—Se terminó esto —advirtió Víctor con voz cortante.La mujer, todavía pálida, apretó los labios y se dio la vuelta, alejándose con paso firme, pero apresurado, y sus hijas, excepto Amelia, la siguió.—Víctor, ¿podemos hablar?—No ahora —ella asintió y le dio una mirada larga a Daniela cuando Marcela habló.—Víctor, siento esto… yo… —Él no la dejó hablar, salió de la casa dándoles la espalda, mientras Daniela, todavía estaba temblando.Verle la espalda y después desaparecer, le hizo sentir que su pecho se oprimía.—Siento esto —escuchó a su madre—. Pero no puedo ser débil ante ellas. Debo ganarme mi puesto.Daniela negó rápido.—¿Cómo puedes pensar así, mamá? ¿Cómo te metiste en esto?—No hay vuelta atrás, estamos aquí.—Y me arrastraste contigo. Dime, ¿qué es lo que no sé?—No tengo cabeza, voy a prepararme, Titus llegará pronto y lo más seguro es que tenga que dar una explicación —Daniela se quedó sola en medio de la mesa con la boca abierta, y luego dio dos pasos hacia atrás.Se abr
Leer más