Inicio / Hombre lobo / EL ALFA ES MI DESTINO / Capítulo 1 - Capítulo 5
Todos los capítulos de EL ALFA ES MI DESTINO: Capítulo 1 - Capítulo 5
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1
LunaEl viento cortante acariciaba mi rostro mientras corría, mis pies golpeando el suelo con un ritmo frenético. Mi respiración era irregular, mi pecho subía y bajaba con cada inhalación ansiosa. El aire, helado y seco, no lograba calmar el ardor que quemaba en mi pecho, una sensación de vacío que amenazaba con consumirme por completo.Había sido rechazada. Rechazada por mi mate. La promesa de una vida compartida, de un destino sellado con sangre, que se rompió como cristal bajo los ojos de todos. Estaba tan segura de que él era el indicado para mí, que nuestra conexión era inevitable, pero la realidad me golpeó con una brutalidad que no había anticipado. Cuando él, el único ser con el que pensaba que podría construir mi vida, me miró con desdén, diciendo esas palabras que perforaron mi alma, supe que ya no había vuelta atrás."Te he estado buscando, Luna", dijo, sus ojos vacíos de emoción, como si no estuviera mirando a la persona que había compartido su vida desde que éramos cacho
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ZaneLa noche había caído sobre mi territorio como una manta oscura, tranquila, pero siempre con una promesa de peligro acechando en las sombras. Mi guarida, el centro de todo lo que controlaba, permanecía en silencio. Pero yo no podía descansar. No después de todo lo que había sucedido.Me moví lentamente por los pasillos de la mansión, el eco de mis pasos resonando en las paredes de piedra. Cada habitación, cada rincón, me pertenecía. Todo lo que tocaba, todo lo que gobernaba, estaba bajo mi control. Así había sido siempre, y así sería siempre. No había espacio para la debilidad en mi vida, ni para los sentimientos que me distraían. Lo había aprendido a lo largo de los años, tras una vida marcada por la traición y el dolor. La gente, los seres que me rodeaban, todos eran prescindibles. Todo lo que importaba era el poder, la supervivencia. Y el amor… el amor no era más que una farsa que desbordaba a los débiles.Me detuve frente a una ventana grande, observando el vasto territorio qu
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LunaEl aire estaba denso, cargado de una tensión que no podía evitar sentir en cada fibra de mi ser. Aquí, en el territorio de Zane, todo me era extraño, todo me era ajeno. Cada paso que daba, cada respiro que tomaba, sentía la presencia del Alfa a mi alrededor, como si su sombra me persiguiera. Pero no era solo eso. Algo más estaba ocurriendo, algo más profundo y complicado que no podía ignorar, ni quería.El vínculo. Sabía que él lo sentía. No podía estar tan cerca de él y no percatarme de esa fuerza invisible que nos unía. Zane lo negaba, lo rechaza con cada mirada fría, con cada palabra cargada de desprecio. Pero estaba ahí. Yo lo sentía. A pesar de su rechazo, a pesar de su fortaleza, algo en él me llamaba. Y algo en mí respondía a esa llamada, como una loba que sigue a su destino sin importar cuán incierto sea el camino.Hoy, como todos los días desde que llegué, sentía su presencia más cerca que nunca. Podía escucharlo, olerlo, percibirlo en el aire como una tormenta esperand
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ZaneLa noche era un velo espeso sobre la manada, envolviendo todo con una quietud engañosa. Afuera, los lobos patrullaban los límites del territorio, manteniéndose alerta ante cualquier posible amenaza. Pero dentro de mí, la verdadera batalla se libraba en silencio.Apoyado contra la pared de mi cabaña, con los brazos cruzados y la mirada fija en el bosque, dejé que los recuerdos se filtraran como un veneno lento. No había manera de escapar de ellos, no cuando la presencia de Luna removía cada herida, cada cicatriz que creí enterrada.El amor era una ilusión. Un juego peligroso que te hacía bajar la guardia hasta que te clavaban el puñal en el corazón. Yo lo había aprendido de la peor manera.Recordé el calor de unas manos que juraron ser leales. Recordé los labios que prometieron amor eterno y que, en cuestión
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LunaEl aire en el campamento seguía impregnado del aroma metálico de la sangre y la tensión de la reciente pelea, pero lo que más me perturbaba era el peso de la mirada de Zane.No había dicho nada desde que me ordenó volver a la cabaña. Pero incluso en su silencio, había algo en él que me hacía sentir atrapada.O tal vez… era yo la que no quería alejarme.Sacudí la cabeza, tratando de arrancarme ese pensamiento de la mente. No. No podía estar cediendo a esto.Él era peligroso. Incontrolable.Y, sin embarg
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