Trato de no detenerme, sigo caminando por el pasillo.
—Jenna —escucho su voz pero no me quiero volver. ¿Para qué?, esto no se podría haber complicado más. Primero su ex mujer, su hijo y ahora mi papá—. Jenna.
Me detengo en seco y le miro. Las enormes ojeras hacen que sus ojos luzcan más tenebrosos y oscuros.
—Él… lo aceptará —alzo una ceja, ¿de verdad?
—Mi padre no lo aceptará… esto es una decisión ¿sabe?, primero su ex mujer, su hijo, ahora mi padre… —alza su mano hasta mi rostro.
—Puedo con todo eso, si es por ti —tomo un largo suspiro
—Esto es mucho más difícil —siento como se acerca a mí hasta plantar sus labios en los míos. Cuanto los he deseado. Le correspo
Él. La miro de nuevo entre mis brazos. Su cabeza está inclinada en mi pecho. Tengo que pegarla a mi cuerpo varias veces para comprender que, la tengo. Cuanto la he extrañado. Me resulta sumamente aterrador pensar en no volverla a ver. Siento aún sus caricias en mi cuerpo. Sus manos aferradas en mi espalda mientras me adentraba en ella. Su rostro enrojecido y con una ligera sonrisa. Sus palabras. Desde que hemos terminado de hacer el amor he pensado y pensado en alguna manera de tenerla conmigo siempre, de que no piense en dejarme, de que no se aburra de esto. Acaricio de nuevo su mejilla levemente. —Deje de pensar —niego —No puedo —en un movimientos rápido se coloca sobre mí y recar
Salgo del cuarto de baño ya completamente cambiada y en busca de mi par de converse. Miro a Massimiliano recostado en la cama con su torneado y moreno torso al descubierto. Tiene el móvil en su mano y con la otra masajea sus sienes. Alza la mirada al verme entrar a la habitación y puedo sentir como sigue cada uno de mis movimientos poniéndome un poco más nerviosa. Tomo mis converse y me siento en una silla cercana para colocármelos. Al terminar me pongo de pie y salgo de la habitación sin que me dirija ni una sola palabra. Tomo mi bolsa y salgo del cuarto del hotel dando un portazo. Camino hacia el ascensor que está a punto de cerrar sus puertas y me escabullo dentro. No pasa ni un minuto cuando mi móvil timbra, es Massimiliano. —¿Sí?
Después de que mi abuela se ha estabilizado es necesario volver a Manhattan. Ha respondido bien a los medicamentos y a ese nuevo aparato que le han colocado, la verdad es que mi padre no hace muy amena la estadía y eso ha apresurado un poco más las cosas para volver al trabajo. Termino de maquillarme cuando observo a Massimiliano leer el periódico local con una tasa de café en la mano. Por Dios., a penas puedo creer que esto realmente esté sucediendo, no hemos hablado mucho, nos hemos dedicado a sentirnos, a que nuestros cuerpos hablen más que nosotros mimos pero estoy totalmente consciente de que esto no pude ser así siempre, sobretodo porque Massimiliano tiene un grave problema de desconfianza y celos que termina por cabrearme varias veces al día. Supongo que será algunos de los temas a tratar cuando volvamos a casa. Terminamos por subir el equi
Tomo un vestido color naranja al cuerpo y hasta la rodilla con unas pequeñas mangas adornando mis hombros. Un par de zapatillas delicadas de casi el mismo color y me recojo el pelo en un moño. Maquillo mi rostro con sombras, delineador, mascara para pestañas y más. Cuando por fin estoy lista voy hacia la cocina y saco del refrigerador la fruta picada y el yogurt natural, jugo de naranja y lo extiendo en la mesa. Es cuestión de minutos para que Massimiliano salga de la habitación luciendo un traje color azul marino, camisola blanca y corbata elegantemente anudada. —Buenos días —dice caminando hacia la mesa aun reacomodando su traje. —Buenos días —me pongo frente a él y beso sus labios. Sus manos van hacia mi cintura y me pegan a él —. Llegaremos tard
Son casi las 7 de la tarde cuando el teléfono de mi oficina timbra. —Oficina del Señor Denti buen… —su voz me interrumpe —¡Sirve de algo niñita boba y dile a mi marido que conteste su móvil, su hijo acaba de tener un accidente! —mi boca se abre y trato de articular alguna palabra pero no puedo. Dijo que su hijo acaba de tener un accidente, que soy una niña boba y que él es su marido…—. ¡Hazlo ya!, ¿Qué no entiendes? —Señora no me hable en ese tono, y en un momento le comunico a su ex esposo—digo con la voz un tanto más controlada. La coloco en espera aún con mis manos temblorosas y llamo a la oficina de Massimiliano. —¿Ya me extrañas hermosa? —su contestación me toma por sorpresa, carraspeo antes de hablar. —Su ex
Mi boca se abre e intento hablar pero no sé qué decir. Probablemente tenga que llamar a Massimiliano así que doy media vuelta para salir cuando su voz me sorprende. —Es extraño verte aquí —me quedo completamente quieta, me está hablando a mí—. Es la primera vez que lo escucho hablar así, y es contigo, algo bueno estás haciendo. Sus palabras me dejan atónita. ¿Qué se supone que debo de contestar?, me giro en su dirección. —Él… te quiere muchísimo—digo tragando saliva—. No cabe duda, sé que las situaciones han sido difíciles, que tal vez sientas que no encajas ni con tu madre ni con él pero… él te necesita. —Es difícil comprender eso, sobretodo por qué pensé que mamá era la buena aquí, aunque hace unos meses, con el proceso de divorcio comprendí que l
Él. Me cuesta creer aún la reacción que ha tenido Michael. ¿Qué sucede ahora? —Quisiera ir a un partido de baseball —dice Michael —Claro, solo hay que esperar a que el Doctor te dé de alta. Podemos comprar los boletos desde hoy mismo —tomo la mano de Jenna, no tenía ni idea de que le gustará el baseball. —Me encantaría —su móvil suena de nuevo y eso me disgusta, es casi medianoche y sigue recibiendo mensajes. —¿Quién es? —pregunto y ella niega apagando la pantalla —Pamela —le hago saber mi disgusto solo con una mirada—. No te pongas así. —Deberías dormir —le digo a Michael
Entro a mi departamento aún abatida por todo lo que ha sucedido. Me alegra que Michael se encuentre bien pero me agobia las reacciones de Massimiliano. Voy directo al baño y es cuando me doy cuenta que mi periodo ha llegado. Lo sabía. Estos bochornos se debían a algo. Comienzo a desnudarme para adentrarme a la ducha y dejo que el agua corra por mi cuerpo cubriéndolo y dejándome limpia. Me relajo hasta que mi móvil suena. Maldigo entre dientes. ¿Quién llama a la 1 de la mañana?, espero que Pamela no siga preguntando los pormenores del accidente. Termino de liberar mi cuerpo del jabón y me envuelvo en una toalla. Camino hacia la mesita de noche donde está el móvil y miro que la llamada es de un número desconocido. La ignoro y voy por mi pi