Evelyn Me encanta esto porque luego Nathan podrá ver las fotos y yo las suyas y así no nos perderemos nada.En menos de una hora, estoy peinada y maquillada. Adrienne ha hecho un trabajo impecable, me veo muy linda y natural, como quería. Paso al vestidor y me pongo la lencería que compré, un conjunto blanco de encaje con ligueros y medias pantys. De vuelta a la habitación, Keira y Mare me ayudan a colocarme el vestido. Después me coloco los zarcillos y me calzo los pies. Maia lo captura todo moviéndose como un colibrí a mi alrededor. No ha parado de tomar fotos desde que llegó. A mí, al ajuar, a las chicas... Sin duda, Nathan no va a perderse de nada.—¡Te ves hermosísima! —musita Keira mirándome con los ojos brillosos.¡Qué no llore porque lloro yo también! —¡Oh, Eve! Pareces una princesa real. Nathan va a derretirse en el suelo cuando te vea —dice Mare mirándome de arriba abajo.—Quiero verme. —Me acerco al espejo de pie de mi habitación y se me forma un nudo en la garganta. La m
Evelyn Más tarde, luego de retocar mi maquillaje, me paro detrás del lente de Maia y me convierto de nuevo en su modelo. Han creado un precioso set de fotografía con una pared de flores en tonos rosas y blancos. Y añadieron un sofá chaise longue blanco estilo vitange de lo más lindo sobre una alfombra de lujo. Después de un montón de fotos, Maia invita a Nathan a unirse y nos fotografía delante del set en varias poses que nos va sugiriendo. El siguiente escenario es un espacio abierto de la terraza con el atardecer cayendo detrás de nosotros. ¡Amo los atardeceres! Por eso elegí esta hora para casarnos, porque quería un cielo colorido como testigo de nuestro pacto de amor.Una vez que parece tener suficientes tomas de los dos solos, les pide a todos que se acerquen y nos fotografía con cada uno. Y finaliza con una foto grupal en la que salimos riendo, Simon dijo uno de sus chistes y ella no perdió la oportunidad de capturarnos en el acto.Disfruté mucho de la sesión, fue muy linda y d
EvelynUna hora después, Nathan me deja en la galería y se va a trabajar. A las seis celebraremos su cumpleaños en Inspiration en una reunión privada donde habrá otra sorpresa esperándolo. Se va a poner muy contento.La mañana se me va volando en mi taller de pintura, estoy trabajando en una colección que planeo exponer a final de año. A la hora de la comida, voy con Kerstin a un restaurante cercano y regresamos a la galería. Nathan tenía mucho trabajo y no pudo comer conmigo, pasará por mí más tarde con el tiempo justo para ir a casa, cambiarnos y asistir a su fiesta.Estoy en mi oficina atendiendo algunos asuntos de la galería cuando Kerstin entra y me informa que Stella Milano pide hablar conmigo. Su nombre no me suena de nada, le pregunto si la conoce y me responde que no, que es representante de un artista interesado en exponer sus obras aquí. Le pido que la haga entrar y pronto aparece frente a mi puerta una mujer de estatura promedio, esbelta, con una piel blanquísima como la p
NathanDebí permanecer tras las sombras, amándola de lejos, como un simple espectador, como quien ve una magnífica obra desde las butacas sin atreverse siquiera a soñar con ser un personaje principal. Pero no pude resistirme, ella era una enorme lumbrera que me atrajo a su luz como a una jodida polilla. Su fuego encendió algo dentro de mí que jamás había sentido, no así de intenso. A su lado, descubrí el amor verdadero, abrí mis ojos a una realidad que desconocía, y quise más, lo quería todo. No debía, mierda que no. Era prohibida. Era de él. Saberlo me laceraba el corazón. Amaba a mi hermano, querer a Evelyn era alta traición. Solo con desearla, pecaba. Pero ¿cómo le ordenas al corazón que deje de latir por alguien?, ¿cómo evitas que tu ser se estremezca cuando encuentras a la persona que causa un revés en tu vida, ordenando cada pieza en su jodido lugar?Fui muy tonto al pensar que cuando habláramos descubriría que todo era producto de mi imaginación, que le vería todos los defectos
NathanLlovía muy fuerte, el sonido de los truenos me asustaba y no quería estar solo. Mamá me había prohibido que saliera de mi habitación de noche; en el día, podía estar en los espacios comunes de la casa, pero cerca del atardecer, me llevaba a mi habitación, me servía la cena y se iba, no sin antes recordarme que no debía bajar hasta el amanecer. Nunca la había desobedecido, hasta esa noche.Crucé la puerta y comencé a bajar las escaleras, temblando de miedo. Dormía en el ático, en un espacio muy pequeño para un adulto, pero de buen tamaño para un niño de cinco años. Estaba oscuro, la bombilla se había quemado hacía meses y ella siempre olvidaba reemplazarlo.Vivíamos en una casa antigua de dos pisos que requería una buena mano de pintura y varias reparaciones; se encontraba sobre una colina. La vivienda más cercana a la nuestra, quedaba a unos cuatrocientos metros de distancia. Contaba con cuatro habitaciones, dos baños, una gran sala de estar, un comedor espacioso y una cocina,
NathanQuerer a Eliah no fue difícil, era un niño muy dulce y curioso, se convirtió en mi compañero, en alguien a quien cuidar y proteger. Los primeros meses, fueron algo caóticos, pero nos fuimos adaptando. Pasaba todo el tiempo que podía con él, me gustaba tenerlo en mis brazos y hablarle. Lo primero que hacía, en las mañanas cuando me levantaba, era ir a verlo. Tocaba la puerta de la habitación de mamá y esperaba hasta que me dijera que podía pasar.Nuestra vida dio un giro de ciento ochenta grados desde que Eliah llegó a nuestras vidas, nos convertimos en una familia. Trevor no era tan malo después de todo, quería a mamá y también a Eliah. Y a mí me trataba bien. Discutían algunas veces, aunque siempre se arreglaban. Fue una buena época. Nuestra casa dejó de ser un burdel y se convirtió en un hogar. Mamá cocinaba todos los días y compartíamos la mesa a la hora de cenar. Ese año, Trevor pintó las paredes y reparó todo lo que no funcionaba, hasta arregló el techo del ático, que duró
NathanEstaba acostado en mi cama dormitando cuando la escuché. Gemía fuerte y pronunciaba el nombre de uno de los malditos bastardos que frecuentaban la casa. Enfurecí. No quería que nadie la tocara, no quería escuchar cómo otro se la follaba. Me cubrí los oídos para no oír nada. Cuando creí que ya había acabado, me levanté de la cama y salí de la habitación. Esperaría que saliera para hablar con ella. Dos parejas más estaban teniendo sexo en las otras habitaciones.Una puerta se abrió y vi salir a un sujeto, bajo y gordo, que debía tener al menos cincuenta años. Me miró de soslayo y continuó su camino como si nada.Un minuto después, ella salió de la misma habitación. La llamé diciendo su nombre. Se detuvo y se giró, pero no me miró.—Dame un número —demandé en tono autoritario.—Nathan, no…—Dame un jodido número —siseé entre dientes.Christa alzó la mirada y me vio sorprendida.—No te preocupes por mí, estoy bien —aseguró, evadiéndome una vez más. Sin embargo, no estaba cerca de d
Nathan—No tienes idea de lo que dices, las cosas no son así de fáciles, Nathan —dijo levantándose de la cama. Buscó su ropa y comenzó a vestirse—. Eres solo un chico, no puedo irme contigo, y tú no puedes marcharte con Eliah.—¿Por qué no? Lo he cuidado desde que era un bebé, lo he hecho bien —repliqué poniéndome los calzoncillos.—¿Cómo harás para rentar una vivienda?, ¿con qué dinero te vas a mantener? Mil euros solo te alcanzarán por un par de meses, nada más. Aquí tienen garantizado techo y comida, ¿has pensado en eso? —interrogó entornando los ojos.—Me las arreglaré, todo lo que quiero es sacar a mi hermano de este ambiente, no quiero que crezca aquí —señalé resuelto. No había un día que no pensara en irme, no lo hice antes esperando que ella volviera. Estaba decidido y nadie haría que cambiara de idea.Christa me miró con los ojos llorosos y, mojándose los labios, dijo una frase que me partió en dos el corazón.—Conocí a alguien, propuso pagar mis estudios y mis deudas a cambi