Rosalía todavía se sentía rara de estar de vuelta habían pasado dos días desde su llegada, extrañaba Francia, allí las cosas eran un poco diferente lo que más amaba era la libertad con que las mujeres vestían a diferente de Londres y sus enormes reglas de vestimenta, pero sin duda lo que más extrañaba eran las tardes cuando salían a dar una vuelta por Hayde park con sus amigas Susan y Alice. Desde que tenía memoria las conocía no había nada que no hicieran juntas.
Otra cosa que había extrañado era la comida nunca encontraría nada igual en otra parte. Aunque sin duda su madre y ella pasaron un buen rato en el salón de té de la posada hablando, aunque Rosalía quería mantener un perfil bajo, no podría librar a su madre de salir, era una mujer muy inquieta incapaz de quedarse en un solo sitió.
Durante todo el desayuno en que Lucius las acompaño pudo ocultar su ansiedad por volver, de sentir su mirada en ella; sabía que tenía curiosidad por su adelantado viaje. Se suponía que regresaría el año que viene luego de culminar las clases que estaba tomando en Paris. Así que después del papelón que venia hacer, debería explicárselo, se lo debía. Ahora la cuestión ¿ Era válido? Porque el Duque, siempre había sido atenta con ella y en sus cartas, ¡Por Dios! Cada vez que le escribía la hacía sentir en el cielo, mariposas en su estómago.
Era un romántico nato, o tal vez alguien muy adulador, ahora ya no sabría con certeza.
Pero Williams tenía algo que hacía pensar más allá, dejar esa vena lógica e independiente que siempre surgía en su cabeza, siempre había soñado con ser una mujer libre, que nadie decidiera sobre ella, merecedora por igual. Habia leído libros sobre muchas mujeres emprendedoras como Mary, había descubierto que le fascina la certeza en cómo describía como algo que podemos ver bello y hermoso, algo que podemos amar al principio luego lo podemos ver horroso y querer eliminar todo pista de ello.
Porque así era la vida, la humanidad, la sociedad. Por eso dos años atrás había comenzado un proyecto que hoy por hoy da grandes frutos, amaba hacerlo, aunque tuviera que hacerlo anónimamente, si no que pensarían de ella.
Susan, Alice y ella tenían similares ideales, compartían la misma pasión los libros.
Se desplomó sobre el sofá, mirando la habitación era básica pero sin duda no dejaba de ser acogedora, ayer había informado a Susan de su regreso y donde se encontraba y lo emocionada, que estaba por verla.Dos largos años sin abrazar a su mayor confidente.. Tal vez era algo muy premeditado, pero era necesario.
«Necesitaba a Susan, para hacerla entrar en razón, pensar en él, y no hablarle y verle; y no salir corriendo a verlo, a exigirle una explicación》
Durante mucho tiempo había puesto sus ojos sobre Williams le encantaba, era un hombre simple a pesar de todo no era presumido y nunca intentaba hacerla parecer inferior, siempre la escuchaba atentamente, lo que más le gustaba eran sus charlas sobre literatura.
Se había enamorado de él con el p***r de los años, aunque sabía que el tal vez nunca se fijaría en ella. Pero lo hizo, realmente fue muy astuta en ello.
Era el único amigo intimo de su hermano que la trataba diferente, no cómo esos hombres que piensan que solo era una mujer, en cambio él siempre la tenía en cuenta podían p***r horas y horas charlando.
Desde hace algunos años atrás secretamente, lo anhelaba que él la amara tanto como ella a él. Y fue así, las pequeñas muestras de afectó y esos pequeños celos, que a veces parecía empeñarse en competir con todos sus pretendientes, durante un tiempo pensó que solo la veía como la pequeña hermana de su amigo, sin embargo, luego descubrió que no era así, tenía sentimientos así ella.
Y cuando empezaba a perder las esperanzas, había rechazado a muchos caballeros, aunque su padre sabía que ella solo se casaría con el hombre que amaba, por eso nunca la presionaba. Entonces se arriesgo jugando algo que pensó que no funcionaría, y lo hizo él la beso de una manera que debe ser prohibida le hizo sentir, como describían en los l libros que leía.
Aunque de la misma que toco el cielo con los dedos cayó, parecía huirle como si fuera la peste, lo cual la hizo cuestionarse.
Por todo ello, aunque se muriera de rabia, le confesó a su hermano que aceptaría la mano de lord Aron, un pillo ha decir verdad, sabía que como siempre el lo conversaría con sus amigos, muy predecible. Y si el no reaccionaba y no la detenía seguiría no podía quedarse solterona, con apenas veinte años la gente ya empezaba a especular. Tras su le confesó lo que sentía, y le pidió matrimonio. Aunque en secreto.Estaban a punto de anunciarlo cuando su madre llegó con la noticia de la persona que ella quería tanto conocer, la aceptaba como su pupila, ese día sintió alegre que por un momento se olvido de él, en ese momento se vio dividida entre dos cosas que amaba, esta apunto de cumplir lo que había anhelado y tenia al amor de su vida. Pero estaba Williams, ella lo amaba, una parte de ella se esperanzaba que él la esperaría.
Una voz alegre inundo el saloncito, despejando la mirada del libro encontró a su querida amiga Susan, y si su madre fuera estado ahí la hubiera reprendido por su comportamiento.
La había extrañado un momento, extrañaba el olor familiar del jazmín que desprendía su amiga.
Por un momento estuvieron así, llamando la atención de quienes entraban en el calorcito, Susan se avergonzó al sentir todas esas miradas sobre ellas.
Tomaron asiento sin poder creer que están la una frente a la otra, sonrieron y soltaron una carcajada, como se habían extrañado.
Tras diez minutos de charla, Rosalía se dio cuenta de dos cosas: la primera fue que su amiga estaba profundamente enamorada de su prometido, cosa que ya sabía. Lo que le sorprendió fue que él sintiera el amor con esa misma intensidad por ella, dado el carácter voluble de Henry que siempre había hecho gala; la segunda cosa que descubrió fue que el amor le sentaba estupendamente a Susan. Sin duda ahora, sentía un poco de envidia.Estaba radiante, por dentro y por fuera y, a pesar de sus propias circunstancias, debía de reconocer que ese optimismo era contagioso. Estaba totalmente ansiosa que llegara el día de sus nupcias con el Duque de Manchester.—Pero ya es suficiente de hablar de mí. ¡Cuéntame! ¿Por qué has regresado antes de tiempo? ¿Está tu mamá bien de salud? —preguntó,
Revista secretos de sociedad Buenas tardes querido y atestado Londres, hoy les traemos una buena nueva como dicen por ahí.Nada menos que la hermana de Marqués de suffkol ha vuelto luego de dos largos años en Francia, pero adivinen que creemos que la joven tiene mucho más que esconder, ya que ha sido vista por los hotales en el centro de Londres, ahora mis interrogantes son los siguientes ¿Estara embarazada? ¿Se habrá casado y habra vuelto huyendo de su esposo? Sabes que a la joven le encanta hacer ese tipos de cosas. Aunque también se rumorea que puede estar comprometida con un honorable caballero aquí en Londres.¿Resulta ser que el LordW está comprometido con ella? Pero ahora, lo hemos visto cortejando a la hija del conde ¿Será esto un escándalo? Hasta podría apostar que sí. Asi que queridos solo nos toca esperar.
Rosalia había decidido dar una vuelta por Londres ayer su madre se había encargado de mandar hacer unos hermosos vestidos para la boda de su amiga la cual se celebraría en unos días, la verdad estaba muy nerviosa y entusiasmada sería su primera aparición en la sociedad londinense luego de haberse marchado, la verdad ahora estando aquí no sabía cuanto había extrañado aquellas abarrotadas calles por las mañanas, la llego yendo y viniendo sin prestar ninguna atención a su paso, Londres era maravilloso cuando lo veías así desde esta perspectiva no cuando tenías que ser recta, vestir un casi asfixiante vestido, amaba Francia por eso y sus exquisitos vestidos un tanto menos apretados, casi había saltado de alegría cuando su buena amiga le había confeccionado uno sin aquella horrible cosa, esperaba alguna reprimenda por parte de su madre ya que aquello no era visto de buen gusto y ni elegancia, su madre había quedado encanta que luego había mandado hacer otro más. Ahora iba a unas de
Rosalia se había puesto de mal humor cuando Susan le informó que había invitado a Anabel a su casa para conservar, casi había puesto el grito en el cielo, esta apunto de jurar y decir impropios, Susan era la persona más inocente si no hubiera notado que la joven quería a Williams para ella más de lo que demostraba, porque si él tampoco hubiera estado hablando de esa manera tan íntima eso la hacía enfurecer, ese pijo, cuando lo viera. Todavía recordar cuando los habia visto tan íntimos en la plaza, le hacía hervir la sangre de celos.—Vamos, Rosa—suplicó—, te prometo que no es mala persona, dale una oportunidad y además hasta donde yo sepa nos personas pueden conversar no veas cosas donde no las hay, por favor.Rosalia resolplo separándose de su amiga que parecía un chicle pegado a ella. Escuchar a Susan defenderla era lo peor, a
El duque de Cambridge se encontraba en aquella vieja casa de campos esa mañana se había despedido de sus amigos y al mediodía habia partido, estaba furioso aunque lo escondía de un gran manera, su madre se había metido donde no tenía nariz ni hueso. Se encontraba silencioso en aque viejo salón viendo el fuego hacer ceniza la leña, todavía no podía creer que su madre haya manipulado a su secretaria para que cualquier carta de Rosalia no fuera entregada a él, esta colérico, casi lo había golpeado hasta que estuviera inconsciente si no fuera porque esta su buen amigo Enrique con él. Ese día había decidido llegar temprano porque necesitaba unos papeles cuando vieron a George sacar unas sobres de su escritorio que había sacado selectivamente, cuando se las arrebató se había dado cuenta que era de Rosalia, pidiéndole una explicación porque no había contestado sus últimas cartas y porque no le había escrito más.—Williams, hijo— su voz era apenas audible, la ex duquesa no se se
La boda del duque de Manchester con la hermosa Lady Susan collingwood llegó con tanta rapidez que hasta lady Borgues se encontraba tan nerviosa como la novia. Por fin se iba a encontrar con el amor de su vida, solo ese pensamiento hacia que su cuerpo temblará ligeramente en pensar en todas las posibles reacciones del duque ante su reacción, Rosalia no estaba del todo segura de que él aceptara las nuevas reglas de su compromiso.Pero tenía que ser fuerte, sabía que sus sentimientos por el seguían siendo los mismo, eso le decía su corazón. Porque ya no era una chiquita de aquel entonces, había crecido y conocido, quería la firmeza que el sentía lo mismo, que seguí siendo igual que hace dos años. Tenía que asegurase que su proposición no fue solo por decirla. Habia pensado mucho en este momento hasta en las cartas que ambos se mandaban constantemente, a pesar de la distancia cada una de las palabras que leía era tan fuerte que podía sentirse bien, que esta
Lord William, Duque de Cambridge, necesitaba pasar una velada con sus amigos o se daría a la bebida. Cortejar a Rosalía estaba siendo más difícil de lo que hubiera esperado. Estar con ella estaba afectando a su cordura. La deseaba tanto que tenía que esforzarse para no tocarla, para no arrastrarla en todos los bailes en los que coincidían, detrás de alguna columna y besarla hasta robarle el sentido.En un intento desesperado por recuperar el juicio, esa noche había cambiado los valses por las cartas y por ese motivo estaba sentado a una mesa en el White ́s, esperando a que Lucius, al que había enviado una nota para que se reuniera con él, acudiera.Iba por su segundo whisky cuando una voz, que no hubiera esperado escuchar esa noche, se dirigió a él.—Eso no es lo que esperaba encontrar de un hombre prometido y profundamente enamorado.Se dio la vuelta para enfrentar a otro de sus mejores amigos, Lord Henry. Él era el único que se había dado cuenta de los sentimientos
Luicis le había evitado una situación incómoda y no podía estar agradecida con él. Al llegar acompañada del marqués, su encuentro con Williams había transcurrido con bastante normalidad, si una dejaba de lado las miradas que el Duque había dirigido. Aun así, se habían limitado a saludarse como dos viejos amigos que se reencuentran tras unos años separados. Y los reproches y las preguntas habían quedado sin pronunciarse. A pesar de que Luis había dado una pequeña velada con sus amigos más cercanos para celebrar la reciente adquisición de un nuevo edificio para la fábrica.Rosa dudaba de que el Duque encontraría el momento adecuado para abordarla, por lo que se había mantenido acompañada en todo momento. Muy inteligente a su parecer, ahora que lamentaba no haber podido conversar con su madre para que asistiera. Se había quedado en su habitación supuestamente descansando aunque algo le decía que no era así desde que había vuelto. Estaba deprimida y triste. Le preocupaba