Eliana se acomodó en la silla frente al escritorio de Alejandro, con el ceño apenas fruncido. Desde que había llegado, la reunión había transcurrido sin problemas, con ambos discutiendo detalles técnicos y estratégicos del proyecto. Pero entonces, Alejandro hizo una pausa significativa antes de lanzar su siguiente comentario.Alejandro la recibió con una sonrisa cortés y le señaló la silla frente a su escritorio.—Me alegra que hayas venido, Eliana. He revisado tus informes y debo admitir que son impresionantes.—Gracias —respondió ella, sin perder su postura profesional—. Espero que encuentres viable la colaboración.Alejandro entrelazó los dedos sobre la mesa y la observó con atención.—Lo es. Sin embargo, hay un detalle que me preocupa.Eliana arqueó una ceja, esperando que continuara.—Hay una parte del proyecto que requiere un trabajo extremadamente preciso y especializado. Algo que solo un diseñador con la experiencia adecuada puede manejar —explicó Alejandro con calma—. Y si no
Eliana llegó al lugar que José Manuel le había indicado: un restaurante discreto, elegante, con luces tenues y una atmósfera tranquila. No era precisamente el tipo de sitio donde imaginó que discutirían un proyecto, pero tampoco le sorprendía que José Manuel escogiera un lugar así.Apenas entró, lo vio sentado en una mesa junto a la ventana, con una copa de vino en la mano y una expresión de absoluta calma. Como si él no fuera el que la había obligado a salir a esas horas.—Llegaste más rápido de lo que esperaba —comentó con una leve sonrisa cuando la vio acercarse.Eliana se sentó sin responder de inmediato. Solo lo miró con seriedad.—Vamos al punto, José Manuel. ¿Quieres unirte al proyecto o no?Él apoyó la copa sobre la mesa con parsimonia.—Depende. Quiero que me cuentes más detalles.Eliana entrecerró los ojos.—No me citaste aquí para pedirme detalles, esos te los pudo haber dado Alejandro.—Alejandro me dio información, sí, pero quiero escucharlo de ti —se inclinó levemente ha
Eliana llegó temprano a la sala de reuniones, revisando por última vez los documentos que presentarían ante Alejandro. Sabía que todo debía estar en orden, especialmente ahora que José Manuel formaba parte del proyecto.La puerta se abrió y entró Isaac con su usual energía.—¡Buenos días, jefa! —dijo con su tono animado, dejando una taza de café sobre la mesa frente a ella—. Como sé que no puedes vivir sin esto, aquí tienes.Eliana sonrió, aceptando la taza.—Gracias, Isaac.—Para eso estoy —respondió, inclinándose un poco para mirarla con una expresión traviesa—. Y porque me gusta consentirte.Eliana rodó los ojos con diversión.Antes de que pudiera responder, la puerta volvió a abrirse y José Manuel entró. Su mirada pasó directamente de Eliana a Isaac, fijándose en la cercanía entre ambos.—¿Estoy interrumpiendo algo? —preguntó con tono neutro, aunque sus ojos reflejaban cierta incomodidad.Isaac se enderezó, sonriendo con amabilidad.—Para nada. Solo asegurándome de que Eliana comi
La reunión transcurría con normalidad. Alejandro lideraba la discusión sobre los ajustes al proyecto mientras José Manuel y Eliana exponían sus avances. Eliana tomaba notas con atención, pero de reojo notaba que Isaac estaba inquieto.De repente, su teléfono vibró sobre la mesa. Todos lo escucharon, pero él lo ignoró. Sin embargo, unos segundos después, volvió a sonar. Isaac lo tomó y miró la pantalla. Su expresión cambió de inmediato.Eliana vio cómo su mandíbula se tensaba y su agarre en el teléfono se volvía más fuerte. Sin decir una palabra, se levantó de su asiento.—Disculpen, tengo que atender esto.Eliana frunció el ceño. Isaac nunca abandonaba una reunión sin una razón de peso. Algo no estaba bien.Cuando él salió apresuradamente, Eliana dejó su pluma sobre la mesa y se levantó con intención de seguirlo.—Voy a ver qué pasa.Pero antes de que pudiera dar un paso, José Manuel la sujetó del brazo con suavidad pero firmeza.—No —dijo con seriedad—. Esto es más importante.Eliana
La reunión de la tarde se desarrollaba con normalidad. Alejandro repasaba los avances del proyecto con su tono analítico, mientras José Manuel intervenía ocasionalmente con observaciones estratégicas. Eliana, como siempre, escuchaba con atención, pero su mente no estaba del todo en la conversación. Algo en el comportamiento de Isaac le parecía inusual.A diferencia de otros días, donde su actitud relajada le daba un aire despreocupado, ahora estaba serio, incluso distante. No hacía comentarios irónicos ni intentaba aligerar la tensión, como solía hacerlo. Algo lo tenía inquieto.De repente, Isaac carraspeó y se enderezó en su asiento.—Antes de continuar, necesito decirles algo —anunció con un tono firme.Eliana giró la cabeza de inmediato hacia él, sintiendo que su pecho se apretaba sin razón aparente.—Se me presentó un asunto personal y debo viajar a Nueva York por unos días. Mañana en la mañana tomo el vuelo.El silencio cayó sobre la sala.Alejandro asintió con comprensión.—Tóma
La mañana llegó demasiado rápido. Eliana apenas había dormido, dando vueltas en la cama, repasando la despedida que la esperaba. Aunque Isaac le había asegurado que no era nada grave, que todo se solucionaría y que volvería pronto, algo dentro de ella se negaba a creerlo del todo.El sonido del cantar de los pájaros la sacaron de sus pensamientos. Se subió al auto y condujo en silencio hasta el aeropuerto. Isaac estaba a su lado, con su mochila sobre las piernas y la mirada fija en la carretera. No era común verlo tan callado.—¿Estás seguro de que no quieres contarme qué está pasando? —preguntó Eliana, rompiendo el silencio.Isaac soltó un suspiro y esbozó una pequeña sonrisa.—Cuando todo esté claro, te prometo que serás la primera en saberlo.Eliana apretó el volante con fuerza. No era la respuesta que quería, pero tampoco iba a presionarlo más.Al llegar al aeropuerto, caminaron juntos hasta la zona de embarque. Eliana intentó mantenerse firme, pero con cada paso, la idea de que I
Isaac llegó a Nueva York en un vuelo sin contratiempos, pero su mente no había descansado en absoluto. El viaje se sintió más largo de lo normal, quizás porque sabía que estaba volviendo a enfrentar un pasado que creyó haber dejado atrás.Al llegar al hotel, dejó caer su maleta en la habitación y se dejó caer en la cama con un suspiro. Aún no había tenido tiempo de procesar todo lo que estaba a punto de suceder, pero una parte de él sabía que no tenía escapatoria.Tomó su teléfono y, sin pensarlo demasiado, le envió un mensaje a Eliana."Ya estoy en el hotel. Todo bien. Descansa."Dejó el teléfono en la mesita de noche y cerró los ojos. El cansancio lo venció en cuestión de minutos.Mientras tanto, en la otra parte del mundo, Eliana dormía profundamente cuando el sonido de su celular vibrando sobre la mesita la despertó. Se frotó los ojos y tomó el dispositivo con torpeza. Al ver el mensaje de Isaac, una sonrisa se dibujó en su rostro, sintiendo alivio de que hubiera llegado bien.Se
María José, con el rostro enrojecido, bajó la vista hacia su taza, evitando la intensidad de la mirada de Isaac. No podía mirarlo directamente, y él lo sabía. Su corazón latió más rápido, pero esta vez no era por la emoción de verla, sino por el dolor que sentía al ver que ella no era la misma mujer que había amado con todo su ser.Ambos compartían la misma pregunta en sus mentes, la misma incertidumbre. ¿Cómo se pasó de ser todo a ser nada?Finalmente, María José rompió el silencio, pero sus palabras no fueron las que Isaac había esperado.—Hola —dijo con una voz suave, casi temblorosa.Isaac no pudo evitar mirarla profundamente. Había algo en su tono que lo hizo sentir que ella también estaba sufriendo, que aunque sus ojos no lo dijeran, su alma lo gritaba.—Hola —respondió Isaac, apenas reconociendo su propia voz.Se sentaron en silencio, el café entre ellos como un muro invisible. Ambos querían hablar, pero las palabras parecían vacías, como si decirlas no fuera suficiente para ex