Después de que mi abuela se ha estabilizado es necesario volver a Manhattan. Ha respondido bien a los medicamentos y a ese nuevo aparato que le han colocado, la verdad es que mi padre no hace muy amena la estadía y eso ha apresurado un poco más las cosas para volver al trabajo.
Termino de maquillarme cuando observo a Massimiliano leer el periódico local con una tasa de café en la mano. Por Dios., a penas puedo creer que esto realmente esté sucediendo, no hemos hablado mucho, nos hemos dedicado a sentirnos, a que nuestros cuerpos hablen más que nosotros mimos pero estoy totalmente consciente de que esto no pude ser así siempre, sobretodo porque Massimiliano tiene un grave problema de desconfianza y celos que termina por cabrearme varias veces al día. Supongo que será algunos de los temas a tratar cuando volvamos a casa.
Terminamos por subir el equi
Tomo un vestido color naranja al cuerpo y hasta la rodilla con unas pequeñas mangas adornando mis hombros. Un par de zapatillas delicadas de casi el mismo color y me recojo el pelo en un moño. Maquillo mi rostro con sombras, delineador, mascara para pestañas y más. Cuando por fin estoy lista voy hacia la cocina y saco del refrigerador la fruta picada y el yogurt natural, jugo de naranja y lo extiendo en la mesa. Es cuestión de minutos para que Massimiliano salga de la habitación luciendo un traje color azul marino, camisola blanca y corbata elegantemente anudada. —Buenos días —dice caminando hacia la mesa aun reacomodando su traje. —Buenos días —me pongo frente a él y beso sus labios. Sus manos van hacia mi cintura y me pegan a él —. Llegaremos tard
Son casi las 7 de la tarde cuando el teléfono de mi oficina timbra. —Oficina del Señor Denti buen… —su voz me interrumpe —¡Sirve de algo niñita boba y dile a mi marido que conteste su móvil, su hijo acaba de tener un accidente! —mi boca se abre y trato de articular alguna palabra pero no puedo. Dijo que su hijo acaba de tener un accidente, que soy una niña boba y que él es su marido…—. ¡Hazlo ya!, ¿Qué no entiendes? —Señora no me hable en ese tono, y en un momento le comunico a su ex esposo—digo con la voz un tanto más controlada. La coloco en espera aún con mis manos temblorosas y llamo a la oficina de Massimiliano. —¿Ya me extrañas hermosa? —su contestación me toma por sorpresa, carraspeo antes de hablar. —Su ex
Mi boca se abre e intento hablar pero no sé qué decir. Probablemente tenga que llamar a Massimiliano así que doy media vuelta para salir cuando su voz me sorprende. —Es extraño verte aquí —me quedo completamente quieta, me está hablando a mí—. Es la primera vez que lo escucho hablar así, y es contigo, algo bueno estás haciendo. Sus palabras me dejan atónita. ¿Qué se supone que debo de contestar?, me giro en su dirección. —Él… te quiere muchísimo—digo tragando saliva—. No cabe duda, sé que las situaciones han sido difíciles, que tal vez sientas que no encajas ni con tu madre ni con él pero… él te necesita. —Es difícil comprender eso, sobretodo por qué pensé que mamá era la buena aquí, aunque hace unos meses, con el proceso de divorcio comprendí que l
Él. Me cuesta creer aún la reacción que ha tenido Michael. ¿Qué sucede ahora? —Quisiera ir a un partido de baseball —dice Michael —Claro, solo hay que esperar a que el Doctor te dé de alta. Podemos comprar los boletos desde hoy mismo —tomo la mano de Jenna, no tenía ni idea de que le gustará el baseball. —Me encantaría —su móvil suena de nuevo y eso me disgusta, es casi medianoche y sigue recibiendo mensajes. —¿Quién es? —pregunto y ella niega apagando la pantalla —Pamela —le hago saber mi disgusto solo con una mirada—. No te pongas así. —Deberías dormir —le digo a Michael
Entro a mi departamento aún abatida por todo lo que ha sucedido. Me alegra que Michael se encuentre bien pero me agobia las reacciones de Massimiliano. Voy directo al baño y es cuando me doy cuenta que mi periodo ha llegado. Lo sabía. Estos bochornos se debían a algo. Comienzo a desnudarme para adentrarme a la ducha y dejo que el agua corra por mi cuerpo cubriéndolo y dejándome limpia. Me relajo hasta que mi móvil suena. Maldigo entre dientes. ¿Quién llama a la 1 de la mañana?, espero que Pamela no siga preguntando los pormenores del accidente. Termino de liberar mi cuerpo del jabón y me envuelvo en una toalla. Camino hacia la mesita de noche donde está el móvil y miro que la llamada es de un número desconocido. La ignoro y voy por mi pi
Él. Termino de despedir a casi todos los accionistas cuando mi móvil suena. —Papá —es Michel, he olvidado la última vez que me ha llamado al móvil. —Michel, ¿qué pasa?, ¿estás bien? —Sí, es solo que… la nonna está aquí —cierro los ojos de golpe, mierda—. Y está muy enojada. Su tono es mera diversión, yo no estaría tan tranquilo. —Bueno… ponla al teléfono por favor —en segundo la voz de mi madre resuena. —¿Qué no pensabas decírmelo? —trato de hablar pero no me deja, es tan testaruda—. Mi pobre nieto en el hospital, y está solo… Aún no puedo creer que haya accedido a ir a la cena familiar de Massimiliano. “Familia”, ¿Qué no lo comprende?, ¿qué me acueste con él ya me convierte en familia? El sentimiento que tengo por él sin duda va creciendo pero… al ir a esa cena me estaría convirtiendo oficialmente en la madrastra de Michael. Dejo caer mi cuerpo en el colchón después de haberme liberado de toda la ropa de oficina y cierro los ojos. Necesito dormir. ◂▸◂▸◂▸ Siento como sus labios chocan en mi mejilla, mi frente, mis párpados. Siento su aroma, su barba delata que no se ha afeitado esta mañana. Siento también el aroma que deja el puro en él. Siento sus manos en mis glúteos y sé también que no quiero dejar de sentirlo. —MassimiliaCapítulo 28
Massimiliano sigue recostado en mi cama. Le he dado la espalda por una hora y no ha dicho nada en absoluto. De vez en cuando mis ojos se cierran y vuelven a abrirse y todo sigue igual. Me siento en la orilla de la cama con trabajo y me quedo así, mirando la ventana que hay junto a mí. Ya ha anochecido. —Jenna —escucho su voz pero no me vuelvo—. No te quería presionar, solo quería saber que pensabas pero… creo que no fue una buena idea. —Ya… —me limito a decir. —No tienes por qué ir a vivir conmigo, solo creí que… era diferente —frunzo el ceño y me giro hacía él. ¿Pero qué me está diciendo? —¿A qué te refieres con eso? —digo de mala gana —Creí que tú q