Tal y como había pensado su hermano estaba esperándolas, habían pasado mucho tiempo separado, más de que su madre y ella se esperaban. Apenas anclaron en el muelle, lo abrazaron dejándolo sin aliento, lo extrañaron al igual que él a ellas.
Durante el camino a la posada, Rosalía se rió a costa de su hermano; su madre insistía que debía casarse y todo lo que se espera de un buen Márquez. Algo que a él le causó mucha gracia.
Sin duda había extrañado a Luicis, hasta su mal humor.
Por un momento pudo apartar la verdadera razón por la que volvía a Inglaterra, y eso la hacía sentir mal.
Pero se concentró en su hermano, se veía más vivo, alegre y contento que la última vez que lo vieron; durante el trayecto en el carruaje nos las dejo hablar les contó todo lo que se habían perdido de la alta sociedad.
Sin duda se había vuelto todo un chismoso, aunque Rosalía se sintió bien, él había avanzado.
—¿Sabe alguien que hemos llegado?—preguntó cuando dejaron a su mamá en la recámara, se encontraba cansada por el largo viaje. Le preocupa que escuchara de lo que tenía que decir, ella no conocía los verdaderos motivos por los cuales había vuelto.
—No, al menos que Henry mencionara algo aunque lo dudó, apenas me hizo llegar el recado alquile este cuarto—dijo sinceramente, Rosalía sonrío complacida. Por lo menos su llegada lo tomaría por sorpresa.
Luicis la observo extrañado por su actitud, durante el trayecto la había intentado converse de la absurda idea de dormir en esa vieja posada.
—Y me gustaría que siguiera siendo así, quiero primer adaptarme, ya sabes cómo es; Londres siempre nubloso y ruidoso en estas épocas del año. Y más sabes como les encantará si me ven llegar.
—Por Supuesto—y añadió con una sonrisa traviesa—,¿estás segura de querer hacerlo? ¿Volver? Digo permanente, se oían muy augustos allá en Francia, madre y tú.
Rosalía le ofreció una falsa mirada fulminante. Aunque sabía que lo hacía por molestar en parte lo pensaba, siempre había sido como un libro abierto.
—Me apetece quedarme, ¿Algún inconveniente?
—No, ninguno. Solo quería asegurarme de ello.
Ella se apego más a él, abrazándolo. Lo había echado mucho de menos. Cerro sus ojos fuertemente, aparte de su madre y a él no tenía a nadie más. Y perderlo a él, sería como perder a su padre, por que Lucius era su vivo recuerdo. Pensó que antes tenía a Lord Williams y ¿Ahora?, Todo este tiempo fue un desperdicio, el le mintió, prometió por su honor que la esperaría; que era la única mujer a quien amaba.
—Y por favor, no se lo digas a nadie.
Estuvo apunto de titubear, apretó los labios fuertemente.
—No lo haré si no lo deseas, hermana.
—¿Supongo Que asistirás a la boda de Susan y Henry?—preguntó curiosidad.
Luicis, sonríe y negando con su cabeza. Su hermana no cambiaba, nunca y eso le hizo sentirse mejor. A veces no lograba comprender la complejidad entre ellas, era sumamente raro y intrapersonal, sin embargo, tenía amigos pero a no llegar a ese grado de confianza; ni siquiera con Williams. Envidiaba esa complexión en ella.
Pero el sabía en el fondo de su corazón por que volvía, pero sonrío sabía que ella lo superaría. Y sin duda Williams cavaría su propia tumba si se cazaba con esa loca de lady Anabel. Luicis suspiró, aquella dama era todo un enigma, a veces él no entendía porque actuaba de manera odiosa con las personas, ella era tan dulce, amable y una romántica un tanto alocada.
Eso le hacía recordar tanto a su hermana, ella era su amiga durante todo ese tiempo. Aunque de manera secreta.
—Claro que iré, no me perdería esa unión por nada.
—Antes que te vayas, podrías decirle a Susan que estoy aquí.
El levantó una ceja de manera presuntuosa, esa petición le tomo por sorpresa, sin embargo no le pareció demasiado raro. Rosalía sonrío de manera angelical.
—Entonces el secreto de tu regreso solo abarca a ciertas personas-mencionó inquieto.
Rosalía sonrío.
—Comprendes perfectamente hermano. Por eso eres mi favorito.
—Pero soy tú único hermano— dijo con sarcasmo.
— Entonces brindemos por ello—dijo la joven mientras se colocaba de pie y servía en ambas copas licor, aquella era una costumbre que había adoptado en Francia—. ¡Salud!
—¡Salud!
Durante el trascurso del día hablaron y se colocaron al día, como si nunca se hubieran separado a Luicis le alegró un momento todas las cosas que su hermana había aprendido en aquel país y sin duda su tolerancia al alcohol, tomaron en grandes cantidades riéndose y charlando ambos se quedaron dormidos en aquel pequeño saloncito.
Rosalía todavía se sentía rara de estar de vuelta habían pasado dos días desde su llegada, extrañaba Francia, allí las cosas eran un poco diferente lo que más amaba era la libertad con que las mujeres vestían a diferente de Londres y sus enormes reglas de vestimenta, pero sin duda lo que más extrañaba eran las tardes cuando salían a dar una vuelta por Hayde park con sus amigas Susan y Alice. Desde que tenía memoria las conocía no había nada que no hicieran juntas.Otra cosa que había extrañado era la comida nunca encontraría nada igual en otra parte. Aunque sin duda su madre y ella pasaron un buen rato en el salón de té de la posada hablando, aunque Rosalía quería mantener un perfil bajo, no podría librar a su madre de salir, era una mujer muy inquieta incapaz de quedarse en un solo sitió.Durante todo el desayuno en que Lucius las acompaño pudo ocultar su ansiedad por volver, de sentir su mirada en ella; sabía que tenía cu
Tras diez minutos de charla, Rosalía se dio cuenta de dos cosas: la primera fue que su amiga estaba profundamente enamorada de su prometido, cosa que ya sabía. Lo que le sorprendió fue que él sintiera el amor con esa misma intensidad por ella, dado el carácter voluble de Henry que siempre había hecho gala; la segunda cosa que descubrió fue que el amor le sentaba estupendamente a Susan. Sin duda ahora, sentía un poco de envidia.Estaba radiante, por dentro y por fuera y, a pesar de sus propias circunstancias, debía de reconocer que ese optimismo era contagioso. Estaba totalmente ansiosa que llegara el día de sus nupcias con el Duque de Manchester.—Pero ya es suficiente de hablar de mí. ¡Cuéntame! ¿Por qué has regresado antes de tiempo? ¿Está tu mamá bien de salud? —preguntó,
Revista secretos de sociedad Buenas tardes querido y atestado Londres, hoy les traemos una buena nueva como dicen por ahí.Nada menos que la hermana de Marqués de suffkol ha vuelto luego de dos largos años en Francia, pero adivinen que creemos que la joven tiene mucho más que esconder, ya que ha sido vista por los hotales en el centro de Londres, ahora mis interrogantes son los siguientes ¿Estara embarazada? ¿Se habrá casado y habra vuelto huyendo de su esposo? Sabes que a la joven le encanta hacer ese tipos de cosas. Aunque también se rumorea que puede estar comprometida con un honorable caballero aquí en Londres.¿Resulta ser que el LordW está comprometido con ella? Pero ahora, lo hemos visto cortejando a la hija del conde ¿Será esto un escándalo? Hasta podría apostar que sí. Asi que queridos solo nos toca esperar.
Rosalia había decidido dar una vuelta por Londres ayer su madre se había encargado de mandar hacer unos hermosos vestidos para la boda de su amiga la cual se celebraría en unos días, la verdad estaba muy nerviosa y entusiasmada sería su primera aparición en la sociedad londinense luego de haberse marchado, la verdad ahora estando aquí no sabía cuanto había extrañado aquellas abarrotadas calles por las mañanas, la llego yendo y viniendo sin prestar ninguna atención a su paso, Londres era maravilloso cuando lo veías así desde esta perspectiva no cuando tenías que ser recta, vestir un casi asfixiante vestido, amaba Francia por eso y sus exquisitos vestidos un tanto menos apretados, casi había saltado de alegría cuando su buena amiga le había confeccionado uno sin aquella horrible cosa, esperaba alguna reprimenda por parte de su madre ya que aquello no era visto de buen gusto y ni elegancia, su madre había quedado encanta que luego había mandado hacer otro más. Ahora iba a unas de
Rosalia se había puesto de mal humor cuando Susan le informó que había invitado a Anabel a su casa para conservar, casi había puesto el grito en el cielo, esta apunto de jurar y decir impropios, Susan era la persona más inocente si no hubiera notado que la joven quería a Williams para ella más de lo que demostraba, porque si él tampoco hubiera estado hablando de esa manera tan íntima eso la hacía enfurecer, ese pijo, cuando lo viera. Todavía recordar cuando los habia visto tan íntimos en la plaza, le hacía hervir la sangre de celos.—Vamos, Rosa—suplicó—, te prometo que no es mala persona, dale una oportunidad y además hasta donde yo sepa nos personas pueden conversar no veas cosas donde no las hay, por favor.Rosalia resolplo separándose de su amiga que parecía un chicle pegado a ella. Escuchar a Susan defenderla era lo peor, a
El duque de Cambridge se encontraba en aquella vieja casa de campos esa mañana se había despedido de sus amigos y al mediodía habia partido, estaba furioso aunque lo escondía de un gran manera, su madre se había metido donde no tenía nariz ni hueso. Se encontraba silencioso en aque viejo salón viendo el fuego hacer ceniza la leña, todavía no podía creer que su madre haya manipulado a su secretaria para que cualquier carta de Rosalia no fuera entregada a él, esta colérico, casi lo había golpeado hasta que estuviera inconsciente si no fuera porque esta su buen amigo Enrique con él. Ese día había decidido llegar temprano porque necesitaba unos papeles cuando vieron a George sacar unas sobres de su escritorio que había sacado selectivamente, cuando se las arrebató se había dado cuenta que era de Rosalia, pidiéndole una explicación porque no había contestado sus últimas cartas y porque no le había escrito más.—Williams, hijo— su voz era apenas audible, la ex duquesa no se se
La boda del duque de Manchester con la hermosa Lady Susan collingwood llegó con tanta rapidez que hasta lady Borgues se encontraba tan nerviosa como la novia. Por fin se iba a encontrar con el amor de su vida, solo ese pensamiento hacia que su cuerpo temblará ligeramente en pensar en todas las posibles reacciones del duque ante su reacción, Rosalia no estaba del todo segura de que él aceptara las nuevas reglas de su compromiso.Pero tenía que ser fuerte, sabía que sus sentimientos por el seguían siendo los mismo, eso le decía su corazón. Porque ya no era una chiquita de aquel entonces, había crecido y conocido, quería la firmeza que el sentía lo mismo, que seguí siendo igual que hace dos años. Tenía que asegurase que su proposición no fue solo por decirla. Habia pensado mucho en este momento hasta en las cartas que ambos se mandaban constantemente, a pesar de la distancia cada una de las palabras que leía era tan fuerte que podía sentirse bien, que esta
Lord William, Duque de Cambridge, necesitaba pasar una velada con sus amigos o se daría a la bebida. Cortejar a Rosalía estaba siendo más difícil de lo que hubiera esperado. Estar con ella estaba afectando a su cordura. La deseaba tanto que tenía que esforzarse para no tocarla, para no arrastrarla en todos los bailes en los que coincidían, detrás de alguna columna y besarla hasta robarle el sentido.En un intento desesperado por recuperar el juicio, esa noche había cambiado los valses por las cartas y por ese motivo estaba sentado a una mesa en el White ́s, esperando a que Lucius, al que había enviado una nota para que se reuniera con él, acudiera.Iba por su segundo whisky cuando una voz, que no hubiera esperado escuchar esa noche, se dirigió a él.—Eso no es lo que esperaba encontrar de un hombre prometido y profundamente enamorado.Se dio la vuelta para enfrentar a otro de sus mejores amigos, Lord Henry. Él era el único que se había dado cuenta de los sentimientos