La velada estaba en pleno auge en uno de los hoteles más prestigiosos de la ciudad. Las arañas de luz centelleaban, proyectando destellos sobre las paredes adornadas con dorados y frescos elegantes. Los invitados, vestidos con sus mejores galas, se mezclaban en un ambiente donde el lujo y el exceso reinaban en absoluto. Entre ellos se encontraba Alexander Reed, CEO de una empresa floreciente e heredero de la familia más influyente de la ciudad. Su presencia imponente y su carisma natural atraían todas las miradas, pero esa noche, algo en su comportamiento traicionaba cierta agitación. Alexander, acostumbrado a mantener el control en todas las circunstancias, sentía que lo embargaba una extraña torpeza. Vagaba por los pasillos del hotel, tratando de escapar del bullicio del salón principal. Su mente, habitualmente clara y aguda, parecía confundida, y sus pasos, que usualmente eran firmes, se volvían vacilantes. Se detuvo un instante junto a una ventana, observando las luces de la ciu
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