Isaac continuaba revisando los datos en su pantalla, su concentración era absoluta. De repente, se detuvo y frunció el ceño.—Espera… hay algo aquí.Eliana se acercó de inmediato, leyendo por encima de su hombro.—¿Qué encontraste?—Una anomalía en los accesos al servidor —explicó Isaac—. Alguien entró con las credenciales de Andrea, pero no lo hizo desde su equipo.Eliana entrecerró los ojos.—Eso significa que alguien más dentro de la empresa está usando su identidad para desviar la información.Isaac asintió y presionó unas teclas más. De repente, una serie de registros aparecieron en la pantalla.—Mira esto… El acceso fue desde la oficina del tercer piso.Eliana sintió un escalofrío.—El tercer piso… solo trabajan los nuevos empleados ahí.Isaac intercambió una mirada con ella.—Exactamente. Y hay un nombre que se repite más de lo normal en los registros.Señaló una línea en la pantalla.—Nicolás Fernández.Eliana sintió un nudo en el estómago. Nicolás había sido uno de los emplea
Con un movimiento rápido, golpeó el escritorio, tumbando una pila de papeles para distraerlos. Antes de que Eliana o Isaac pudieran reaccionar, sacó una pequeña memoria USB de su bolsillo y la lanzó hacia la ventana abierta.—¡No! —gritó Eliana, corriendo hacia la ventana, pero la memoria ya había caído varios pisos abajo.Isaac apretó los dientes.—Debemos detenerlo antes de que recupere eso.Nicolás intentó empujar a Isaac para abrirse paso, pero este lo sujetó con fuerza.—¿A dónde crees que vas? —le dijo entre dientes.Nicolás forcejeó, pero entonces la puerta se abrió de golpe y varios guardias de seguridad entraron.Uno de ellos apuntó directo a Nicolás.—Se acabó. No intentes nada.Nicolás respiró con furia, sus ojos destilando rabia.—No tienen idea de lo que acaban de hacer…Eliana se cruzó de brazos.—Lo que hicimos fue asegurarnos de que no sigas robando información.Nicolás rió con amargura.—Creen que soy el único, ¿verdad?Eliana e Isaac intercambiaron una mirada.—¿De q
Andrea caminaba por el pasillo con su café en mano, intentando enfocarse en su rutina. Pero algo dentro de ella no estaba bien. Desde hace días, sentía que algo había cambiado en la empresa. No sabía qué era exactamente, pero lo sentía en la forma en que Eliana e Isaac hablaban en voz baja cuando ella entraba, en las miradas fugaces que parecían evitar cruzarse con la suya.Fue entonces cuando, sin proponérselo, escuchó algo que la dejó en shock.Se detuvo al pasar cerca de la oficina de Eliana. La puerta estaba entreabierta y las voces en su interior eran lo suficientemente claras como para captar sus palabras.—No sé cómo pude dudar de la lealtad de Andrea —decía Eliana con tono arrepentido—. Ha estado a mi lado desde el principio, siempre fiel, siempre profesional… y aun así, en algún momento la consideré sospechosa.—Lo importante es que ahora sabemos la verdad —respondió Isaac—. No podemos cambiar lo que pensamos en su momento, pero sí podemos reconocer nuestro error.Andrea sint
Isaac entró a la empresa con su usual energía, listo para un nuevo día de trabajo. Sin embargo, en cuanto cruzó la puerta de la oficina de Eliana, supo que algo no estaba bien. Ella estaba sentada en su escritorio, con la mirada perdida en un punto fijo sobre la mesa, y un suspiro pesado escapaba de sus labios.—¿Qué pasó? —preguntó con el ceño fruncido mientras se acercaba.Eliana levantó la vista con una tristeza evidente en sus ojos. No intentó disimularla, lo conocía demasiado bien como para fingir que todo estaba bien.—Andrea renunció.Isaac se quedó en silencio por un momento, intentando procesar la noticia.—¿Renunció? ¿Por qué?Eliana tomó la carta de renuncia que aún reposaba sobre su escritorio y se la extendió sin decir nada. Isaac la leyó rápidamente, su expresión endureciéndose con cada palabra.—¿Esto es por lo que pasó con Nicolás? —preguntó finalmente, levantando la mirada hacia ella.—Sí… —Eliana se pasó una mano por el cabello, agotada—. Nos escuchó cuando hablábamo
Eliana se acomodó en la silla frente al escritorio de Alejandro, con el ceño apenas fruncido. Desde que había llegado, la reunión había transcurrido sin problemas, con ambos discutiendo detalles técnicos y estratégicos del proyecto. Pero entonces, Alejandro hizo una pausa significativa antes de lanzar su siguiente comentario.Alejandro la recibió con una sonrisa cortés y le señaló la silla frente a su escritorio.—Me alegra que hayas venido, Eliana. He revisado tus informes y debo admitir que son impresionantes.—Gracias —respondió ella, sin perder su postura profesional—. Espero que encuentres viable la colaboración.Alejandro entrelazó los dedos sobre la mesa y la observó con atención.—Lo es. Sin embargo, hay un detalle que me preocupa.Eliana arqueó una ceja, esperando que continuara.—Hay una parte del proyecto que requiere un trabajo extremadamente preciso y especializado. Algo que solo un diseñador con la experiencia adecuada puede manejar —explicó Alejandro con calma—. Y si no
Eliana llegó al lugar que José Manuel le había indicado: un restaurante discreto, elegante, con luces tenues y una atmósfera tranquila. No era precisamente el tipo de sitio donde imaginó que discutirían un proyecto, pero tampoco le sorprendía que José Manuel escogiera un lugar así.Apenas entró, lo vio sentado en una mesa junto a la ventana, con una copa de vino en la mano y una expresión de absoluta calma. Como si él no fuera el que la había obligado a salir a esas horas.—Llegaste más rápido de lo que esperaba —comentó con una leve sonrisa cuando la vio acercarse.Eliana se sentó sin responder de inmediato. Solo lo miró con seriedad.—Vamos al punto, José Manuel. ¿Quieres unirte al proyecto o no?Él apoyó la copa sobre la mesa con parsimonia.—Depende. Quiero que me cuentes más detalles.Eliana entrecerró los ojos.—No me citaste aquí para pedirme detalles, esos te los pudo haber dado Alejandro.—Alejandro me dio información, sí, pero quiero escucharlo de ti —se inclinó levemente ha
Eliana llegó temprano a la sala de reuniones, revisando por última vez los documentos que presentarían ante Alejandro. Sabía que todo debía estar en orden, especialmente ahora que José Manuel formaba parte del proyecto.La puerta se abrió y entró Isaac con su usual energía.—¡Buenos días, jefa! —dijo con su tono animado, dejando una taza de café sobre la mesa frente a ella—. Como sé que no puedes vivir sin esto, aquí tienes.Eliana sonrió, aceptando la taza.—Gracias, Isaac.—Para eso estoy —respondió, inclinándose un poco para mirarla con una expresión traviesa—. Y porque me gusta consentirte.Eliana rodó los ojos con diversión.Antes de que pudiera responder, la puerta volvió a abrirse y José Manuel entró. Su mirada pasó directamente de Eliana a Isaac, fijándose en la cercanía entre ambos.—¿Estoy interrumpiendo algo? —preguntó con tono neutro, aunque sus ojos reflejaban cierta incomodidad.Isaac se enderezó, sonriendo con amabilidad.—Para nada. Solo asegurándome de que Eliana comi
La reunión transcurría con normalidad. Alejandro lideraba la discusión sobre los ajustes al proyecto mientras José Manuel y Eliana exponían sus avances. Eliana tomaba notas con atención, pero de reojo notaba que Isaac estaba inquieto.De repente, su teléfono vibró sobre la mesa. Todos lo escucharon, pero él lo ignoró. Sin embargo, unos segundos después, volvió a sonar. Isaac lo tomó y miró la pantalla. Su expresión cambió de inmediato.Eliana vio cómo su mandíbula se tensaba y su agarre en el teléfono se volvía más fuerte. Sin decir una palabra, se levantó de su asiento.—Disculpen, tengo que atender esto.Eliana frunció el ceño. Isaac nunca abandonaba una reunión sin una razón de peso. Algo no estaba bien.Cuando él salió apresuradamente, Eliana dejó su pluma sobre la mesa y se levantó con intención de seguirlo.—Voy a ver qué pasa.Pero antes de que pudiera dar un paso, José Manuel la sujetó del brazo con suavidad pero firmeza.—No —dijo con seriedad—. Esto es más importante.Eliana