LucíaNo sé cuánto tiempo ha pasado desde que David se fue, pero no me he movido de la cama, debido a las nalgadas la única posición en la que puedo estar tranquila es boca abajo. Ha oscurecido ya, está a punto de meterse el sol, los atardeceres en este lugar son realmente hermosos, es lo único que me consuela después de este número. Han llamado a la puerta un par de veces pero no he respondido, tampoco han entrado y sé que si se tratara de David entraría sin avisar, es por ello que prefiero no contestar, no quiero que me vean así.Mi mente no me ha dejado de moler. ¿Qué hice mal?, ¿por qué David no puede confiar en lo que digo?, ¿por qué se alejó de mí?, sus palabras aún retumban en mi mente, “me has hecho perder el apetito”. La puerta se abre de golpe pero estoy de espaldas a ella. Sé que es él, pero no quiero mirarlo, no tengo los ánimos y mucho menos la fuerza física. Solo me siento culpable y estúpida. —Lucia —llama y con trabajo me giro, tardando mucho más tiempo del que de
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