CAPITULO 4

—¡Que demonios le pasa para llegar tarde a su trabajo!!.

—Disculpe señor Smith, pero yo no tengo un auto ultimo modelo para poder transportarme. —dije sarcástica aún sabiendo que no estaba en una posición para contradecir a nadie y mucho menos a mi jefe.

—¡Van dos, así que sí fuera usted, apresuro los pasos para llegar acá!.

La llamada es cortada y preocupada por no decir asustada, salí a toda prisa de mi casa, llamé a tomy un amigo que trabaja como taxista y para mi suerte estaba circulando. Al llegar ni siquiera me despedí de tomy. Marco mi entrada con rapidez y entro a pasos acelerados al ascensor. 

Al ver que llegué a mi piso, salgo deprisa pero choqué con Jessica, ella me mira asombrada, ella iba a decirme algo pero al escuchar la voz de enfado de mi nuevo jefe resonar por el pasillo ella me desea la suerte del mundo con su mirada.

Apenas había dejado mis cosas en mi escritorio y lo veo salir de su oficina. Su mirada fría me dejó perpleja, me mira con soberbia y rabia.

—A mi oficina. —trago grueso mientras me acomodo mi uniforme. Al entrar sus ojos no destilan más que furia.  —Cierre con seguro. 

Hago caso omiso a su orden y cierro con seguro, camino hasta estar frente a su escritorio, jamás en mi vida me había sentido tan intimidada por alguien, ni siquiera por el señor Rodrigo.

—¿Que necesita señorito Smith?. —dije sarcástica pero fue grave error decir eso.

Se levanta de su lugar rabioso sin despegar sus ojos de mi.

—¡Quien le dio permiso de sentarse!.

Como un resorte me levanto porque este hombre no era el mismo que conocí esa noche durante la fiesta.

Logra asustarme cuando de la nada me toma del brazo con brusquedad, hábilmente me hace verlo a la cara y me repara de arriba abajo. 

—Así que una simple secretaria tuvo la osadía de golpearme. —murmura entre dientes. —Una mujer sin gracia que ni siquiera conoce la ética. —mi boca es un O por la forma en que se refería hacia mi persona —Pero ya vera señora fuentes…

¿Señora?, ¡¿porque carajos me dice señora, si apenas tengo 24 años?!.

—Me encargaré dejarle claro quién es el que paga todo.

—Bueno, el dinero es quien paga todo, mis gastos, lo suyos.. 

—Será mejor que guarde silencio. —me advierte perdiendo la paciencia. —Que no estoy de humor para sus chistes de mala muerte.

Pero simplemente lo ignoré porque iba a renunciar, no estaba dispuesta a trabajar para alguien que me ve como poca cosa.

 —Usted,.. prácticamente me dijo pobretona muerta de hambre y eso me pareció un insulto.

—Más claro no lo pudo decir —dijo cínicamente.

¡Eso sí me dolió!. Pero no lo dejaría así —Pero bien que esta pobretona, logró moverle el tapete.

Su sonrisa se borra y se aleja de mi más que cabreado, no iba dejar que nadie me humillara y menos alguien como él, además, el me provocó y yo solo me defendí como siempre lo hago, a mi manera pero lo hice.

—Por cierto señor Smith, renuncio.

—No puede —veo que vuelve a sonreír —Porque si no trabaja, no come.

—No se preocupe encontraré un mejor empleo que este. —dije segura de mis palabras.

—¿Así? —dijo con burla —Pues no es que me preocupa su vida, pero déjeme decirle que ya he llamado a todas la empresas del país para que no le den empleo a —Toma una carpeta  que tenía en su escritorio y la abre —Maricela Fuentes.

La seguridad en mi desaparece al escuchar lo último. Un sudor helado comienza aparecer en mi cuerpo porque el desgraciado me había acorralado.

—N-No es cierto —intento reírme al creer que es una absurda broma de su parte.

El presiona un botón del teléfono y comienzo a escuchar el buzón de voz que solo eran mensajes de ejecutivos de las empresas donde dejé mi currículum diciendo que no me darían trabajo. ¡pero que hijo perra, como mierdas lo hizo!.

—¡¡Es un.. hijo de puta!! —golpeo su escritorio rabiosa. —¡Quien mierdas se cree para hacerme esto!!.

El parecía feliz al verme cabreada. —Me alegra saber que tan fiera es, —niega con su cabeza sin dejar de reírse —¿dígame algo? —hace aún lado un mechón de mi cabello —Quien creés que es más peligroso, ¿una fiera, o un Demonio?. 

¡¿Y eso qué tiene que ver con esto?!. ¡¿Pero como mierdas había terminado yo en esta situación?!. 

—Bueno, como no sabe la respuesta, yo le demostraré que tan de peligroso puede ser un demonio.

Mi cuerpo se congela cuando sube sus manos acariciando mi cuerpo por encima de mi blusa hasta llegar a mi cuello, baja a tres centímetros y desabrocha dos botones de la camisa de mi uniforme y repite la misma caricia de esa noche. "caricia que disfrute como nunca por cierto". Sin querer suelto un jadeo cuando me toma de mis caderas.

—Odio ese uniforme, —musita en mi oído.

—Ese.. no es mi prole.. —intento desafiarlo pero mi voz se quiebra cuando muerde el lo lóbulo de mi oreja. 

—Estas en mis manos, y si te rehúsas a mi órdenes, te voy a dar unas nalgadas hasta dejar ese trasero tan rojo que no podrás sentarte por días.

¡¿pero qué carajos me pasa?!,porque incluso estaba imaginándomelo a él y su mano en mi trasero. ¡vamos mari, reacciona!.

—Mañana quiero verla con tacones, una falda más corta y una blusa que se vea sexy y resalte esos deliciosos senos. —apreta mi trasero y jadeo porque cínicamente lo disfruté. —Entendido. 

—S-Si señor,.. Smith.

—En privado quiero un sí Sebastián. Comprendió.

vuelve apretar mi trasero y no se porque diablos lo estaba disfrutando ya que muerdo mis labios para contener mis ganas de gemir. 

—Si.. Sebastián. —musito apunto de rendirme.

El se aleja y como si nada hubiese pasado entre nosotros, me ordena que pida su desayuno y que le entregué las ventas de el último mes, con mi cara tan roja de la vergüenza, salgo de su oficina, trato de comprender lo que había pasado pero mi mente estaba cegada por la lujuria que sentía, lo único que comprendí es que estaba en sus manos y, ¡¡joder, yo lo estaba disfrutando, como nunca antes lo había hecho y quería más!!.

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