Los segundos siguientes parecieron eternos. Luego, poco a poco, sus ojos comenzaron a abrirse. Primero con lentitud, como si le costara recordar cómo hacerlo, y luego con más firmeza, hasta que su mirada se encontró con la de él.—Isaac… —musitó con voz ronca, apenas un suspiro. Sus labios apenas se movieron, pero su expresión se llenó de una luz distinta. Una mezcla de alivio, sorpresa y alegría.El corazón de Isaac se agitó. Había esperado verla así durante días, pero ahora que lo hacía, sintió que la emoción le subía como una marea violenta, ahogándolo por dentro.—Aquí estoy —dijo con voz baja, acariciándole el dorso de la mano—. Estoy contigo.José Manuel, que se había levantado al notar el movimiento, dio un paso adelante con el corazón latiéndole con fuerza. Pero cuando Eliana lo miró, su expresión cambió.Frunció el ceño. Lo observó unos segundos, confundida, buscando en su memoria una conexión que no aparecía.—¿Quién… es él?El silencio fue abrumador.José Manuel sintió que
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