—¡Ay! —Chillo, el dolor de mi espalda baja es insoportable, me levanto del sofá adolorida. Joder. Necesito un analgésico, no podré ir a trabajar de seguir a si, no me puedo dar el lujo de faltar, ahora más que antes necesito el dinero, no volveré a venderme de nuevo.Voy hasta la cocina donde busco una pastilla para el dolor, la tomo en el momento justo cuando veo a mi mamá de reojo parada en el marco de la puerta, ella me escudriña con la mirada. Se ve molesta.—¿A qué hora llegaste anoche, jovencita? —Me muerdo el dedo pensativa.—Como a las cuatro de la mañana —Se sorprende indignada—. Pero tengo una explicación, cubrí a Laura en su turno, ella tuvo un percance, además no podía decir que no cuando necesitamos el dinero. —Mentí.Su expresión se suaviza por un momento, pero ahora está con el ceño fruncido, no es una buena señal, camina hacia mí y pone el frasco de medicamentos en la mesa.—¿De dónde sacaste el dinero para esto?... Y no me salgas con que ocupaste lo de la renta, porqu
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