18. CELOS Y SOSPECHAS

KAELA:

Aunque traté de reprimirme, los celos me consumían, ardían como un fuego vivo que se expandía sin control cada vez que recordaba las palabras que había escuchado en la cocina entre las sirvientas. Artemí. Según ellas, era quien estaba destinada a ocupar el lugar de Luna junto a Kaesar, un destino que me pertenecía y que desafiaba mi cordura. ¡Yo era su Luna!

Apreté los puños, sintiendo cómo mis garras se clavaban en la carne de mis palmas hasta que un leve rastro de sangre emergió. Él no significaba nada, o al menos eso era lo que intentaba convencerme. Había asesinado al único familiar que me quedaba en el mundo; ahora solo quería venganza, a pesar de que era mi pareja destinada, mi mitad. ¡No lo perdonaría!

Pero el simple pensamiento de que Artemí, la idea de ella usurpando el lugar que se suponía era mío, hacía que mi loba rugiera de furia. No importaba que aún no hubiera descubierto si era o no el asesino de mi padre. Esa incertidumbre no lograba calmar el torbellino de
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