermana y así me vine a trabajar. —Buenos días, Chucky. —saluda Andrea. —Buenos días, pecas. —Se cruza de brazos con una expresión de extrañeza. —Oye Chucky, te ves un poco pálida ¿estás bien? —Creo que solo es indigestión, ya se me pasará. —barro mi mano en el aire para no darle importancia, aunque estoy consciente de que no es eso. Por motivos de estrés pasados, tuve problemas de alimentación y eso afectó mucho el hecho de que coma porquerías, como Virginia le llama. ¿Porquerías? Es una blasfemia. Me dirijo a mi lugar de trabajo y ahí está el Samuro ese, le hago mala cara antes de sentarme a organizar mi día. Sigo tecleando las nuevas órdenes, y organizando la distribución de las tiendas, no he podido concentrarme, el dolor se vuelve más fuerte de lo que pu
Cuando llego a Fontaine, evito al señor presidente, pido a Sammy que le comunique que me iré unas horas, no le dije el motivo, en la carta escribí personal, no tiene por qué importarle que haré en mis horas de permiso libres.Samuel, lo sabe y le pedí discreción al respecto. Me dijo: no te preocupes, no le diré a nadie que vas al loquero, y sí, lo dijo en voz demasiado alta, no hice más que brindarle una mirada de desaprobación, este hombre es el más indiscreto que he conocido en mi vida.Estoy haciendo un drama con respecto a Valentino, lo sé, solo pedí que me acompañara con la psicóloga que nada le costaba, tal vez sí, pero ¡vamos! se supone que es mi amigo. Estoy consciente que la embarré toda de caca, pero me disculpé cuando lo llamé, solo que él no me escuchó…No escuchó porque te disculpaste cuando ya había colgado.En fin, llego al consultorio de la doctora Lara, psicológicamente me estoy preparando, me acuesto en el típico sillón de cuero y abro la boca para contestar sus pregu
Cuando llego a Fontaine, evito al señor presidente, pido a Sammy que le comunique que me iré unas horas, no le dije el motivo, en la carta escribí personal, no tiene por qué importarle que haré en mis horas de permiso libres. Samuel, lo sabe y le pedí discreción al respecto. Me dijo: no te preocupes, no le diré a nadie que vas al loquero, y sí, lo dijo en voz demasiado alta, no hice más que brindarle una mirada de desaprobación, este hombre es el más indiscreto que he conocido en mi vida. Estoy haciendo un drama con respecto a Valentino, lo sé, solo pedí que me acompañara con la psicóloga que nada le costaba, tal vez sí, pero ¡vamos! se supone que es mi amigo. Estoy consciente que la embarré toda de caca, aun así, me disculpé cuando lo llamé, solo que él no me escuchó… No escuchó porque te disculpaste cuando ya había colgado. En fin, llego al consultorio de la doctora Lara, de forma mental me estoy preparando, me acuesto en el típico sillón de cuero y abro la boca para contestar su
Me siento muy nerviosa, no sé qué es lo que tenemos Fabrizio y yo, siendo sincera, los nervios por saberlo me están matando, en este corto tiempo de conocernos he pasado situaciones un tanto vergonzosas con él, pero no se ha ido, ha estado siempre a mi lado, tampoco me ha criticado o juzgado por mis debilidades o recaídas. Sus padres no se encuentran en casa, han salido a cenar fuera, según me comenta, tienen citas de vez en cuando para que no se apague el romanticismo, y se mantenga viva la llama del amor, eso es hermoso. Son las nueve de la noche y muero de hambre. Entramos a la casa y subimos a la habitación de su hermana, no sin antes tomarme de la mano, esa sensación en mi estómago me alarma, porque me gusta sentir su tacto. Fabrizio me gusta y mucho, no puedo negarlo Toca la puerta y el «delante» de Samanta, nos hace pasar. La habitación está iluminada, la observamos viendo televisión sentada en su cama con un bote enorme de helado, por lo que se nota el sabor es chocolate bl