El silencio del palacio era distinto al de cualquier otro lugar. No era un vacío. Era una presencia antigua, que observaba desde los muros, que respiraba en las alfombras heredadas y en los cuadros dorados que decoraban los pasillos. Cada piedra del suelo contaba una historia. Zayd Al-Salim lo sabía desde niño. Lo había aprendido con disciplina, con sangre. Esa noche, sin embargo, no caminaba como príncipe, caminaba como hombre. Un hombre que había conocido a su prometida… y que no podía sacarla de la mente.Mariam, no era como la imaginó cuando era niño. No como la describen los documentos, ni las conversaciones entre reyes. Era más real, más fuerte y más herida de lo que nadie sospechaba. Ella no lo amaba, aún no, pero lo miraba como si intentara hacerlo y eso, para Zayd, era suficiente para comenzar.Entró en la sala del consejo privado. Su padre, el rey Omar Al-Salim, lo esperaba con un caftán oscuro y una túnica blanca bajo la prenda ceremonial. A su lado, como ya había acordado,
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