Los días pasaban con una calma engañosa, como si el mundo hubiera decidido darle un respiro a Eliana mientras su mente seguía atrapada en el limbo entre recuerdos perdidos y emociones que no podía comprender. Su recuperación avanzaba, pero con cada día que pasaba, su corazón se enredaba más en una maraña de sensaciones confusas.Isaac era su refugio. Con él se sentía segura, como si el simple hecho de verlo le recordara que no estaba sola. Su voz, su risa, la manera en que le hablaba con dulzura y paciencia, todo en él la reconfortaba. Cuando Isaac estaba cerca, no sentía la angustia de no recordar su vida anterior. Era fácil sonreírle, apoyarse en él, permitir que la cuidara.Pero luego estaba José Manuel.Cada vez que lo veía, una extraña punzada la atravesaba, como si su cuerpo reaccionara antes que su mente. Su presencia la descolocaba, su mirada la hacía sentir vulnerable de una manera diferente. No entendía por qué, pero cuando él entraba en la habitación, su piel se erizaba y s
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