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Capítulo 6: El viaje a Milán

El día esperado finalmente había llegado. Sophia se despertó antes del amanecer, su corazón latía con la emoción y el nerviosismo. Los trillizos, todavía profundamente dormidos en sus pequeñas camas, eran pacíficas, ignorando la aventura que les esperaba. Chris ya estaba de pie, revisando los documentos y boletos por última vez, su seriedad habitual fortalecía la sensación de una partida inminente.

La luz de la mañana comenzó a aparecer en el horizonte cuando el taxi llegó frente al apartamento. Sophia lanzó un último vistazo a la pequeña habitación que había llamado casa. Ella inspiró profundamente, apretando las tiras de su bolso y murmuró por sí misma: "Este es el comienzo de algo nuevo".

Chris, ya fuera de instalar asientos de automóvil en el taxi, lo llamó suavemente:

- Sophia, ¿estás lista?

Ella asintió, tomando suavemente uno de los trillizos en sus brazos.

- Sí. Vamos.

El aeropuerto era un mundo en sí mismo, con sus luces animadas, sus anuncios regulares y las multitudes de viajeros que iban. Sophia, sus brazos a cargo de uno de sus bebés, se sintió un poco abrumado por la agitación, pero Chris, todavía organizado, parecía perfectamente cómodo.

"Sígueme, Sophia", dijo, empujando un carro cargado de equipaje. Revisé por adelantado, el mostrador de registro está ahí.

Los trillizos, aunque curiosos, permanecieron sorprendentemente tranquilos, sus grandes ojos observaron todo a su alrededor. Agentes de seguridad, pasajeros, pantallas de luz ... todo parecía fascinarlos. Sophia no pudo evitar sonreír cuando vieron su inocencia.

En el mostrador, una anfitriona los recibió con una sonrisa profesional.

- Buen día. ¿Viajas con tu familia?

Chris respondió dejando sus pasaportes.

- Sí, para Milán. Aquí están nuestros boletos.

La anfitriona revisó los documentos rápidamente antes de apuntar una de las bolsas en el carrito.

- ¿Y ese es un cochecito plegable?

Sophia asintió.

- Sí. Con los niños, es esencial.

La anfitriona sonríe lentamente.

- No hay problema. Lo comprobaremos en la puerta de embarque para que pueda usarlo en el aeropuerto.

Una vez que termina la grabación, fueron a un lugar seguro. Nuevamente, los procedimientos fueron largos, pero Chris permaneció tranquilo, facilitando cada paso. Sophia, aunque un poco nerviosa, encontró algo de consuelo en su presencia.

Una vez que se pasan los cheques, se establecieron cerca de su puerta de embarque. Sophia nutre los trillizos a su vez, mientras que Chris fue a buscar bebidas calientes en el café más cercano.

Cuando regresó, extendió una copa en Sophia.

- Este es un capuchino. Lo necesitará para permanecer despierto durante todo este viaje.

Ella le agradeció con una sonrisa, tomando un sorbo.

- Debo admitir que estoy un poco nervioso. Nunca tomé el avión con bebés, e incluso menos para un vuelo tan largo.

Chris puso una mano tranquilizadora sobre su hombro.

- Saldrás muy bien. Están tranquilos y tenemos todo lo que necesitas. Y si algo se complica, estoy aquí para ayudarte.

Ella asintió, su sonrisa se volvió un poco más sincera.

- Gracias Chris. No sé cómo lo haría todo sin ti.

El anuncio de su vuelo finalmente suena. Sophia se apresuró a unir sus cosas, mientras Chris agarró el cochecito y las bolsas. Los trillizos, aunque curiosos por lo que estaba sucediendo, permanecieron callados en los asientos de su automóvil.

Cuando subieron a bordo, la anfitriona les mostró sus lugares: una fila completa reservada para ellos, con suficiente espacio para los asientos del automóvil y todo lo que necesitan para el viaje.

Sophia instaló los trillizos mientras Chris estaba colocando el equipaje en los compartimentos superiores.

- ¿Está todo listo? Preguntó, sentado a su lado.

Ella asintió, acariciando suavemente la cabeza de uno de sus hijos.

- Sí. Ahora todo lo que tienes que hacer es esperar.

El avión despega en un poderoso rugido, y Sophia sintió que su corazón se acelera. Los trillizos, aunque sorprendidos por la sensación, no lloran. Por el contrario, parecían intrigados por las vibraciones y el ruido circundante.

Chris lanzó un juguete de su bolso y lo estiró a Sophia.

- Aquí, los ocupará por un tiempo.

Ella le agradeció, entreteniendo a los niños mientras Chris se aseguró de que todo estuviera bien.

-Se sabes, dijo, mirando por la ventana, este viaje es un gran paso para ti, Sophia. ¿Te das cuenta? Estás cambiando tu vida.

Ella se volvió hacia él, una mezcla de emoción en su mirada.

- Todavía me resulta difícil de creer. Pero ... quiero ofrecerles una vida mejor. Y tal vez en el camino, también encontraré mi lugar.

Chris sonríe, poniendo una mano sobre la de Sophia.

- Lo encontrarás. Estoy seguro de que.

Después de varias horas de vuelo, el avión se descendió a Milán. Sophia sintió un aumento en la emoción mezclado con el nerviosismo. Las luces de la ciudad brillan a continuación, prometiendo un nuevo futuro.

Cuando el avión aterrizó y finalmente descendió, una brisa fresca los recibió. Chris agarró su negocio, mientras que Sophia instaló los trillizos en su cochecito.

- Bienvenido a Milán, dijo Chris con una sonrisa. ¿Listo para comenzar esta nueva aventura?

Sophia miró a su alrededor, inspirando profundamente el aire fresco de la noche italiana.

- Sí, listo.

La llegada al aeropuerto de Milán marcó el comienzo de un nuevo capítulo para Sophia y sus hijos. Mientras Chris estaba a cargo de su negocio en un taxi pendiente, miró a su alrededor, absorbiendo la atmósfera viva y elegante de la ciudad. A pesar de su fatiga después de largas horas de vuelo, sintió nueva energía, una mezcla de aprensión y esperanza.

En el taxi, los trillizos rápidamente se quedaron dormidos en los asientos de su automóvil, arrullados por el movimiento del vehículo y la dulzura de la noche. Sophia, por otro lado, miró por la ventana, fascinada por la antigua arquitectura mezclada con la modernidad que desfilaba ante sus ojos. Chris, siempre atento, se volvió hacia ella con una sonrisa.

-Es hermoso, ¿verdad? dijo. Milán es una ciudad llena de historia, pero también recurrió al futuro.

Sophia asintió suavemente.

- Sí, es ... casi irreal. Nunca habría imaginado encontrarme aquí algún día.

Chris puso una mano tranquilizadora sobre su rodilla.

- Y sin embargo, aquí estás. Y prometo que haremos que este lugar se convierta en un hogar real.

El taxi se detuvo frente a un elegante edificio en el centro de la ciudad. Chris lanzó primero, ayudando a Sophia a descender cuidadosamente mientras un transportista se unió a ellos para transportar su equipaje. El edificio, con su fachada de piedra transparente y sus balcones decorados con flores, emitió un encanto innegable.

Una vez dentro, el ascensor los condujo al cuarto piso, donde estaba su apartamento. Chris abrió la puerta, revelando un espacio brillante y acogedor, con ventanas con vistas a una vista impresionante de la ciudad.

-Ancedando a casa, dijo, colocando las llaves sobre la mesa cerca de la entrada.

Sophia miró a su alrededor, asombrada.

- Es ... perfecto. No sé qué decir.

"Entonces no dijo nada", respondió Chris con un guiño. Instale usted mismo, tome sus marcas. Los próximos días estarán ocupados, pero estoy seguro de que te acostumbrarás rápidamente.

Sophia colocó a los niños en la esquina que Chris les había preparado, con juguetes, mantas e incluso un pequeño móvil suspendido. Sintió que una ola de gratitud la invade.

Los días que siguieron fueron una mezcla de descubrimientos y adaptación. Chris tomó a Sophia y los trillizos en las calles animadas de Milán, mostrándoles los cafés, los parques y las tiendas que hicieron el encanto de la ciudad.

Durante una caminata en el Parque Sempione, mientras los trillizos dormían en el cochecito, Chris designó el imponente Château Sforza.

- ¿Ves eso? Este es uno de los lugares emblemáticos de Milán. Y allí mismo, está el Pinacotèque de Brera. Deberías ir allí algún día. El arte podría darte inspiración para tus creaciones.

Sophia sonríe, siendo llevada por su entusiasmo.

- Tienes razón. Es mucho ... inspirador aquí.

Chris asintió, una sonrisa satisfecha en los labios.

- Eso es exactamente lo que necesitabas, Sophia. Una nueva perspectiva, un nuevo comienzo.

Entre el descubrimiento de la ciudad y las responsabilidades diarias, Sophia comenzó a adaptarse a su nueva vida. Chris, todavía ocupado por su proyecto de diseño, se aseguró de que tuviera todo lo que necesitaba para establecerse cómodamente.

Una noche, después de mentir los trillizos, ambos se encontraron en la sala de estar, una copa de vino en la mano.

-So, Sophia, ¿has pensado en lo que quieres hacer aquí? preguntó Chris.

Ella puso su vaso y pensó por un momento.

- Pensé en lo que me dijiste sobre el diseño. Tal vez ... esta es una oportunidad para que realmente me sumerja en él. Podría tomar lecciones, aprender y tal vez incluso trabajar en esta área algún día.

Chris sonríe, impresionado por su determinación.

- Es una gran idea. Y Milán es el mejor lugar para eso. Puedo ayudarlo a encontrar una escuela o un programa.

Sophia asintió, un esplendor de entusiasmo en los ojos.

- Gracias Chris. Por todo lo que haces por nosotros.

- No es nada, Sophia. Creo en ti, y sé que eres capaz de grandes cosas.

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