Luciano había citado a Gabriele en su apartamento, a las nueve en punto, Gabriele llegó al edificio, su corazón latía muy de prisa. Entró al ascensor privado y presionó el botón del piso doce. El ascensor, tranquilo y sofisticado, lo llevó directo al apartamento de Luciano. Cuando las puertas se deslizaron hacia los lados, Gabriele lo vio: Luciano estaba de pie junto a los grandes ventanales panorámicos, hablando por teléfono, bañado por la luz de la ciudad nocturna. Al notar su llegada, Luciano le hizo una seña para que se acercara, Gabriele caminó hacia él, todavía con el corazón desbocado, apenas estuvo a su alcance, Luciano le tomó el rostro con una mano y lo besó en la boca, sin decir una palabra, luego, con una sonrisa leve, le indicó que se sentara.Gabriele lo observaba callado, lleno de orgullo. Su novio era un hombre maduro, atractivo, de presencia imponente. Hoy, Luciano vestía un traje azul oscuro y una camisa blanca abierta en el cuello, sin corbata, irradiaba un estilo d
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