Tras diez minutos de charla, Rosalía se dio cuenta de dos cosas: la primera fue que su amiga estaba profundamente enamorada de su prometido, cosa que ya sabía. Lo que le sorprendió fue que él sintiera el amor con esa misma intensidad por ella, dado el carácter voluble de Henry que siempre había hecho gala; la segunda cosa que descubrió fue que el amor le sentaba estupendamente a Susan. Sin duda ahora, sentía un poco de envidia.
Estaba radiante, por dentro y por fuera y, a pesar de sus propias circunstancias, debía de reconocer que ese optimismo era contagioso. Estaba totalmente ansiosa que llegara el día de sus nupcias con el Duque de Manchester.
—Pero ya es suficiente de hablar de mí. ¡Cuéntame! ¿Por qué has regresado antes de tiempo? ¿Está tu mamá bien de salud? —preguntó, visiblemente preocupada. Susam siempre fue así, a veces se preocupaba por los otros que por ella misma. Por eso se habían hecho grandes amigas.
—No ella está bien, no es que no sé, ¡Dios, Susan! Estoy echa un lío, pero promete que no te enojaras.
—Me asustas, Rosa. ¿Qué sucede? No me digas que te enamoraste de tu maestro
—No eso no—digo rápidamente agitando las manos—. Hay algo que no te he contado, realmente no le he dicho nadie, sé que tal vez hice mal en ocultartelo, pero decírtelo a ti era como saber que realmente estaba pasando, y ahora Susan estoy perdiendo eso que tanto espere. Decírtelo a ti le habría dado algo del empuje así la realidad que necesitaba que se quedara como en un sueño por unos meses más. Y tal vez fue egoísta no decirte, pero como te he dicho decírtelo fuera hecho realidad.
—¿De qué estás hablando? —preguntó preocupada, Rosalia no solía alterarse de esas maneras.
—Estoy prometida. Bueno, ahora no sé.
Susan parpadeó varias veces, la miró con intensidad y, después, con lentitud, fue estirando los labios hasta convertirlos en una sonrisa genuina. No le veía nada malo, su amiga se iba a casar, eran un par de muchas afortunadas.
—¡Eso es maravilloso, Rosalia! ¿Pero como qué ahora no sabes? ¿Quién es el afortunado?
Rosalía estaba sorprendida, pensó que se enojaría por haberlo ocultado, sin embargo, estaba feliz por ella. Eso la hizo sentir mejor, al menos Susan no se había molestado.
—¿No te importa que te lo haya ocultado?
Ella nego con la cabeza sin borrar la sonrisa del rostro.
—Entiendo que me lo ocultaras y no es necesario que te pregunte porque ya sé de quién se trata. —Tardó un segundo en comprender la gravedad de la situación, pero cuando lo hizo abrió los ojos desmesuradamente y exclamó preocupada, emtendiendo claramente por que había vuelto,— ¡oh, Dios mío! Estás de vuelta por mi culpa —sentecio.
—No fue tu culpa sino la de él. Pensé que me esperaría, no que estaría por ahí buscando una esposa.
—Creía que ya no sentías nada por él. De haberlo sñ sabido no te habría escrito con el chisme. De un día para otro dejaste de hablar de él. Y yo supuse… Solo pensé... Supuse que lo habías superado.
—No fue tu culpa.
—Tampoco fue culpa de él. No tienes que preocuparte por nada. Fue una de las locuras de Alice. No tuvo mayor importancia. Sabes cómo es, solo fue un comentario que dijo y yo solo...
—Por favor, explícate.
Su amiga la miró con los ojos entrecerrados. Aunque también se sentía un poco culpable.
—No lo haré hasta que no me cuentes hasta el último detalle de tu compromiso. ¿Cómo se te declaró? ¿Cuándo?
—De acuerdo —accedió y sonrió al recordarlo—, fue precioso, y creo que nunca había leído algo como eso y sentido.
Durante el siguiente cuarto de hora Rosalía puso al tanto a Susana de todo lo que había sucedido entre ella y el Duque.
De cómo este se había decidido a hablar de sus sentimientos cuando le había hecho creer que estaba a punto de aceptar la mano de otro pretendiente.
—¿Celos? —Rio sin poder creerlo—, eso fue muy ingenioso. ¿Cómo sabías que él reaccionaría?
—Creo que de tanto leer, solo lo intenté—confesó.
Siguieron hablando del tema hasta que la anfitriona le habló de sus planes más inmediatos. Necesitaba pensar que haría ahora, en Francia era diferente, ya había empezado la temporada y estaba segura que su madre la haría asistir.
—No deseo que nadie sepa que he regresado hasta el día de tu boda. No obstante, después de lo que me has contado, no voy a pedirte que se lo ocultes a tu prometido.
—Gracias. Puede parecer una tontería, pero no deseo comenzar mi matrimonio mintiendo, aunque sea por omisión. Además no sé me da bien mentir o omitir, pero por ti lo intentaré.
Rosalía le cogió la mano y la apretó con afecto.
—Lo entiendo. Ahora cuéntame por qué Lady Annabel trató de pescar a mi prometido.
Notó que los ojos de Susana se encendieron con una sonrisa. Y alegremente comenzó a hablar.
—¡Oh!, Anabel es tan divertida, tan directa y original —se detuvo para explicarse viendo la clara molestia en las facciones de su amiga—, puede que no sea original en el sentido que la sociedad le da a la palabra, pero créeme que lo es. Es una persona maravillosa. Tienes que conocerla.
Le produjo un nudo en el estómago a la anfitriona, no sabía cómo sentirse ante la evidente amistad entre ambas pero tenía que ser sensata la pobre Susana no sabía que estaban prometidos.
—¿Debería estar celosa de tu amistad con ella? ¿O solo debo estarlo por su interés en Williams? —inquirió, tratando de esconder su malestar.
—No tendrías que estar celosa en ningún caso.
Rosalía arrugó el ceño.
—Me estás confundiendo.
La aludida suspiró, resignada a hablar más de la cuenta. No era su vida, y no tenía porque entrometerse, pero sin embargo, lady Rosalía era su amiga de la vida. Pero traicionaría la confianza que Anabell había depositado en ella.
Lady Susan esperaba que Anabel solo lo fuera dicho por sus padres, y que retrocediera al llegar Rosalía.
—Solo desea desesperadamente casarse. Lo que menos le preocupa es con quién hacerlo.
—¿Está embarazada? —pregunto horrorizada.
—No.Es mucho peor.
—¿ Qué puede ser peor que caer en desgracia entre la alta sociedad?
Rosalia seguí sin caer por completo en la palabra de Susan no es que no confiara en ella, pero tenía esa pequeña duda en su corazón. Y como decía su madre Cara vemos corazones no sabemos.
—Tener unos padres que te desprecian —zanjó su amiga sorprendiendo a Rosalía y a cierto caballero que escuchaba la conversación tras la puerta entreabierta.
Y esto sería una gran noticia, y nada como la sociedad no amará y los chisme eran uno de ellos. Pero sin duda aquello no le caía todavía, y menos pensar lo cercana de Susan parecía ser de Anabel.
Revista secretos de sociedad Buenas tardes querido y atestado Londres, hoy les traemos una buena nueva como dicen por ahí.Nada menos que la hermana de Marqués de suffkol ha vuelto luego de dos largos años en Francia, pero adivinen que creemos que la joven tiene mucho más que esconder, ya que ha sido vista por los hotales en el centro de Londres, ahora mis interrogantes son los siguientes ¿Estara embarazada? ¿Se habrá casado y habra vuelto huyendo de su esposo? Sabes que a la joven le encanta hacer ese tipos de cosas. Aunque también se rumorea que puede estar comprometida con un honorable caballero aquí en Londres.¿Resulta ser que el LordW está comprometido con ella? Pero ahora, lo hemos visto cortejando a la hija del conde ¿Será esto un escándalo? Hasta podría apostar que sí. Asi que queridos solo nos toca esperar.
Rosalia había decidido dar una vuelta por Londres ayer su madre se había encargado de mandar hacer unos hermosos vestidos para la boda de su amiga la cual se celebraría en unos días, la verdad estaba muy nerviosa y entusiasmada sería su primera aparición en la sociedad londinense luego de haberse marchado, la verdad ahora estando aquí no sabía cuanto había extrañado aquellas abarrotadas calles por las mañanas, la llego yendo y viniendo sin prestar ninguna atención a su paso, Londres era maravilloso cuando lo veías así desde esta perspectiva no cuando tenías que ser recta, vestir un casi asfixiante vestido, amaba Francia por eso y sus exquisitos vestidos un tanto menos apretados, casi había saltado de alegría cuando su buena amiga le había confeccionado uno sin aquella horrible cosa, esperaba alguna reprimenda por parte de su madre ya que aquello no era visto de buen gusto y ni elegancia, su madre había quedado encanta que luego había mandado hacer otro más. Ahora iba a unas de
Rosalia se había puesto de mal humor cuando Susan le informó que había invitado a Anabel a su casa para conservar, casi había puesto el grito en el cielo, esta apunto de jurar y decir impropios, Susan era la persona más inocente si no hubiera notado que la joven quería a Williams para ella más de lo que demostraba, porque si él tampoco hubiera estado hablando de esa manera tan íntima eso la hacía enfurecer, ese pijo, cuando lo viera. Todavía recordar cuando los habia visto tan íntimos en la plaza, le hacía hervir la sangre de celos.—Vamos, Rosa—suplicó—, te prometo que no es mala persona, dale una oportunidad y además hasta donde yo sepa nos personas pueden conversar no veas cosas donde no las hay, por favor.Rosalia resolplo separándose de su amiga que parecía un chicle pegado a ella. Escuchar a Susan defenderla era lo peor, a
El duque de Cambridge se encontraba en aquella vieja casa de campos esa mañana se había despedido de sus amigos y al mediodía habia partido, estaba furioso aunque lo escondía de un gran manera, su madre se había metido donde no tenía nariz ni hueso. Se encontraba silencioso en aque viejo salón viendo el fuego hacer ceniza la leña, todavía no podía creer que su madre haya manipulado a su secretaria para que cualquier carta de Rosalia no fuera entregada a él, esta colérico, casi lo había golpeado hasta que estuviera inconsciente si no fuera porque esta su buen amigo Enrique con él. Ese día había decidido llegar temprano porque necesitaba unos papeles cuando vieron a George sacar unas sobres de su escritorio que había sacado selectivamente, cuando se las arrebató se había dado cuenta que era de Rosalia, pidiéndole una explicación porque no había contestado sus últimas cartas y porque no le había escrito más.—Williams, hijo— su voz era apenas audible, la ex duquesa no se se
La boda del duque de Manchester con la hermosa Lady Susan collingwood llegó con tanta rapidez que hasta lady Borgues se encontraba tan nerviosa como la novia. Por fin se iba a encontrar con el amor de su vida, solo ese pensamiento hacia que su cuerpo temblará ligeramente en pensar en todas las posibles reacciones del duque ante su reacción, Rosalia no estaba del todo segura de que él aceptara las nuevas reglas de su compromiso.Pero tenía que ser fuerte, sabía que sus sentimientos por el seguían siendo los mismo, eso le decía su corazón. Porque ya no era una chiquita de aquel entonces, había crecido y conocido, quería la firmeza que el sentía lo mismo, que seguí siendo igual que hace dos años. Tenía que asegurase que su proposición no fue solo por decirla. Habia pensado mucho en este momento hasta en las cartas que ambos se mandaban constantemente, a pesar de la distancia cada una de las palabras que leía era tan fuerte que podía sentirse bien, que esta
Lord William, Duque de Cambridge, necesitaba pasar una velada con sus amigos o se daría a la bebida. Cortejar a Rosalía estaba siendo más difícil de lo que hubiera esperado. Estar con ella estaba afectando a su cordura. La deseaba tanto que tenía que esforzarse para no tocarla, para no arrastrarla en todos los bailes en los que coincidían, detrás de alguna columna y besarla hasta robarle el sentido.En un intento desesperado por recuperar el juicio, esa noche había cambiado los valses por las cartas y por ese motivo estaba sentado a una mesa en el White ́s, esperando a que Lucius, al que había enviado una nota para que se reuniera con él, acudiera.Iba por su segundo whisky cuando una voz, que no hubiera esperado escuchar esa noche, se dirigió a él.—Eso no es lo que esperaba encontrar de un hombre prometido y profundamente enamorado.Se dio la vuelta para enfrentar a otro de sus mejores amigos, Lord Henry. Él era el único que se había dado cuenta de los sentimientos
Luicis le había evitado una situación incómoda y no podía estar agradecida con él. Al llegar acompañada del marqués, su encuentro con Williams había transcurrido con bastante normalidad, si una dejaba de lado las miradas que el Duque había dirigido. Aun así, se habían limitado a saludarse como dos viejos amigos que se reencuentran tras unos años separados. Y los reproches y las preguntas habían quedado sin pronunciarse. A pesar de que Luis había dado una pequeña velada con sus amigos más cercanos para celebrar la reciente adquisición de un nuevo edificio para la fábrica.Rosa dudaba de que el Duque encontraría el momento adecuado para abordarla, por lo que se había mantenido acompañada en todo momento. Muy inteligente a su parecer, ahora que lamentaba no haber podido conversar con su madre para que asistiera. Se había quedado en su habitación supuestamente descansando aunque algo le decía que no era así desde que había vuelto. Estaba deprimida y triste. Le preocupaba
Hay ocasiones en los que no sé si sentirme alegre por los festejos o por los eventos a por venir, solo puedo decir que pronto estaremos viendo al LordW parado en un altar.Revista Secretos de sociedad.La velada de los Manchester estaba tan concurrida como cualquiera de los bailes que tenían lugar durante la temporada social. Era increíble lo que la suegra de su amiga había hecho, aunque no se podía negar que Lady Susana resplandecía.Todos están aquí para suponer porque los recién casados no se han ido de Luna de miel. Sin duda, ya había empezado a escuchar algunos susurros. Por placer de su madre, se había puesto un vestido azul claro con bordados en encaje del más fino que cubrían sus brazos. Una exquisitez que se había permitido en Francia.Al otro lado de la velada se encontraba Lord Williams sin despegar por un minuto la mirada de su prometida, la había dejado descontenta cuando no había accedido a hablar con él, algo absurdo, habían sido am