La sala quedó en absoluto silencio. Solo se escuchaba el leve zumbido del proyector mientras la pantalla parpadeaba una vez más. Pero esta vez, Eliana no se inmutó.Andrea, desde la parte trasera del salón, tenía el corazón en un puño. Sabían que el hacker intentaría algo, pero no esperaba que fuera en el momento más crucial.Isaac se inclinó ligeramente hacia adelante, evaluando la situación con atención.José Manuel sintió un nudo en el estómago. Esto no podía ser coincidencia.Eliana, con la seguridad que la caracterizaba, tomó el control de la situación.—Este pequeño inconveniente —continuó, proyectando su voz con serenidad— demuestra lo que he estado explicando. Si un sistema no cuenta con las medidas de seguridad adecuadas, puede ser intervenido en cualquier momento.En la primera fila, Alejandro apoyó los codos sobre la mesa, intrigado.—Sin embargo —prosiguió Eliana, girándose hacia la audiencia—, mi propuesta va más allá de solo detectar ataques. He desarrollado un método qu
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