Estaba en primera fila bailando al ritmo de Stille[1], una de las canciones de la agrupación de rock alternativo Abgrund[2] en la que mi prometido Jake era el baterista. No me perdía ninguno de sus conciertos, lo apoyé desde el inicio y me sentía orgullosa de lo que habían alcanzado hasta entonces. Comenzaron presentándose en bares donde no recibían ni un centavo, pero pronto fueron ganando fama y esa noche estaban dando su primer concierto en un lugar bastante conocido en Hamburgo. Se vendieron casi trescientos boletos.Conocí a Jake en un mercado artesanal, estaba mirando los bolsos tejidos cuando escuché su risa. Volteé y lo vi rodeado de otros chicos, todos vestían de una forma muy peculiar, estilo punk rock, con camisetas oscuras y pantalones raídos. Su cabello estaba pintado de azul en las puntas y su brazo derecho estaba cubierto de tatuajes que, desde la distancia, no pude apreciar bien. Cuando nuestras miradas coincidieron, algo dentro de mí se sacudió, nunca me había sentido
Volví a soñar con Jake, se sintió tan real que pensé que lo era, pero él no está, se ha ido. Han pasado dos años desde que lo perdí y aún no acepto su ausencia. Me duele el corazón cada vez que lo pienso, cada vez que despierto y no lo veo a mi lado. Es difícil estar aquí, donde vivimos tantas cosas juntos, sin embargo, este es el único lugar en el que me siento cerca de él.Viví en casa de mi hermano Simon y su esposa America mientras me recuperaba del accidente, y luego regresé aquí, al lugar que convertimos en un hogar. Fue doloroso volver sin él, no podía dormir imaginando que entraría a la habitación y se acostaría junto a mí en la cama, abrazándome por la espalda y besando mi cuello con calidez como solía hacer. Me sentaba en la sala y fantaseaba con verlo a mi lado, acariciándome de manera furtiva hasta que nuestra pasión se encendía y todo lo demás quedaba en el olvido. Algo tan simple como hacer la cama, doblar la ropa, o sentarme a comer en el desayunador me hacía romper en
Escucho la voz de Müller a la distancia y lo miro con disimulo intentando convencerme de que el agujero en mi estómago no significa nada. Está usando su teléfono móvil y sonríe mientras oye a quien le habla. La llamada dura menos de un minuto, no pude oír lo que decía, pero se veía animado con aquella conversación. Supongo que hablaba con una mujer, somos así de reemplazables para los hombres. Son contados los que nos tratan como a personas y no como a objetos. Crecí con dos del género, sé muy bien cómo piensan. Ambos sentaron cabeza, pero se divirtieron mucho en su época de solteros. Müller no tiene la pinta de ser diferente al resto, prueba de ello es que se acercó a hablarme tan pronto me vio. Debió pensar que me seduciría con su deslumbrante sonrisa.Si tan solo supiera. Desvío mi atención de él y miro hacia la puerta, estaba comenzando a ser demasiado obvia. Me habría muerto de la pena si me pillaba mirándole.¿Cuándo llegarán los demás invitados? Me pregunto tratando de distrae
Aparto la mirada y tomo una bocanada de aire. Ver esa imagen me trasladó a la noche que regresé a mi apartamento y subí a la azotea del edificio. Estuve ahí muchas veces con Jake, pero nunca me acercaba al borde porque sufro de vértigo. Sin embargo, esa noche me subí a la cornisa con la intención de darle fin a mi vida, no quería sentir más, no soportaba tanto dolor, no quería seguir viviendo sin él a mi lado. Y esa no fue la primera vez que había sentido ese impulso. Jake estaría decepcionado de mí si supiera que he pensado en quitarme la vida. Abrumada por los recuerdos que aquella pintura trajo a la superficie, decido abandonar la exposición. No puedo continuar, quiero irme. Salgo y avanzo con rapidez por el pasillo con destino a la salida. Cruzo a la derecha, siguiendo las indicaciones que me dio Nicole, y tropiezo contra alguien. El impacto me empuja ligeramente atrás, pero logro mantener el equilibrio. —Lo siento. —Me disculpo con voz temblorosa y descubro, al alzar la vista,
He mantenido en secreto lo de la noche de la exposición, aunque ganas de contarlo no me han faltado. Han sido cuatro semanas eternas. Me contengo porque sé muy bien que Mare se obsesionaría si menciono que conocí a un hombre que llamó mi atención, no pararía hasta saber cada detalle e insistiría con que lo llamara para quedar con él. Y no necesito ese tipo de presión ahora, recién comienzo a sentir que retomo mi vida y no quiero que nada altere mi resolución.Uno de los pasos más importantes que he dado es volver a trabajar en la galería, ha sido positivo para mí, me motiva a levantarme cada día con ánimo y me mantiene centrada. He establecido una rutina, llego a las nueve de la mañana y me marcho a las cinco de la tarde. Al salir, asisto a terapia del dolor por mi pierna y, después, voy a cenar en un restaurante que descubrí hace poco, la comida es deliciosa y el ambiente muy cálido y ameno, con música de jazz en vivo, cortesía de un joven talentoso que fue descubierto en las calles
Frunzo el ceño ante el atractivo hombre parado frente a mí. Viste un traje negro, no se ha puesto corbata y ha dejado abiertos los dos primeros botones de la camisa blanca que lleva debajo del saco, mostrando una porción de piel. La fragancia de su perfume posee un toque cítrico muy varonil que me resulta seductor. —Hola, Evelyn —pronuncia con voz grave. Lo miro y quedo atrapada ante sus enigmáticos ojos verdes, que me observan con intensidad y causan un revuelo en mi estómago. Bajo la mirada intentando escapar de su hechizo y veo cómo lame los labios de una forma tan provocativa que un burbujeante deseo recorre mi interior.¿Qué es lo que me pasa con este hombre? Siento el impulso de huir, mas no quiero seguir escapando, prometí que dejaría de hacerlo.—¿Qué… qué hace usted aquí? —Logro balbucir, a duras penas. Sigo conmocionada con su repentina aparición, no esperaba verlo de nuevo; mucho menos, esta noche y aquí.—Vine a cenar, tu hermano Simon me invitó —responde con una sonrisa
Quiero reñirle por su imprudencia, pero no puedo hacerlo, así que solo me limito a pronunciar una palabra de agradecimiento. Por suerte, en ese momento, entra Sonia con aperitivos para todos, creando una distracción.Ocupo un lugar en un sillón opuesto a donde está Nathan sentado, marcando distancia entre los dos. Entre más lejos, mejor. Estar cerca de él me pone nerviosa.Simon y Mare aparecen en escena un momento después.—¡Nathan! ¡Qué bueno que has venido! —Lo saluda Mare con familiaridad apenas lo ve, lo que significa que ya lo conoce.¿Por qué no mencionó nada de él antes? Aquí huele a gato encerrado. Él la saluda con amabilidad. Y ella tarda lo mismo que un pestañar en hacer una de las suyas.—Imagino que ya te han presentado a Evelyn. ¿Qué te ha parecido? ¿Saldrías con ella? —Le pregunta sin tapujos.Si las miradas pudieran matar, su cuerpo caería laxo en el suelo en este preciso instante.—¡Mare! —Le riño con una mirada estupefacta—. No tienes que responder a eso. —Me dirijo
Serena y Sebastian son los últimos en sumarse a la mesa a la hora de la cena. Mare comenzaba a impacientarse porque no habían llegado, pero finalmente están aquí. Los oí reír mientras se acercaban, una clara señal de que lograron resolver sus diferencias. Me siento orgullosa de mi hermano, es un buen padre, muy distinto al nuestro, que no se ocupaba de nosotros en lo más mínimo. Ni siquiera se molestaba en comer con nosotros, siempre lo hacíamos en la cocina, con los empleados domésticos. Antes de servir la cena, cada uno toma un turno para dar gracias. Y luego Simon se encarga de cortar el pavo. Lo hace mejor cada vez, aunque le falta mucha práctica. Una vez que todos hemos llenado los platos, cenamos en medio de bromas y risas. La comida ha quedado deliciosa, todos lo dicen, y Mare no puede estar más feliz. Sigo disgustada con ella, pero en algún momento se me pasará, sé que no lo hizo con mala intención, lo que me molesta es la mentira. Odio que me mientan. A las diez de la noche