“El penal”, así le llama el señor engendro del diablo Murphy, al asilo de ancianos que su padre fundó hace unos años.Grace Murphy, me mostró las instalaciones y el edificio es muy grande, tienen un departamento de enfermería y me puso a ayudar a la chica, otra joven enfermera, a ordenar los nuevos medicamentos que llegaron, y que por falta de tiempo no pudo ordenarlos antes.Su nombre es Luce Monzat, es de Venezuela, cuando tomamos un descanso, sacó de su lonchera algo que me dijo se llama Cachapa.Me incomodó negarle el pedazo que me extendió, le sonreí a boca cerrada y le di el mordisco. Sentí tanto temor, pero ¿por qué?, cuando empecé a morderlo una sensación de satisfacción llegó a mí, estaba delicioso. Me escribió la receta y me envió un enlace donde hay un video de como se prepara.La mayoría de los que ahí trabajan son jóvenes, que aún están en su último año para terminar su carrera.La única mujer mayor ahí es Grace, “la generala”, como la apodó su hijo.—Mi abuelo murió aquí
Cuando el aparato se detuvo, salí directo al baño, los nervios, la sensación de desesperación me consumía, abrí el cubículo y vacié lo que no había comido…me alarme al ver salir de mis entrañas un líquido verdoso y la acidez y amargura en mi boca. Me alarmé en sobre manera, mi cuerpo temblada, enjuagué mi boca y quedé observando en el pequeño espejo, esta no soy yo, mis ojos azules estaban apagados, la palidez de mi rostro parecía que estaba luchando contra alguna grave enfermedad…y sin querer ser consciente de ello, así era, yo estaba enferma. Dije que lo tendría bajo control, que en cuanto bajara al peso deseado lo dejaría, pero no fue así, nunca vi mi peso ideal, perdí el control total de ello y todo empeoró ese día. Tenía una cita con Brendan, nos llevábamos muy bien, me sentía cómoda con él, notó mí bajo peso y mi estado físico, le decía que eran ideas suyas que era solo cansancio debido al trabajo. No sé si me creyó en ese momento, solo me importaba que yo le gustase. Llevab
Buscamos el auto, lo abre y me extiende un folder amarillo abultado por su contenido.—Cinthya, me encargó darte esto, al parecer Valentino no es de fiar —tomo el folder algo pesado, mis ojos brillan por que se que es lo que contiene.Doy saltitos de felicidad al comprobar que es el borrador de su nuevo y último libro de la serie Oscuridad. Cinthya Becker al fin ha dado cierre a su obra y no solo estoy emocionada por ello, es por que al parecer ha podido salir de su infierno. Estoy tan emotiva que salto a los brazos de Arturo a quien tomo por sorpresa y casi caemos de bruces al suelo de no ser por que queda recostado sobre el auto conmigo colgada de su cuello.—Pareces niña en dulcería—ríe mientras trata de sostenerme de la cintura, me doy cuenta de lo que estoy haciendo y avergonzada suelto mi agarre.—Lo lamento es que, no tengo palabras para expresar la emoción que siento en estos momento—Sea lo que contenga ese paquete, me alegra tu reacción—aun estamos cerca el uno del otro—debo
Terminamos de limpiar a las onde de la noche, no tenía idea de que celebrar a el cumpleaños de un anciano fuese tan agotador. Mis baterías estaban al cien por ciento y hoy estoy por debajo del uno. Cuando al fin son las seis de la mañana, Luce me lleva a casa, subimos a su auto, admiro que tenga tantas energías. —Tienen mucha energía —me deslizo en el asiento como chocolate derretido—Como mínimo están entre los cien y doscientos años—sonríe ante mi absurdo comentario, esta fresca como una lechuga—¿Cómo haces para no cansarte? —La costumbre e intento dormir cuando no tengo el turno nocturno —Desde que estoy trabajando con ustedes, tenemos ese turno—me quejo haciendo un puchero. —Es parte de tu terapia—mira la carretera tras darme un vistazo fugas— como sufres de insomnio, Samuel aprovecha eso para mantenerte activa. Pienso en sus palabras, sí, tengo noches de insomnio, al menos las tenías, ahora que estoy en esta extraña “terapia” mis fuerzas son acabadas por completo. Llegamos a
Separo nuestro contacto, miro hacia al piso mientras Arturo, no deja de apretarme contra su cuerpo.—Deberías irte—tomo el valor de levantar la cabeza y ver de nuevo a sus ojos, me aprieta más a el—Un minuto más—se encorva para matar su rostro en mi clavícula y aspira, lo que hace que mi cuerpo reaccione ante eso.—No, no deberíamos—tartamudeo porque no tengo control de nada en este momento, se aparta sin soltarme, se acerca de nuevo y rosa mis labios con los suyos, queriendo besarme de nuevo, no lo dejo—¿Por qué? —pregunto en un susurro.—La pregunta es ¿Por qué no? —rosa su nariz con la mía, mientras acaricio sus brazos que no han dejado de sostenerme.—¿Por qué tú?—dejo la pregunta sin saber que decir, la verdad es que en este momento no tengo nada en la cabeza más que este momento.—Yo, ¿Qué Sammy? Por que soy un desgraciado, que nunca ha tomado en serio a ninguna mujer, que tengo sexo con alguna que otra que me encuentre y me llame la atención—afirma, y siendo sincera no había p
Las piernas me tiemblan como gelatina recién salida de la nevera.Toco mis labios con la yema de los dedos, recordando el momento en que sus labios acariciaron los míos.—¡Estoy jodida! — Levanto el trasero del piso y corro hasta mi habitación, busco por todos lados a Sebastián, en vano, no está por ningún lado.Quizás mamá lo haya guardado.Antes de preguntarle por teléfono, marco el número de mi amado, ex jefe quien responde al segundo timbre.—¡Hola Sammy!—¡Hola jefe!, digo ex jefecito—Seguiré siendo tu jefe en la compañía, y tu amigo fuera de ella, digamos que estas de vacaciones, hasta nuevo aviso.—¿Puedo pensarlo?—No—espeta serio, mas, imagino su rostro con una sonrisa dibujada.—El caso es que no lo llamé para eso.—Sin rodeos Sammy—indica porque sabe perfectamente que me voy por las ramas.—Arturo y yo nos besamos—se instala un silencio tras la línea—en la boca—sigo con la aclaración—no quiero que lo mate.—Sammy, estas muy grandecita para diferenciar el bien del mal.—Si,
Las piernas me tiemblan como gelatina recién salida de la nevera.Toco mis labios con la yema de los dedos, recordando el momento en que sus labios acariciaron los míos.—¡Estoy jodida! — Levanto el trasero del piso y corro hasta mi habitación, busco por todos lados a Sebastián, en vano, no está por ningún lado.Quizás mamá lo haya guardado.Antes de preguntarle por teléfono, marco el número de mi amado, ex jefe quien responde al segundo timbre.—¡Hola Sammy!—¡Hola jefe!, digo ex jefecito—Seguiré siendo tu jefe en la compañía, y tu amigo fuera de ella, digamos que estas de vacaciones, hasta nuevo aviso.—¿Puedo pensarlo?—No—espeta serio, mas, imagino su rostro con una sonrisa dibujada.—El caso es que no lo llamé para eso.—Sin rodeos Sammy—indica porque sabe perfectamente que me voy por las ramas.—Arturo y yo nos besamos—se instala un silencio tras la línea—en la boca—sigo con la aclaración—no quiero que lo mate.—Sammy, estas muy grandecita para diferenciar el bien del mal.—Si,
No es nada bueno permanecer en la ignorancia. Lástima… esa, es la sensación mas horrible que se te puede instalar en la cabeza y baja a la velocidad de la luz a tu corazón. Ahora si, estoy jodida, encerrada de nuevo, veo como el día transcurre por mi ventana deseando regresar el tiempo al momento exacto en que permití que esto pasara. Como tortura mental, tomo mi celular y entro a la galería de fotos, no solo estaba con una condición física sana, era feliz si, buscando al príncipe azul, que me rescatara de la sociedad, pero realmente feliz. Tengo mensajes y llamadas perdidas de Arturo, ¿Cómo fue capaz de besarme y acariciar en el estado en el que me encuentro? Lastima… esa es la única razón… Al fin, de tanto buscar, encuentro a mi Sebastian debajo de mi almohada, donde de verdad no recuerdo haberlo dejado. Querido Sebastian… escribo de nuevo, retomando una nueva conversación, lo había dejado después de contar la conclusión miserable en la que llegó mi historia con Brendan y mi m