20. LA PROMESA DE KIAN
KAELA: Me detuve a centímetros de él, lo suficiente para que mi aliento rozara su piel desnuda. El dilema seguía creciendo, entre lo tentador y lo aterrador. Abrirme por completo a esa posibilidad me hacía dudar si valía la pena. Mis pensamientos eran contradictorios; sabía que, cualquiera que fuera mi decisión, pesaría como un juicio eterno. —¿Sabes lo que estás pidiendo? —pregunté en un susurro. No aparté mi mirada de él, buscando algún indicio de debilidad o mentira, pero solo encontraba determinación. Sin previo aviso, me atrapó, lanzándome sobre la cama con un movimiento firme y seguro. Él estaba de nuevo encima de mí. Esta vez, no me resistí. No solo no podía, sino que una parte de mí no quería. Lo anhelaba, aunque me doliera reconocerlo. Tal vez era mi propia necesidad de pertenecer, de encontrar un lugar que pudiera llamar mío. Lo miré fijamente, buscando rastros de Kaesar, pero no era él quien me dominaba ahora. Era su lobo, Kian, cuya presencia era tan arrolladora que me
Leer más