Después de comer otros dos vasitos de helados de diferente sabor por fin me marché del agradable lugar y me dirigí hasta el siguiente local que llamó mi atención. Tenía un aspecto rústico por fuera, los vidrios se encontraban ligeramente polarizados, me acerqué y puse mi mano sobre el frío cristal para ver al interior, era una librería, dado que no podía salir de noche (aún desconocía la razón) estaría bien tener algo de entretenimiento que no sea la televisión así que, que mejor que un libro.
Empujé la puerta de la entrada, el sonido de una delicada campanilla de metal anunció mi llegada, había una persona en un escritorio que levantó su vista al escucharme entrar, me dio la bienvenida con una gran sonrisa y regresó a su lectura, un libro de pasta dura y color oscuro; Me adentre en la librería, entre los estantes repletos de historias por descubrir... me detuve en el área de romance, a quién no le gustaba el fantasear con un relato de amor digno de una película, imaginar el ser tratada al igual que una reina y encontrar a un hombre que solo tenga ojos para ti, eso solo en las historias de fantasía, muy pocas personas en la vida real tenían esa suerte.Tomé un libro cuya pasta tenía un color plateado opaco, era algo áspera, daba la impresión de ser un libro con ya bastante tiempo, que probablemente ya había pasado por las manos de varios lectores, el título en su portada estaba gravado con una caligrafía clásica y elegante de color dorado... "Enamorada de la luna" solté un suspiró, por el título me daba la impresión de que era la historia de un amor imposible, la vida no siempre era color de rosa, yo y muchas personas más éramos testigo de ello, convencida de que ese libro contenía una historia interesante que no me decepcionaría, lo llevaría conmigo a casa.— Hola, chica, disculpa...- la voz de la chica de la recepción me hizo girar al inicio del pasillo, se encontraba ella parada observándome, llevaba un bonito vestido largo de color rosa y unos zapatos planos blancos. — Lo lamento, pero ya está anocheciendo, estamos a punto de cerrar ya es hora de que todos se refugien en casa.— Claro, voy a comprar este libro si se puede...~~~~~~~~~Iba caminando de regreso, abrazando mi libro nuevo contra mi pecho mientras en mi otra mano llevaba mi bolsa con pan... la gente parecía desesperada, cerrando sus negocios, metiendo sus pertenencias a casa, teniendo un gesto ansioso y algunos de miedo en sus ojos, yo caminaba con total tranquilidad, todos parecían estar tan centrados en entrar a casa y no dejar nada fuera, levanté el rostro, era un precioso atardecer, el cielo estaba pintado de un color rojizo mientras regalaba una vista hermosa de sus últimos rayos de sol antes de ocultarse completamente tras la montaña.Al llegar a mi hotel no había nadie en recepción, la luz del sol era casi nula, la noche ya había comenzado a cubrir con su manto de oscuridad todo el lugar; Me dirigí a mi habitación, la madera vieja de las escaleras crujía ante mi peso, el papel tapiz con girasoles se encontraba deteriorado de algunas partes y desgastado. Lo primero que hice el entrar fue dejar mis cosas en la barra de la cocina e ir al baño a darme una ducha, sentía mi cuerpo un poco pegajoso por el leve sudor que me causaron los rayos del sol en mi caminata al medio día.Dejé mi ropa en el suelo desvistiéndome totalmente, al verme en el espejo mi mirada se fue a mis brazos y las delgadas líneas en la piel que se extendían a lo ancho de estos, esas cicatrices eran mi tormento, mi recordatorio de que tenía que seguir huyendo para no ser atrapada nuevamente. Entré a la ducha dejando que el agua fría recorriera mi cuerpo, me llevé la mano a mi pecho para tomar el collar de cruz en mi pecho, estaba tan acostumbrada a su presencia que de pronto me llegaba la sensación de que no lo tenía y una oleada de pánico me golpeaba el pecho.Salí y tomé una toalla para secar mi cuerpo, me puse la ropa interior, una camisa de manga larga ajustada y unos jogger blancos, no tenía hambre así que solo tomé mi libro y me fui directo a la cama, abrí la ventana, ya que me gustaba la brisa nocturna en esta temporada, no pude evitar mirar al exterior, la calle se encontraba completamente oscura y silenciosa, las palabras de la chica de la biblioteca llegaron a mi mente en cuanto mis ojos se posaron en la hermosa luna. 'Ya es hora de que todos se refugien en casa'... ¿Refugiar de qué? No dejaba de hacerme esa pregunta.En ese momento empecé a sentirme observada, el peso de una mirada gris estaba sobre mí, mis ojos se abrieron mucho y mi corazón comenzó a latir al mil por hora; a la distancia, en una esquina que doblaba a un callejón se encontraba aquel gran hombre del día de ayer, sus ojos grises estaban fijos sobre mí, tenía una chaqueta de cuero oscura como la de Ryan y sus amigos... su mirada era indiferente y pesada a pesar de que estaba bastante lejos me sentía intimidada. Metí la cabeza a gran velocidad arrojando la cortina al frente, mi cuerpo estaba temblando ligeramente, como si estuviera presintiendo un gran peligro.Me tomó varios minutos el calmar mi corazón acelerado y controlar mi respirar errático, suspiré y me llevé ambas manos a la cabeza mientras luchaba con el miedo de creer que él seguía ahí afuera y las ganas de abrir la cortina para ver al exterior nuevamente y cerciorarme si estaba ahí o no, como solía ser un tanto impulsiva y mi curiosidad en ocasiones no se la pensaba dos veces en cruzar los límites sin importarle las consecuencias, me vi forzada en tener que dirigir mis pensamientos y atención a otra cosa.Tomé el libro que había dejado a mi lado antes de irme de chismosa a ver por la ventana, me fui hasta donde el colchón se encontraba con la pared y puse la almohada en mi espalda para recargarme, jale la sabana de color marrón y me tape las piernas con ella y las flexioné acercándolas a mí para recargar mi libro. Me costó un poco concentrarme en la lectura después de tres páginas tenía que regresarme molesta al principio porque perdía el hilo de la lectura, de repente en vez de lograr recrear en mi cabeza lo que estaba leyendo, la imagen de un rostro molesto, pero tremendamente atractivo llegaba mi imaginación acompañada de esos ojos grises que resplandecían con la luna.Cerré los ojos con fuerza recargando mi cabeza en la fría pared de concreto, el día de mañana le preguntaría a Ryan sobre ese hombre... y no sé que era lo que me daba más miedo, si el descubrir que solo se trataba de un producto de mi imaginación paranoica y traicionera o que de verdad existía ese merodeador nocturno.Una vez logrando poner mi mente en blanco comencé a leer con atención y adentrándome a un mundo de fantasía y como lo predije, el amor imposible entre una plebeya y un príncipe, no era consiente del pasar del tiempo, estaba arrasando página tras página hasta que una punzada de dolor en mi espalda y cuello por mi posición me obligaron a detenerme y regresar al presente; me estiré tratando de darle un poco de alivio a mi cuerpo adolorido, miré que el interior de mi departamento era más oscuro, ya no había ni un rastro de luz, miré la hora de mi celular, dentro de poco serían las 10:00 pm, mi estómago de pronto comenzó a rugir demandando alimento, solo había comido unas piezas de pan y helado en todo el día, eso me hizo recordar que había comprado pan extra, miré la bolsa de papel café sobre la barra y me levanté por ella. Al llegar saqué un moffin de chispas de chocolate se me hizo agua la boca y mi estómago rugió nuevamente exigiendo que se le diera ese pan, le di una mordida, el sabo
No estaba acostumbrada a correr por lo tanto no tardé en sentir que mis pulmones y garganta ardían mientras tomaba aire, mis pasos se tornaron un poco más lentos y débiles, no pude continuar más, necesitaba un descanso, me detuve a tomar aire mientras apoyaba mis manos en las rodillas, los sonidos de las dos bestias peleando a muerte ya era muy bajo, pero me relaje antes de tiempo, ya que ese ronroneo escalofriante comenzó a escucharse muy cerca de mí. Levanté el rostro sintiendo nuevamente esa sensación a peligro, aquel sonido se acercaba a mí, pero no podía identificar de dónde, me disponía avanzar cuando otro hombre apareció frente a mí, su rostro estaba tan cerca del mío que sin duda pude notar esos ojos completamente negros con tan solo un ligero punto rojo en el centro, abrió la boca mostrando esos peligrosos colmillos y emitió un sonido que me llenó de terror. Acercó ambas manos a mí intentando tomar mi cabeza, pero en cuanto su fría piel entró en contacto con la mía el sonid
Cuando recobre la conciencia comencé abrir poco a poco mis ojos, tenía una sensación de haber dormido durante mucho tiempo, aunque al ver los rayos débiles del amanecer me quedaba claro el que solo habían pasado quizás un par de horas; poniéndole más atención a mi ambiente parecía estar dentro de una bodega, la iluminación era tan débil, solo podía ver sombras distorsionadas, las únicas dos ventanas que había se encontraban cubiertas con telas oscuras. Me encontraba acostada sobre el frío y polvoso piso de concreto, al intentar levantarme me di cuenta de que mis manos se encontraban atadas, a como pude y retorciéndome como un gusano logré ponerme de lado para después apoyarme en mis rodillas, Solté un quejido al apoyar mi peso en esa piel lastimada. — ¿Lluvia? ¿Ya has despertado? - esa era la voz de Ryan, se escuchaba débil y apagada. Mi cabeza voló en la dirección que apareció su voz, y entre las sombras extrañas noté que una se movió, parecía estar de rodillas así que me arrastre
Rexon. Las noches eran dentro de lo que cabe aburridas en este pueblo, fui enviado por mi padre, el rey de los licántropos de esta zona para cuidar de este lugar algo alejado de la civilización, empezaron a ocurrir desapariciones sospechosas de los habitantes y gran parte de los turistas, los humanos como método de precaución no salían en las noches cuando se llevaban a cabo la mayoría de los ataques, pero aun así no era suficiente, una puerta de madera y frágiles cristales no eran gran obstáculo para lo que los acechaba. Como los humanos son una raza débil e inútil que necesita protección, mi querido padre tuvo la brillante idea de mandarme a mí a cuidarlos, era un tipo de castigo, lo sabía bien, no era un secreto mi repudio hacia los humanos, los licántropos que se mezclaban con ellos solo tenían de resultado débiles cachorros Omega, nuestra raza era superior en más de un aspecto y era un insulto compartir nuestros genes con ellos, no era el único que lo pensaba, mi padre me envió
Lo primero que hice fue ir por mi ropa, mi camisa había quedado hecha trizas, solo logré salvar mi ropa interior, pantalón y zapatos, los humanos perecían tener algún problema con la desnudez ajena así que tenía que cambiarme antes de ir por ella, no quería matarla... de un infarto. Su ventana tenía un borde en el cual me subí y la observé por un extremo de la cortina, parecía un cervatillo asustado, estaba metiendo todas sus pertenencias en unas malatas que tenía sobre la cama, quería huir, ¡oh no, linda! Sin duda despertaría mi instinto de cazador, ella ahora era mi presa y sin duda la seguiría hasta el fin del mundo de ser necesario para atraparla. Cuando se sentó en la cama y cubrió su rostro aproveché para entrar en sigilo y desenchufar la televisión, seguido de eso me fui a esconder en el baño en espera de que notara la anomalía del silencio en el ambiente, claramente era más fácil tocar la maldita puerta y llevármela en cuanto abriera, si no abría podría tirar la puerta, pero
Lluvia. Los demás lobos me desataron, pero no me permitieron acercarme a Ryan, al llevarme tomé al cachorro entre mis brazos y los seguí a donde me llevaban, recorrimos unos cuantos árboles hasta llegar a una amplia casa en medio del bosque, había un bonito lago cerca, los rayos del sol se reflejaban en el agua, había varios árboles y a la distancia se apreciaban montañas en donde estaba segura de que los atardeceres se verían preciosos. Entramos a la casa y el interior era pintoresco y agradable, solo que... un poco desordenado, me guiaron por un pasillo con varias habitaciones, llegamos a la última del pasillo, me abrieron la puerta y al yo entrar la cerraron con fuerza. No le presté importancia, me metí al baño para bañar al cachorro y darme una ducha yo también, ya que tenía tierra por todos lados a causa de mi ajetreada noche anterior. La habitación era sumamente hermosa, tenía unas bonitas cortinas rosadas, las paredes eran de un color crema y la cama... tenía unas sábanas br
Rexon Venía de regreso a la casa después de irme a correr un poco por el bosque, no tenía idea de que carajo me había pasado en la mañana, detestaba a los humanos, pero tenía a una en mi casa solo porque la idea de dejarla marcharse me parecía inaceptable, lo único que me hacía sentir que no había perdido completamente la cordura era que estaba en posición de prisionera prácticamente. Le dije a los lobos que la llevaran a la habitación vacía, que casualmente recordé después que se encontraba frente a la mía, en estos momentos ella debería de estar encerrada ahí y el hecho de pensar que probablemente estaba llorando en una esquina con miedo me hacía sentir mejor. Al irme acercando a la casa miré que Said salió corriendo, tenía una sonrisa de idiota en el rostro y bueno no había mucho que decir, él era idiota, al acercarse a mí pude notar el brillo lujurioso en sus ojos, me pareció extraño. — Ey, Rex... el uniforme que le diste a la sirvienta esta... - hizo una seña aprobatoria con
Lluvia. Al entrar a la habitación y cerrar la puerta tras de mí, el pequeño cachorro salió del baño moviendo su colita recortada con felicidad, sus orejas largas y puntiagudas se movían de una manera graciosa cuando me observaba, metí la mano en la pequeña bolsa que tenía en el diminuto uniforme de sirvienta y saqué un poco de carne que había tomado de la cocina para él. Lo dejé comiendo en el baño, ya que la habitación tenía una alfombra rojiza que no quería arruinar, me deshice del diminuto vestido dejándolo tirado en el suelo y abrí las puertas del ropero para tomar algo más, miraba cuáles eran mis prendas más deterioraras para usarlas en mis labores domésticas de este lugar, cuando de pronto la puerta de la habitación se abrió de repente, era Ryan quién había llegado. Abrí mucho los ojos y a pesar de que no me miraba de una manera sorprendida o lujuriosa tomé una manta que había en el ropero y la abracé contra mi pecho para cubrirme un poco. — ¡Oye! ¿No sabes tocar, Ryan? - le