El duque de Cambridge se encontraba en aquella vieja casa de campos esa mañana se había despedido de sus amigos y al mediodía habia partido, estaba furioso aunque lo escondía de un gran manera, su madre se había metido donde no tenía nariz ni hueso. Se encontraba silencioso en aque viejo salón viendo el fuego hacer ceniza la leña, todavía no podía creer que su madre haya manipulado a su secretaria para que cualquier carta de Rosalia no fuera entregada a él, esta colérico, casi lo había golpeado hasta que estuviera inconsciente si no fuera porque esta su buen amigo Enrique con él. Ese día había decidido llegar temprano porque necesitaba unos papeles cuando vieron a George sacar unas sobres de su escritorio que había sacado selectivamente, cuando se las arrebató se había dado cuenta que era de Rosalia, pidiéndole una explicación porque no había contestado sus últimas cartas y porque no le había escrito más.
—Williams, hijo— su voz era apenas audible, la ex duquesa no se se
La boda del duque de Manchester con la hermosa Lady Susan collingwood llegó con tanta rapidez que hasta lady Borgues se encontraba tan nerviosa como la novia. Por fin se iba a encontrar con el amor de su vida, solo ese pensamiento hacia que su cuerpo temblará ligeramente en pensar en todas las posibles reacciones del duque ante su reacción, Rosalia no estaba del todo segura de que él aceptara las nuevas reglas de su compromiso.Pero tenía que ser fuerte, sabía que sus sentimientos por el seguían siendo los mismo, eso le decía su corazón. Porque ya no era una chiquita de aquel entonces, había crecido y conocido, quería la firmeza que el sentía lo mismo, que seguí siendo igual que hace dos años. Tenía que asegurase que su proposición no fue solo por decirla. Habia pensado mucho en este momento hasta en las cartas que ambos se mandaban constantemente, a pesar de la distancia cada una de las palabras que leía era tan fuerte que podía sentirse bien, que esta
Lord William, Duque de Cambridge, necesitaba pasar una velada con sus amigos o se daría a la bebida. Cortejar a Rosalía estaba siendo más difícil de lo que hubiera esperado. Estar con ella estaba afectando a su cordura. La deseaba tanto que tenía que esforzarse para no tocarla, para no arrastrarla en todos los bailes en los que coincidían, detrás de alguna columna y besarla hasta robarle el sentido.En un intento desesperado por recuperar el juicio, esa noche había cambiado los valses por las cartas y por ese motivo estaba sentado a una mesa en el White ́s, esperando a que Lucius, al que había enviado una nota para que se reuniera con él, acudiera.Iba por su segundo whisky cuando una voz, que no hubiera esperado escuchar esa noche, se dirigió a él.—Eso no es lo que esperaba encontrar de un hombre prometido y profundamente enamorado.Se dio la vuelta para enfrentar a otro de sus mejores amigos, Lord Henry. Él era el único que se había dado cuenta de los sentimientos
Luicis le había evitado una situación incómoda y no podía estar agradecida con él. Al llegar acompañada del marqués, su encuentro con Williams había transcurrido con bastante normalidad, si una dejaba de lado las miradas que el Duque había dirigido. Aun así, se habían limitado a saludarse como dos viejos amigos que se reencuentran tras unos años separados. Y los reproches y las preguntas habían quedado sin pronunciarse. A pesar de que Luis había dado una pequeña velada con sus amigos más cercanos para celebrar la reciente adquisición de un nuevo edificio para la fábrica.Rosa dudaba de que el Duque encontraría el momento adecuado para abordarla, por lo que se había mantenido acompañada en todo momento. Muy inteligente a su parecer, ahora que lamentaba no haber podido conversar con su madre para que asistiera. Se había quedado en su habitación supuestamente descansando aunque algo le decía que no era así desde que había vuelto. Estaba deprimida y triste. Le preocupaba
Hay ocasiones en los que no sé si sentirme alegre por los festejos o por los eventos a por venir, solo puedo decir que pronto estaremos viendo al LordW parado en un altar.Revista Secretos de sociedad.La velada de los Manchester estaba tan concurrida como cualquiera de los bailes que tenían lugar durante la temporada social. Era increíble lo que la suegra de su amiga había hecho, aunque no se podía negar que Lady Susana resplandecía.Todos están aquí para suponer porque los recién casados no se han ido de Luna de miel. Sin duda, ya había empezado a escuchar algunos susurros. Por placer de su madre, se había puesto un vestido azul claro con bordados en encaje del más fino que cubrían sus brazos. Una exquisitez que se había permitido en Francia.Al otro lado de la velada se encontraba Lord Williams sin despegar por un minuto la mirada de su prometida, la había dejado descontenta cuando no había accedido a hablar con él, algo absurdo, habían sido am
Lord W por fin ha dejado al descubierto sus preferencias. Si hace unos días dudábamos de a quién estaba cortejando tras los últimos eventos sociales, en los que se le ha visto pendiente de cierta dama, podemos adivinar que la elección ha sido hecha».Revista Secretos de sociedad.Con cada día que pasaba, a Rosalía se le hacía más y más difícil resistirse a Williams. Y aunque una parte de ella se preguntaba por qué debía hacerlo, otra más racional estaba convencida de que necesitaba más tiempo, ya que él todavía no le había hablado directamente de sus sentimientos. Y eso le hacía dudar hasta por el más profundo de sus sentimientos.Era la tercera vez esa semana que se escabullía con el Duque al jardín. Él aprovechaba los valses para escapar por cualquier balcón que permaneciera abierto, por eso cuando la hizo danzar hacía el lateral de la pista creyó conocer su destino. Porque lo amaba, aunque él no le hablara de sus sentimientos
Rosalia sonrió al sentir unas manos posarse en su cintura, giró encontrándose con la sonrisa resplandeciente del duque, lo había invitado para conversa en su casa sabia que aquello estaba mal, pero le gustaba la privacidad que esta le proporcionaba muchos de los empleados de la casa eran personas de confianza tenían más de diez años trabajando para su familia. Lo habia invitado para compartir un día de picnic hoy el clima parecía acogedor y cálido algo que muy pocas veces pasaba, Williams se había sentido muy extasiado al resivir aquella invitación pasar un día con su amada luego de aquello que consideraba una jugarreta de su parte, entendía que quiera un cortoje pero al principio cuando le habia propuesto matrimonio estaba seguro que ella habría deseado casarse en pocos meses y ahora que volvía le pedía aquello, se sentía frustrado.Sin embargo ver aquel ambiente relajado hizo que todo el nerviosismo e incomodidad desapareciera, con los ojos entec
Al día siguiente, Rosalía estaba tan eufórica y descansada que llamó a su doncella y, sin avisar a su amiga Anabell, tambien queria hablar con Susana pero sabia que seria de mal gusto hacecarse hasta su casa; asi que se encaminó hasta la casa de los condes en su búsqueda. El ramo de rosas que la recibió al bajar era tan bonito que tomó una de ellas con la intención de ofrecérsela a su amiga, quien era una amante de las plantas.Hoy para ella paracia brillar el día, esta de muy buen humor. No aguantaba de decirle a Wiliams su amodo, el tan esperado sí. Y su madre, sabia que saltaria de la alegría. Ya podia dar por finalizado el cortejo, sabía que Alice no le molestaria anunciarlo en su fiesta contal la temporada estaba por acabar.El primero que ofrecía desde su posición de duquesa.Por todo ello, se puso un sencillo vestido verde de mañanas y se encaminó, junto a su doncella, hasta la casa de su amiga.Antes siquiera de alcanzar el último escalón,
—¿Rosalía ?—preguntó el marqués Suffolk al ver pasar apresurada y murmurando a su hermana a través de la puerta abierta de su estudio— ¿Qué pasa?Estaba seguro de que iba a tener que salir a buscarla cuando ella asomó la cabeza y le demostró que había estado en lo cierto al sentirla inquieta.—Pasa, por favor—se giró para mirar a su secretario—.Gabriel, eso será todo por hoy.—Por supuesto, mi lord ; mi lady —hizo una breve reverencia y abandonó la estancia, cerrando la puerta tras de sí.—¿Qué está sucediendo? ¿Por qué ibas hablando sola?Rosalía se encogió de hombros. Queriendo esconder sus sentimientos.—Lo cierto es que no lo sé. Todo esta saliendo mal, Luicis.—Debe haber un motivo por el que estás tan aturdida.La joven meditó unos segundos si sería acertado contarle a su hermano lo sucedido. Finalmente decidió que, tal vez, Lucius le podría ofrecer una visión distinta sobre los hechos que