El sonido de la puerta al cerrarse con fuerza resonó en la habitación, pero lo que realmente hirió los oídos de Marck fue la voz de Aurora, afilada como una daga.—¿Puedes explicarme qué hacía ella aquí?Él cerró los ojos por un segundo, sintiendo la punzada de dolor en su costado. Sabía que Aurora explotaría, pero la fiereza en su mirada era más de lo que había esperado.—No empieces, Aurora —murmuró, apoyando una mano en la cama para incorporarse.—¡No empieces tú! —exclamó ella, avanzando hasta quedar frente a él—. ¡Porque siempre soy yo la que tiene que fingir que todo está bien! ¿Crees que no sé lo que está pasando?Marck apretó los dientes, odiando la impotencia que sentía.—Sandra solo vino a verme.—¡Dos veces en un mismo día! —espetó ella, cruzándose de brazos—. ¡Dos, Marck! ¿Desde cuándo una simple asistente se toma tantas confianzas contigo?Su tono goteaba veneno.Marck deslizó la mano por su cabello, cansado. No podía decirle que Sandra había venido antes y que, aun así, s
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