La puerta se abre dejando ver a la madre de Massimiliano usando un bonito vestido. Su presencia denota elegancia pura.
—¡Que gusto que han llegado! —besa las mejillas de Massimiliano y luego hace lo mismo conmigo—. Pasen por favor, que gusto tenerte aquí Jenna.
Apenas y puedo decir buenas noches y Massimiliano me conduce por un pasillo largo cubierto por pinturas y diferentes adornos. La luz es tenue y hace ver todo aún más elegante.
Llegamos hasta una sala de estar. El padre de Massimiliano se pone de pie y le abraza.
—Hijo, has llegado tarde, tu madre por poco se volvía loca —dice entre risas y luego se gira a mí—. Jenna, bienvenida, ¿te ofrezco algo de tomar?
—Gracias, estoy bien señor —asiente
—Mamá, él y yo —suspira—. Debí tener unos 7 años cuando los escuche discutir por primera vez. Eran unas peleas horribles. Mamá gritaba por toda la casa repitiendo que se odiaba a ella misma por haberse unido a él. Bueno, yo era la causa de esa unión ¿sabes?, me di cuenta que papá trataba de tranquilizarla diciendo que estaba cerca, que podía oírlos pero a ella no le importaba. Los años siguientes fue lo mismo, mamá le reclamaba sobre mujeres, mujeres que él veía, ahora sé que no es cierto. Papá siempre le fue fiel pero ella me confundía, jugaba conmigo como con él. Veía a mi padre por las tardes alcoholizado, tumbado en el sofá a veces llorando a veces… dormido. Hacía su mejor esfuerzo por portarse bien conmigo y jugar, hablar, pero siempre… alcoholizado. Ahora comprendo por qué, estar con mi madre no ameritaba más que vivir sumergido en un sedante. Después nos fuimos a Bolonia un par de meses, mi abuela llamaba siempre, solo para hablar conmigo. Habl
—Me encanto verte —dice Antonietta mientras besa mis dos mejillas. —Gracias por recibirme en casa, de verdad. La comida ha sido deliciosa —ella hace un ademán con la mano. —Puedes venir cuando quieras y espero poderte ver más seguido ¿escuchaste eso Massi? —la elegante mujer besa las dos mejillas de su hijo. —Sí, madre pero tenemos trabajo. —Non discutere con tua madre, Massimiliano —dice golpeando su pecho. —Trataré de venir en un par de días. —Adiós abuela —dice Michael —Figlia mia, ti amo. Non bisogna mai salire su quel moto —besa sus mejillas.
Massimiliano vuelve después de casi media hora. Se pasea de un lado a otro luego nos mira y vuelve a caminar. —Lo haré… lo haré por ti, ¿entiendes? —le dice a Michael y él asiente—. Tenemos que ir a la oficina, Jenna, tengo que saber qué es lo que sucederá con la inauguración. Asiento y Michael se endereza en el sillón. —Tú tienes que descansar, Michael —el chico asiente y sube las escaleras. Me pongo de pie y camino hacia la habitación con la mirada de Massimiliano siguiéndome. —Tendré que usar la misma ropa de anoche para ir a casa y cambiarme —él asiente sin decir nada, está sumamente serio—. ¿Estás bien? —Si… solo que esto me ha impactado —me acerco a él. Beso sus labios y le abrazo fuerte —Pero yo
Él. Golpeo la pared más cercana que encuentro. Me giro para encontrarme a Paulino con los ojos bien abiertos. —¿Qué? —digo de mala gana —Te has pasado, y has dado un espectáculo a todos aquí —frunzo el ceño y doy un golpe a la silla que está tirada en el suelo. Andrea ha dejado un desastre. —Massi, tienes que andar con cuidado —bufo —¿Por Andrea?, es una loca no hará más. —Sabes que no hablo de ella, he tenido que contratar seguridad para Raquel, esos ladrones de casinos me tienen con los pelos de punta —Enciendo con cuidado mi puro y aspiro. —Tú debes de cuidarte, eras la
Él. Ha pasado lo que a mí me parece una eternidad. Sigo sin saber nada de Jenna y cada vez me encuentro peor. —Papá —siento la mano de Michael en mi espalda —Michael —y lo abrazo fuerte, se queja un poco y es cuando lo libero. —Todo estará bien, ella es muy fuerte y… me dijo que no nos dejaría, ella lo prometió —asiento secándome las lágrimas de forma torpe. —No me han dicho nada, no me han dicho ni una sola palabra, estoy desesperado —mi hijo me invita a sentarme. —Me cuesta creer que mamá haya llegado a este punto… de locura —mi mandíbula se tensa al recordar a Andrea. —
El. Llevamos aquí un día. No he tenido el valor de llamar a su abuela y notificarle lo que ha pasado. No quisiera alarmarla y menos poner peor la situación con su padre. Hoy ha dicho el doctor que van a quitar el sedante para ver cómo es que reacciona. Las cosas con Andrea y el tribunal van muy rápido y hoy se tomará la decisión sobre la custodia de Michael y tengo que estar presente pero no quiero dejarla sola, ni un momento. Mi madre se ha ofrecido a cuidarla mientras estamos fuera Michael y yo. Desde que mis padres se han enterado lo que ha pasado han hablado cada hora para saber si hay avance. El veredicto sobre el ataque será dictado en una semana. Espero que Jenna esté b
Siento un extraño dolor en mi barriga. Tengo problemas para respirar y siento como si hubiera sido hace unos minutos cuando la ex esposa de Massimiliano se abalanzó hacia mí con un cuchillo en las manos. ¿Me hirió?, claro que lo hizo, recuerdo ver la sangre correr por mi falda y blusa. Siento una manos acariciándome y también como cantan. Es una mujer. ¿Puede ser mi abuela? Sigo escuchando ese canto que me relaja tanto, pero mis problemas para respirar siguen igual. Trato de quitar eso que aprisiona mi rostro, ¿una máscara?, ¿y Massimiliano?, ¿sabrá lo que paso? —La mia bambina —es… italiano, trato de moverme pero me siento sumamente adormilada. —Ho… —alcanzo a decir y poco a poco abro mis ojos. Mi mirada es muy borrosa—. Ho… Siento su mano cubriendo la mía. La besa una y otra vez. Le escucho sollozar. Y abro los ojos. Lo veo recostado con la frente pegada en la cama de hospital. A mi alrededor todo es penumbra. —No —su rostro se alza de inmediato—. No llores. —Jenna —besa mi mano y luego mis labios varias veces, alzo las manos hasta su rostro para sostenerlo y limpiar sus lágrimas. —No llores, estoy aquí —niega despechado. —Ni siquiera sabía que eras alérgica a la penicilina, pude haber evitado esto, pude haber ido a buscarte y esa mujer nunca te hubiera atacado. Pude evitar esto…—niego acercándolo a mí. —No es tu culpa, ¿sigues molesto por Imanol? —Que va —besa mi frente—. No te quiCapítulo 39