Evelyn—Ya se han ido, el vehículo no tenía placa, no hay manera de saber a dónde se lo han llevado —responde Sebastian en tono estoico, sin ninguna intención de seguirlos.—Sé que estás disgustado con Nathan, yo también, pero tenemos que hacer algo para ayudarlo. Estoy viva porque él me encontró.—No habrías estado en peligro de no ser por él —replica exasperado.—No puedo quedarme sin hacer nada, tengo que ayudarlo, tengo que… —El llanto impide que termine mi oración, no quiero que Nathan muera, no podría soportarlo. No importa que estemos separados o lo mucho que me ha dolido lo que hizo, no quiero que le suceda nada malo.—Tranquila, Eve, yo te ayudaré —asegura Simon, apoyando sus manos en mis hombros con un gesto cariñoso.—Gracias, gracias. ¿Qué podemos hacer?, ¿llamamos a la policía?—No, tenemos que actuar por nuestra cuenta. Nathan le dijo a Mare que un tal Sergei lo puso en contacto con las personas que te encontraron. ¿Sabes quién es?—No, pero Luka puede saber algo. Tengo
Nathan Filipo Rizzo llega acompañado de cuatro escoltas, altos y corpulentos, que exudan peligro por los poros. Se quedan detrás de él mientras su jefe se acerca a mí, observándome con escrutinio y desprecio; sus ojos son oscuros y siniestros, y su mirada fulminante. Imaginé a un hombre mayor, regordete y de baja estatura. Filipo es todo lo contrario, debe rondar los cincuenta y tantos años, su complexión es delgada y su estatura supera el promedio. Usa un traje gris oscuro de diseñador, hecho a la medida; no lleva corbata y dos de los botones de su camisa blanca están desabrochados, dándole un aspecto informal. —Nathan Müller —sisea con acritud, deteniéndose a un metro de mí—. No estaba seguro de lo que iba a hacer contigo hasta que vi una fotografía tuya de cuando eras más joven. ¡Qué pequeño es el maldito mundo! —expresa con el rostro contorsionado de furia—. Pensé que era una jodida coincidencia, pero luego comprobé que mis sospechas eran ciertas, que di en el puto clavo. —¿De
EvelynEvelynHace diez minutos, Sebastian y Simon salieron del hotel con destino al lugar donde tienen a Nathan, donde se reunirían con un equipo táctico que se haría cargo de su rescate. El contacto de Sergei llamó para avisar que dieron con su ubicación gracias a una llamada anónima que hicieron a la policía, y que puso en alerta a todas las agencias internacionales contra el crimen organizado que buscaba a Filipo Rizzo. Aunque insistí con que me dejaran ir con ellos, los dos se negaron de forma rotunda, pensaron que era demasiado peligroso.No sé con qué se pueden encontrar, ese hombre es peligroso y no dudará en defenderse si se ve amenazado. Ruego que ninguno salga lastimado, que recuperen a Nathan y esta pesadilla termine.Me muevo de un lado al otro a través de la habitación sin poder estar quieta. Necesito mi veneno, un par de pastillas que me ayuden a calmarme. Nunca lo deseé tanto como ahora. Estoy echa un desastre, al borde de la desesperación.—Eve, cálmate. Toda esa angu
EvelynA pesar de que la intervención de Nathan fue exitosa, el médico recomendó que se le indujera en un estado de coma que le permitiera recuperarse mejor. Hoy lo trasladarán a la unidad de cuidados intermedios, después de pasar tres días en la unidad de cuidados intensivos. Al fin me dejarán verlo. Siento que he esperado una eternidad.Collette y Anette llegaron hace dos días, las dos estaban tan angustiadas que no supe qué decirles cuando las vi. Todo lo que hice fue llorar. Han sido días difíciles, llenos de tensión y zozobra. Ellas no saben toda la versión de la historia, les conté solo lo necesario. Les hablé de Filipo Rizzo, el responsable del estado de salud de Nathan, y de cómo terminó abatido por el fuego cruzado que él mismo inició.—¡Oh, Dios mío! —pronuncio impresionada cuando veo a Nathan. Aunque la enfermera me advirtió de su apariencia, se quedó muy corta con su descripción. Su rostro está tan golpeado que apenas distingo que es él. No tenía idea de cuánto lo habían l
NathanNathanSu voz se oye como un eco lejano, pero sé que es ella, es Evelyn. No podría confundirla con nadie más, la llevo grabada en mi alma. Me dice que regrese, que me ama, que me perdona. Llora. Sus lágrimas caen sobre mí como una lluvia. Por más que quiero consolarla, decirle que no llore, que también la amo, las palabras no me salen. Mis párpados se sienten pesados, como puertas blindadas, al igual que el resto de mi cuerpo. Estoy atrapado dentro de mí, sin poder moverme o decir algo.Me esfuerzo por pronunciar su nombre, lo intento una y otra vez hasta que la letra “E” se escapa de mis labios con un susurro áspero.—¿Nathan? ¿Nathan, has dicho algo? —pregunta Evelyn tocándome la cara, con voz llorosa y sorprendida.—E… E… Eve… —pronuncio con dificultad, sintiendo la garganta seca y dolorida. Todo es tan confuso y extraño. Mis extremidades cosquillean, como electricidad corriendo debajo de mi piel.—¡Oh, Dios mío! ¡Has despertado! ¡Lo has hecho! —proclama a viva voz, riendo y
NathanNathan Evelyn y yo estamos en la sala de espera del consultorio de su ginecóloga, pidió una cita para realizarse una ecografía y saber así si está o no embarazada. Los dos nos sentimos nerviosos y ansiosos, es una situación difícil en más de un sentido. Apenas pude pegar un ojo anoche pensando en cómo será nuestra relación si ella está esperando un hijo de Giancarlo. Es un tema sensible para los dos.Tengo suficientes razones para odiar a Giancarlo, drogó y llevó a Evelyn al borde de la muerte, además, es posible que se haya aprovechado de su estado de vulnerabilidad para tener relaciones con ella. Que él sea mi hijo complica todo aún más. No lo conozco, no fui parte de su vida, mas lleva mi sangre, vino de mí, existe por mí y no es algo que pueda ignorar.No había considerado tener hijos hasta que conocí a Evelyn. Siempre fui muy cuidadoso cuando mantenía relaciones con cualquier mujer, era consciente de que los preservativos no eran 100% confiables. No lo sabía cuando estuve
NathanCuatro años después¡Una niña! ¡Soy papá de una pequeña y hermosa princesa que me ha robado el corazón! Tres kilos cuatrocientos gramos de perfección. Tiene el cabello cobrizo como el de Evelyn y los ojos claros como los míos; piel de porcelana y una pequeña boquita roja como el cerezo. No puedo dejar de mirarla. Es preciosa, nuestro pequeño gran milagro, la prueba de la existencia de Dios…Nos tomó un tiempo conseguir que Evelyn quedara embarazada, tuvieron que intervenirla quirúrgicamente para que pudiera concebir; tenía un problema derivado de su primer embarazo.Recuerdo el día exacto que supimos que Amber venía en camino. Esa mañana, Evelyn se levantó antes que yo y me despertó diciendo que tenía hambre, que quería que le hiciera huevos revueltos. Me levanté y nos fuimos a la cocina. Ella se sentó tras la barra mientras yo cocinaba. Apenas eché los huevos al sartén, se cubrió la boca, corrió al baño y vomitó con fuertes arcadas. Estuve a su lado todo el tiempo y la ayudé a
Estaba en primera fila bailando al ritmo de Stille[1], una de las canciones de la agrupación de rock alternativo Abgrund[2] en la que mi prometido Jake era el baterista. No me perdía ninguno de sus conciertos, lo apoyé desde el inicio y me sentía orgullosa de lo que habían alcanzado hasta entonces. Comenzaron presentándose en bares donde no recibían ni un centavo, pero pronto fueron ganando fama y esa noche estaban dando su primer concierto en un lugar bastante conocido en Hamburgo. Se vendieron casi trescientos boletos.Conocí a Jake en un mercado artesanal, estaba mirando los bolsos tejidos cuando escuché su risa. Volteé y lo vi rodeado de otros chicos, todos vestían de una forma muy peculiar, estilo punk rock, con camisetas oscuras y pantalones raídos. Su cabello estaba pintado de azul en las puntas y su brazo derecho estaba cubierto de tatuajes que, desde la distancia, no pude apreciar bien. Cuando nuestras miradas coincidieron, algo dentro de mí se sacudió, nunca me había sentido